domingo, 10 de agosto de 2014

EL COYOTE

“No hay coyote que engorde” me espetó un día mi padre, en relación a las personas que por apatía, conformismo y falta de acciones, no hacen nada o muy poco de lo que podrían y deberían realizar, como compromiso fundamental de su vida. Su intención era, no obstante mi muy temprana edad,  dejarme claro que el hombre debe intentar con todas sus fuerzas y medios lícitos a su alcance, las tareas y acciones legales y útiles a que con todo afán y derecho aspire. Este entrecomillado por otra parte, puede relacionarse de alguna manera con el problema tan serio de obesidad que padece actualmente nuestro país.     
El Coyote como miembro del reino animal, es un mamífero cuadrúpedo de la familia de los caninos, no necesariamente carnívoro, emparentado con el Lobo, el Zorro, el Chacal y el Perro Doméstico, y familiar mayor del Talcoyote, el Tejón, el Tacuache o Tlacuache y la Onza. El Canis Latrans como se llama científicamente nuestro personaje, es en su rama animal, el más inteligente, audaz y adaptable al medio, a pesar de la intensa persecución que de muchas maneras ha sido objeto. En su extinción, se incluyen pesticidas y otros químicos agrícolas dañinos.
En parangón al llamado Lobo Mexicano, a las personas marrulleras, tranzas, falaces, embaucadoras, conseguidoras y hasta cobardes, por las que nuestro país sigue teniendo mala fama, se les llama “coyotes” Ejemplos típicos de estos individuos son algunos abogados tinterillos, pasantes de ilegales a los Estados Unidos y la fauna de mil usos  lambiscones que trafican con todo tipo de influencias.
Al Canis Latrans se le atribuyen cualidades míticas y poderes sobrenaturales. En México y en todo norte y centroamérica, su hábitat, hay infinidad de consejas orales y escritas, principalmente populares, que relatan historias espeluznantes sobre el coyote, como la facultad de subyugar la voluntad de sus víctimas y paralizar sus movimientos. Es el azote constante de gallineros y otras moradas de especies similares y de otras familias menores incluyendo la propia. Caza en solitario y es difícil que se deje ver en manada o en pareja, y sus armas principales son la astucia y la sorpresa. Es raro poderlo ver en actos de apaño a menos que se esté vigilando estratégicamente su aparición o comparecencia.
Como experiencia personal puedo aportar que en mi infancia la población de coyotes todavía era muy abundante. En Garabatos y en El Salvador ranchos donde vivimos, seguramente mayor a la media, por lo incomunicado que en la situación del país privaba.  En las noches la aulladera de éstos era tal que denotaba su gran número. Los raptos en cada gallinero familiar eran continuos. En una ocasión haciendo con mi primo Manuel Gutiérrez Galindo labores vespertinas con el ganado bovino, observamos pasar a unos metros un ejemplar bastante herido arrastrando una pata trasera, quizá por bala o trampa, que le dificultaba mucho caminar. Decidimos dizque corretearlo pero con todo y su problema no lo alcanzábamos. De vez en cuando nos enfrentaba amenazador y temible, metiéndonos el miedo suficiente para dejar la cosa en paz. Sentí varios minutos después, el escalofrío que la actitud del animal nos causaba.       
En el aspecto social, por lo del robo de las gallinas, se suele llamar “coyotes” a los   raptores, por capricho o por la fuerza, o de común acuerdo, y hasta a iniciativa de la novia o amante, principalmente en poblaciones pequeñas y medios rurales; en respuesta a obstáculos de diversa índole. En el pasado el tema llegaba a tener consecuencias graves, al extremo de enemistades sin solución o violencia sangrienta entre familiares. Muchas parejas, y ahora más, hacen esto para ahorrarse los gastos y los trámites respectivos, mayormente si la unión es motivo de restricciones civiles o religiosas.
En la Revista de Literaturas Populares de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuyo prestigio es indudable, hay dos investigaciones de Nieves Rodríguez Valle: Cinco relatos sobre el coyote (Año III, # 1 Ene-Jun 2003) y El coyote en la literatura de tradición oral (Año V # 1 Ene-Jun 2005). En la Historia general de las cosas de Nueva España, siglo XVI, Fray Bernardino de Sahagún consignó …”hay en esta tierra un animal que se dice cóyotl, al cual algunos de los españoles le llaman zorro, otros le llaman lobo, y según sus propiedades a mi ver ni es lobo ni zorro sino animal propio de esta tierra … y siente mucho, es muy recatado para cazar, agazápase y pónese en acecho, mira a todas partes para tomar su caza, y cuando quiere arremeter a la caza primero echa su vaho contra ella, para inficionarla y desanimarla con él … si alguno le quita la caza, nótale y aguárdale y procura vengarse de él, matándole sus gallinas u otros animales de su casa; y si no tiene cosa de estas en que se vengue, aguarda al tal cuando va camino, y pónese delante ladrando, como que se lo quiere comer…“  
En la historia y geografía mexicanas hay múltiples referencias como: Nezahualcóyotl (coyote hambriento) el rey poeta de Texcoco, Moctezuma Xocoyotzin, el último emperador azteca; Coyoacán en el D.F., Coyotitlán en Sinaloa. Huehuecóyotl, nagual (doble). Y hasta en rezos…”Coyotito hermoso/por la virtud que Dios te dio con tu talismán poderoso/que cargas en la cabeza/préstamelo para que con él haga cuánto yo quiera/salirme de una prisión/y en cualquier juego a que yo juegue siempre lo gane/líbrame de cuantos enemigos yo tenga/y que se enamore de mí cuanta mujer yo quiera.” O esta otra…”Coyotito hermoso/por el poder que tienes con tu colmillo virtuoso/voy a hacerlo relicario para que me devuelvas el cariño de fulano de tal/para que olvide a la mujer que tenga y venga humillado a cumplir lo que me ha ofrecido.”
En la literatura popular El coyote y el correcaminos, cómic, televisión, videojuegos, y otros productos comerciales, creado en 1949 por Chuck Jones (EU) para Warner Brothers, inspirado en una obra de Mark Twain, sigue siendo muy popular. El coyote es el personaje que recibe las simpatías.
Pero de mucho más fama, paradójicamente esto en España y otros países, es la extensa serie de aventuras del oeste El Coyote, ¡194 títulos más 7 extraordinarios!, que creó en California, E.U.A. el escritor español José Mallorquí Figuerola (1913-1972) en 1943, que a lo largo del tiempo han editado sucesivamente las empresas españolas Clíper, Cid, Molino, Bruguera, Favencia, Fórum y Planeta de Agostini, y de otros países. Mallorquí es autor también, junto con varias novelas independientes, de otras series originales, no copias de las norteamericanas como muchos lo hicieron, aunque tuvo que firmar algunas con seudónimos anglosajones como Carter Mulford. La novela deportiva (57títulos), Novelas del oeste (33t), Futuro (34t) y Tres hombres buenos (14t)  Fue también traductor de autores como Agatha Christie, Jackson Gregory, etc.     
El cine desafortunadamente no ha aprovechado al personaje como por otra parte si ha hecho con El Zorro, personaje similar de menor esencia México española (seguramente por esto), de Johnston McCulley, con una impresionante lista de películas y series gringas, con intérpretes de primer nivel como Douglas Fairbanks, Tyrone Power y Guy Williams (tv82 capítulos) y dos del español Antonio Banderas. En México solamente, El Coyote y La justicia del coyote, 1954,  Dir. Joaquín Luis Romero Merchant, español, con Abel Salazar y Gloria Marín. En España: El coyote y La vuelta del coyote, 1998, Dir. Mario Camus, con José Coronado y Chiara Casseli.
Otras películas locales con el nombre de coyote pero sin relación: El coyote emplumado, 1983, de Alfredo B. Crevena, con María Elena Velasco “La india María”, El coyote y la bronca, 1978, de Rafael Villaseñor Kuri, con Vicente Fernándes y Blanca Guerra, La coyota, 1983, con Beatriz Adriana, y La venganza de la coyota/La hija de la coyota, 1984, de Luis Quintanilla, con Mario Almada y Rebeca Silva. Hay aparte en algunas películas personajes con este nombre, como el de Alejandro Ciangherotti en Los tres huastecos, 1948, de Ismael Rodríguez, con Pedro Infante y Blanca estela Pavón.