sábado, 15 de abril de 2017

SERVICIO MILITAR

De enero a diciembre de 1956 cumplí con mi Servicio Militar, Cartilla No. 2795043 liberada el 9 de diciembre de dicho año, con el 100% de asistencias dominicales (50) que en los terrenos del campo de Fut Bol Almenas y otros sitios de Atotonilco nos impartió el Capitán Botello y aprobaron el General de División Gustavo G. León González y de Brigada Rosendo Cuevas y Rojas.
Por falta de información e ignorancia fue extemporáneo mi cumplimiento, pues debí hacerlo en 1954 o 1955 tomando en cuenta mi nacimiento en 5/2/1936. Estaba muy cargado de trabajo; en los principios de 1954 trabajaba los 7 días de la semana como encargado de la tienda La Colmena y en los de 1955 estando ya en Banamex, los domingos suplía a mi padre en la tienda de abarrotes familiar. 
Los remisos éramos varios, entre ellos mi primo Heliodoro de la Torre Hernández, con quien y creo que con David Verduzco, formamos el trío de comandancias en que dividió el capitán la nómina de conscriptos correspondiente. En mi condición de remiso, que también lo era Heliodoro, teníamos algunas restricciones como no formar parte del equipo de fut bol, ni representar a la generación en actos con las autoridades municipales u otras.
Pero sí tomamos parte preponderante en los extras o eventos y tareas sociales de servicio a la comunidad.
Así, en mi comandancia de 36 elementos, realizamos la limpia del río Taretan desde el desagüe del manantial hasta el estanque o baño público al aire libre muy concurrido por la gente, principalmente los fines de semana. Consistía en retirar las piedras, verdaderas rocas,  troncos, matorrales secos y otras basuras acumuladas, así como reforestar con tules o laureles de la india el tramo de poco más de un kilómetro. Algunos de esos árboles aún deben de estar frondosamente decorando el  paisaje.
Entre los ejercicios y de fortalecimiento que realizábamos fuera del campo almenas, en una ocasión el capitán Botello nos sacó a la carretera rumbo a Tototlán en dos filas indias a sus  márgenes u orillas. Habíamos marchado, en despoblado entonces, peligrosamente por el tráfico existente, un poco más de dos kilómetros, por ahí a la altura de El Nacimiento, ahora totalmente urbano.
A uno de los compañeros conscriptos se le ocurrió cruzarse del margen derecho al izquierdo, sin tomar en cuenta que en sentido contrario venía un camión torton con arena. El conductor, que creo era un hermano de Javier Oliva “El Gancho” que conocíamos bien, maniobrando con gran dificultad y mucha pericia, logró esquivar las dos filas de los bisoños soldados sin, gracias a Dios, alcanzar a golpear a ninguno. Recuerdo con claridad que vi pasar reguileteando a unos cuantos centímetros la carrocería del vehículo. Resultó que Luis Sepúlveda, hermano de David, que se había hecho la pinta, apareció descolorido como pan de cera entre la arena.      
Este servicio militar lo tomé muy en serio y con miras a fortalecerme en todos sentidos. El trabajo intenso de todos los días, tanto en los tres años a cargo de La Colmena, lo que llevaba en Banamex, y también los seis años de la primaria, así como, dentro de esta, el haber contraído la danza de san vito por desnutrición y sobre cargas de trabajo (ver relato) no me habían dejado muy bien parado.