viernes, 18 de agosto de 2017

BANAMEX, PORQUÉ LO DEJÉ Y OTRAS CONFESIONES


El ser humano tiene el derecho, pero más la obligación, de emprender con todas sus fuerzas válidas y lícitas a su alcance, las empresas y caminos para los que esté capacitado

Mi trabajo en Banamex por veinte años, junio 8 de 1954 a 30 abril 1974, sin falsa modestia y en opinión personal, ejemplares y con mucho que presumir y siempre la satisfacción del deber cumplido con un extra y de mutuo propio emprendimientos y aportaciones personales a favor de la institución, según he demostrado en los relatos y ampliaciones encabezados con dicho nombre, colaterales e historias complementarias a cada trozo de labores y encomiendas, aquí quiero explicar por qué dejé el banco en una posición del todo favorable.   
Sustancialmente por las razones que más abajo desgloso en relación con la institución, decidí probarme en empresas propias bajo el paradigma, conforme al enunciado propio que como referencia encabeza este artículo, de haber visto nacer, crecer y desarrollarse negocios, no pocos a asesoría y sugerencia personal, en varios clientes y conocidos, desechando irremisiblemente, a diferencia de algunos compañeros del banco que, contra las reglas establecidas, iniciaban o se asociaban en diversos comercios, desatendiendo en el grado que fuera, a veces drásticamente, sus capacidades en el cabal cumplimiento de las responsabilidades de su trabajo. 
Paralelamente a lo arriba expuesto, lo digo con todas sus letras y con el acto de contrición y derecho al que me sentía, si no merecedor correctamente, sí con motivos para tomar la decisión y los riesgos correspondientes, bajo el precepto de causa y efecto por mucho tiempo evaluado, ceder a las tentaciones de cupido, acunándome en diversos brazos, pero, considero adecuadamente, respetando a cabalidad la dignidad y honorabilidad del género femenino, anteponiendo absolutamente el veto a la relación de este tipo con compañeras,  empleadas y familiares de amistades.
Ajeno a lo anterior, para fuera del banco, rechacé muchas ofertas para ocupar puestos directivos empresariales y de socios industriales para iniciar explotaciones (v.gr. en Atotonilco don Víctor González Orozco $50,000.00 de 1955 o 1956 para otra distribuidora abarrotera y afines; Enrique Fonseca Navarro, 1956 o 1957 el cargo de gerente en la abarrotera La Casa Amarilla; la Distribuidora Vidriera y Similares de Aguascalientes una sucursal ahí mismo; el Sr. Miguel García de Alba de Zamora el manejo de sus negocios, etc. y hasta en varios bancos inmediato a mi renuncia a BNM, puestos de dirección en Guadalajara.           
Dentro de mi andar en Banamex, aunque entonces no lo tomé a pecho, si no como un acicate especial, la acción dictatorial del contador en Atotonilco a principios de 1954 a mi ingreso, por demostrarle un procedimiento administrativo equivocado en el banco. Luego en la misma sucursal permanecer innecesaria y por egoísmo de los superiores, siete años cuando al año y tres meses podía haber salido en un ascenso importante.
Al cambio, por fin, a la sucursal Guadalajara el 15 de mayo de 1961, la acción traicionera de mi antecesor en el departamento de Análisis de Crédito y por consecuencia el trato infame del primer subgerente, con quien se veían los estudios financieros, en un análisis de crédito correcto de un cliente.
Así mismo, después de las magníficas actuaciones en dicho departamento de Análisis de  Crédito, la subcontaduría de Guadalajara, contaduría de Tepic, subgerencia de Zamora; y ya para irme a abrir una sucursal, la trastada y engaño en 1966 del nuevo gerente de la Guadalajara y el Gerente Regional de la zona, pidiéndome el apoyo por seis meses como subgerente, para dejarme en el cargo indebidamente por dos años ocho meses, y entregarles el puesto a dos en vez de un sucesor por lo recargado de mis responsabilidades (a Enrique Pérez Maestre y José Quiroz Jr.) 
Las carencias de deferencias y reconocimientos en general, y en especial del director divisional y su gente, entre ellos un administrativo advenedizo del D.F. que en la Guadalajara nunca faltaban, quien además formó un grupillo de lambiscones, a fin de  enviarme a mi primera gerencia con exageradas e innecesarias advertencias y condicionamientos, donde superé con creces sus expectativas y senté un precedente de innovaciones y superación de opciones de servicio. Además, mi jefe divisional junto con su cuadrilla de cuida escritorios, me pidió que investigara en mi  nuevo destino acerca de los problemas etílicos y negocios que tuviera a quien le iba a recibir la gerencia. Al contestarle que no me correspondía ese trabajo, porque no era policía ni soplón, se cambió de tema. 
Dicha gerencia en sólo un año nueve meses la dejé como ejemplo a seguir por subsiguientes titulares, tuve que entregársela a mi sucesor durante más de mes y medio, agosto y más de la mitad de septiembre de 1970, porque se le hacía mucho el paquete,  de manera similar a la entrega de mi subgerencia de Guadalajara. Tuve que ocurrir a recibir mi siguiente destino gerencial a Guadalajara Independencia en quince días y volver, en septiembre, a terminar la entrega, sin dejar de notar la incapacidad que tenía para el puesto.
Unos tres o cuatro meses después, diciembre de 1970 o enero de 1971, el mismo director divisional, que como gerente de la sucursal Guadalajara, me había traído tan largamente ahí como subgerente, me pidió que si podía ir a sus oficinas para aclarar unas quejas que estaba presentando mi sucesor de la citada gerencia. Me imaginé claramente de lo que se trataba. A mi respuesta de “cuanto antes” me citó para las diez de la mañana del día siguiente.
Como era costumbre bromeé con la Srta. María Dolores Pelayo Gutiérrez, permanente secretaria de la Guadalajara y de la dirección, a mi respuesta afirmativa a su pregunta igualmente en broma de que si iba nuevamente a perder el tiempo, en vez de atender mi sucursal.   
Con más de una hora de retraso me pasaron a la sala de consejo, encontrándome ante siete sinodales o fiscales expectantes a mi ingreso.
-Montoneros, ¿eh?
-¡Para terminar más rápido! Felipe (expresión totalmente falsa)    
-Fíjate que nos han llegado una serie de quejas que esgrime el nuevo gerente en tu contra.     
-Ya me las imagino, vamos a verlas todas, de una por una.
Duramos más de cuatro horas desmenuzando cada caso. Afortunadamente expliqué y justifiqué ante lo bola de pirañas que empezaron queriéndome comer vivo; muy en específico el titular analizador de crédito, primo de una de los clientes a quien no le tenía fraternalmente ni remotamente buena voluntad; personaje que no me había ganado una en incidentes al caso de créditos durante mi gestión ahí; como buen cagatintas y cuidador administrativo falso de su escritorio, sin criterio para calificar la esencia conveniente del servicio a la clientela (estudios autorizados de los planes agrícolas para el maíz y lenteja)  y que por consecuencia no era yo santo de su devoción.
Al término de la prolongada reunión el director divisional occidente, concluye:
-No hay problema Felipe, aclarado, todo en orden
-No, sí hay problema; como no se levantó aquí acta pormenorizada de lo tratado y como las palabras se las lleva el viento, voy a enviarle tales cuales mis contestaciones por escrito; las elaboraré el domingo, tenga la seguridad, para no restarle tiempo a las ocupaciones nominales de mi trabajo. Así lo hice. Para cualquier aclaración conservé, y conservo, una copia de la contestación consistente en una decena o docena de hojas.      
Aparte de las anteriores, otras razones para abandonar BNM fueron por ejemplo, el ver casos de injusticia que dejaba suceder con empleados y funcionarios que al demeritar sus funciones y capacidades por enfermedad u otras circunstancias, los desamparaba y dejaba a su suerte, o simplemente despedía. 
Por el contrario, claro que hubo muchos momentos de especiales satisfacciones, como ingresar al banco después que don Urbano Diaz Aguirre me rogó durante tres años y su especial interés por llevarme a La Paz, B.C. en 1955 y su deferencia en Independencia Guadalajara en 1970 o 1971 por considerar innecesario y declinar como visitador de la Dirección General, practicar revisión, pidiendo destino a otra sucursal; las vueltas a los departamentos y suplencia a contaduría con el encuentro de anomalías económicas en caja chica, y el apoyo, básico e importante a la gerencia durante siete años en Atotonilco.      
Las dos idas en sendas semanas santas de 1960 y 1961, en días de descanso, a la sucursal Santa Mónica, a pedido de Salvador Dávalos Gutiérrez, y 30 días a Guanajuato en Nov. Dic. de 1962 en vez de salir de vacaciones, a pedido de Enrique Ezqueda Garibay, para solucionar entuertos en los tres casos que no es mi intención personalizar. El haber introducido dentro de mi subgerencia en Guadalajara a la filial AMESA, Arrendadora de Maquinaria y Equipo, después Arrendadora Banamex, por el interés en mi persona del director y fundador de la misma Sr. Roberto T. Marcor, mediante un curso de capacitación exprés en el D.F. Haber tomado parte como único subgerente (Zamora) en un plan piloto de dinámica de grupos para gerentes y funcionarios de dirección en la ciudad de México en mayo-junio de 1966 de cuatro semanas, con extensión de una más como premio (semana anual de Ejecutivos de Ventas) por los buenos resultados del extraordinario curso.
Gran satisfacción desde luego, haber impulsado muchos negocios y emprendimientos merecedores obviamente de apoyo, como en Zamora (plan de crédito agrícola con Heinz Alimentos par al cultivo de la fresa a ejidatarios, y la campaña olímpica de ahorros en que salí campeón regional) y Zacapu (plan de cultivo para el financiamiento, por primera vez tanto en la banca privada como oficial para el cultivo del maíz de temporal en el altiplano, así como en Coeneo y Huaniqueo para la lenteja) Por el contrario, la eliminación de clientes por créditos indebidos y viciados y, por lógica, peligrosos (v.gr. uso peremne de préstamos directos y simulaciones mercantiles, peloteo en Guadalajara Independencia, como deporte preferido, con cheques y chequeras falsas, donde el principal centro de aprovisionamiento era el mercado de abastos. etc.)    
Desde al inicio de mi carrera en Atotonilco, una efectiva y práctica enseñanza profesional si querías, me dediqué en todos mis cargos a colaborar con compañeros y funcionarios de manera espontánea, enseñando, sobre todo en dicho lugar a los de nuevo ingreso y como instructor en los cursos oficiales de capacitación en la Guadalajara. Además llevé de la mano a varios en planes de entrenamiento, así como a algunos en procesos de recuperación por recaídas en sus cometidos laborales.    
También intervine en casos que correspondían a otras sucursales o dependencias, que los clientes afectados por amistad y confianza me confiaban. Por ejemplo en Aperturas de Crédito de Habilitación o Avío y Refaccionario, en los que por falta de explicación, indicaciones precisas y falta de seguimientos, los acreditados invertían todo o la mayor parte del dinero indebidamente,  por ejemplo  en instalaciones fijas (refaccionario) en vez de en forrajes, vacunas y otros insumos para la producción (avío) y se iban a cartera vencida y hasta al departamento legal de manera injustificada, sin dejar de concurrir acciones inmorales diversas de  más de algún funcionario o abogado externo del banco.
De mutuo propio y por autorización del contador Enrique Moncada Hernández, en Atotonilco, ir en la noche a la hora que terminara el apagón consuetudinario de la, creo, Cía. Eléctrica de Chapala, a elaborar los duplicados diarios de las cuentas de cheques, que me correspondían, porque a falta de la máquina eléctrica, hacerlos con la sumadora mecánica manual tradicional Burroughs y un sello fechador de goma, quedaban horribles.
Las estupendas recepciones por mis antecedentes de carrera de los gerentes señores Amador Murguía Blancarte en Guadalajara, Gilberto Sarmiento Maldonado en Tepic y Claudio Pita Hurtado en Zamora; las atenciones y amistad con Enrique Esqueda Garibay, gerente en Atotonilco y Roberto de la Rosa Nuño, quienes me sacaron de Atotonilco en 1961; las deferencias y amistad con Francisco Morales Solórzano, a quien decidí presentarle, a principios  de marzo o abril de 1974, mi renuncia en la dirección general en el D.F. con el pretexto de que Adolfo Sánchez Medal, director divisional occidente, andaba de vacaciones en Europa; César Navarro Fernández, y muchos compañeros y compañeras más que reconocían y admiraban mi trayectoria en la institución.     
Lo hasta aquí nombrado, como anoto al principio de este trabajo, está contenido en sus respectivos relatos hasta abril de 1974 cuando decidí salir del banco. Mis diversas actividades a partir del 20 de mayo del mismo año en el medio editorial, y las de las demás actividades hasta el presente, que son bastantes, incluso lo faltante en orígenes y árboles genealógicos, espero terminarlos y darlos a conocer con la ayuda de Dios lo más pronto posible y darle curso a su publicación en los tomos o libros necesarios.   
Permítaseme también sin fin alguno de presunción, agradecer a Dios los privilegios que me ha concedido, hacer acto de contrición por mis acciones de libre albedrío. Mi memoria privilegiada que me ha permitido recordar cosas desde los dos años de edad; el descubrimiento del libro (Guillermo Tell) a los 4 años y la proeza de mi padre para leérnoslo) Llevar el primer lugar absoluto en la primaria; mis primeros trabajos formales inmediatos. Mi actuación exitosa en el ramo de las publicaciones y de asesor en seguros; la capacidad para escribir mis vivencias y relatos y el blog en que están una parte de ellos, el árbol genealógico en internet y muchas otras cosas. 
Además haber tenido el tino de a regañadientes obligar, tal cual, a mi padre para que, una vez que le pedí que dejara cada año de trabajar seis meses en los EUA, porque nos hacía falta y como padre sustituto ya no podía con mis hermanos, en vez de ocuparse de un trabajo deel todo inconveniente ahí en Atotonilco, a sus espaldas convine con el Sr. Trinidad Vázquez el traspaso de la tienda de abarrotes ubicada en la esquina norte de Colón y Javier Mina, donde ahora continúa café El Zancas; siendo esta miscelánea para buena fortuna, el principal sostén familiar incluso para otros de  mis hermanos, donde colaboré significativamente  no obstante mi trabajo, en su buen desarrollo.