viernes, 3 de abril de 2020

TRASNOCHADA PELIGROSA


¡Híjole! ¿Qué horas son? ¡Casi las siete y media, en la madre!
En punto de las ocho estaba subiendo aquella mañana la escalera de un solo tiro del departamento en que vivía.
Su esposa lo estaba esperando en jarrillas en el remate de los escalones
-Déjame pasar, voy a bañarme, por favor prepárame unos huevos tibios y un pan. Tengo que estar a tiempo en el banco.
Efectivamente, unos minutos antes de las nueve ya estaba en su escritorio listo para atender a la clientela y sus demás responsabilidades como segundo ejecutivo de la sucursal, pero prácticamente en funciones de gerente.  
El enorme volumen y trajín compuesto de firmas y autorizaciones varias a jefes de departamentos y otros subordinados y principalmente la atención a clientes y público demandantes, en aquel lunes de mediados de los 1960´s no le representaban afortunadamente mayor menoscabo de capacidad y diligencia no obstante la irremisible resaca y desvelada correspondientes, merced a que sus facultades atoxínicas y de asomnia de siempre, estaban en plenitud. 
Como a eso de las once apareció el cliente con quien había andado de parranda nocturna dominguera, después de una suntuosa comida en la casa de campo de un conocido agricultor e industrial zamorano.  
Desde uno de los amplios cristales, sin entrar le hacía señas para salir, al negarse y a de que él entrara, se sentó en uno de los tres o cuatro sillones para atención al público alrededor de su escritorio. 
-Vamos a tomarnos una cerveza 
-Pinche correlón; no me voy a tomar ninguna cerveza ni nada
-Cómo te voy a creer ¡a poco no se te antoja!
-Puede que se me antoje, pero estoy trabajando, y a propósito, corriste como los franceses
-Ya era muy noche y tú no tenías para cuando
-Sí, pero no se deja así a los amigos y menos tan retirado
-¿Qué pasó, cómo te fue.
-Desperté como a las tres o cuatro horas; dejé una generosa paga y afortunadamente todavía estaba el amigo taxista de guardia y a mi casa a las ocho, regadera, un tente en pie y aquí en mi escritorio unos minutos antes de abrir 
-Es increíble ¿cómo jodidos le haces? 
-Nomás le hago 
-En la comida el Sr. García de Alba te ofreció la administración de sus empresas, debías aceptar 
-Mi propósito es seguir en el banco. Ya en otro lugar me han hecho ofertas similares y no he aceptado 
-Pues te deseo muy sinceramente que te vaya de lo mejor, cuídate  
-Gracias, ahí la llevamos.