domingo, 19 de marzo de 2017

SE ECHÓ EL CABALLO ENCIMA

Francisco Orozco chico era un individuo bastante popular en El Salvador y ranchos vecinos, era de El Ranchito colindante con el primero, donde vivíamos, y con Garabatos o si se quiere con El Carmen, así llamada la parte de este último que don Cirilo Franco Hernández se adjudicó (ver relato Un falso hacendado) 
Su papá del  mismo nombre era el propietario del rancho citado y su hijo se dedicaba a la buena vida más que a labores propias de la hacienda. En una ocasión de visita en El Salvador en inconveniente estado festivo anduvo haciendo galanuras y piruetas en el magnífico y fino caballo que montaba, ocurriéndosele calarlo en el puente que en aquel tiempo, primeros años de los cuarentas del pasado siglo veinte, existía en el camino real para pasar el río y salir del rancho, siendo tan pasado de fuerza y falto de pericia el jalón de riendas al equino, que se lo echó encima de lomos aplastándolo mortalmente con la cabeza de la silla de montar.
Don Francisco con la muerte del hijo vendió El Ranchito trasladándose a Atotonilco el Alto, Jal., donde compró una propiedad en el No. 17 de la calle Porfirio Díaz en el barrio del Chichimeco, instalando una pequeña fábrica de tequila, posiblemente porque observó las dos que había en El Salvador propiedad una del Ing. Pablo o Porfirio Barba hijo del famoso hacendado y charro don Andrés Z. Barba y la otra de don Carlos González Estrada.  
Al poco tiempo a don Pancho le compró la propiedad don Julio González Estrada 7/1/1925-20/3/2012, hermano de don Carlos, naciendo ahí en 1942, con consecutivas ampliaciones y modernizaciones, bajo el nombre de La Primavera,  la empresa Tequila Tres Magueyes (ver relato Empresarios Atotonilquenses Industria Fábricas de Tequila) cuyo nombre ha sido marca insignia de la organización y al tiempo, 1987, de Don Julio, gran marca plus que después de varios propietarios (Seagram, Funtanet, Cuervo) es ahora de la empresa británica internacional Diageo.
Me tocó llevar una relación cercana y de amistad con don Julio en Atotonilco, desde que llegamos ahí procedentes de El Salvador al inicio de 1945 y conocerlo tal vez en este mismo rancho por la fábrica que ahí había construido don Carlos. Al ingresar a Banamex en junio de 1954, el contacto fue más constante. Incluso en la semana santa de 1960, trabajando dichos días santos para arreglar a puerta cerrada unos problemas del banco en la sucursal Santa Mónica de Guadalajara, fue a ofrecerme me fuera a Tres Magueyes, que con toda corrección decliné, pero le sugerí que se lo propusiera a mi compañero Francisco Hernández Muñoz, que no estaba a gusto en el banco ni éste con él, y así duró muchos años en dicha empresa, cosas que relato en escritos aparte.