sábado, 24 de febrero de 2018

DON LUIS LUNA LEÓN

Fue un fuerte y prestigioso empresario en Zamora, Mich., y cliente base de Banamex en dicho lugar cuando llegué de subgerente a la Perla del Duero, procedente de la contaduría de la sucursal en Tepic, Nay., a medidos de 1964, en donde su gerente don Claudio Pita Hurtado me había soltado prácticamente el manejo de la dependencia (ver relatos Banamex Tepic y Banamex Zamora)    
El señor Luna León era dueño de las empresas: Distribuidora Automotriz Chrysler, Casa Luna de electrodomésticos y muebles y similares para el hogar, de la Distribuidora de tractores David Brown y Massey Ferguson, así como muy fuerte en armas y municiones, ramo que entonces no prohibía manejar el gobierno federal.     
Don Luis en especial, como en general los demás clientes del banco, lo digo sin absoluta falsa modestia, me habían brindado su amistad y confianza. Él bajo su nombre original de Manuel Ramírez de Olivas, o Manuel Ramírez Oliva, había sido durante la Revolución Cristera jefe de grupo militar en la zona de su original Teocaltiche, Jal., y miembro del estado mayor del general en jefe del movimiento nacional armado Enrique Gorostieta Velarde.  Por razones de elemental seguridad, al finiquitarse la Cristiada, como otros hombres participantes en la rebelión, se había cambiado de nombre y de lugar de residencia. Su hermano don Rafael Ramírez de Olivas, también miembro del empresariado zamorano, con quien así mismo llevé muy buena amistad, era dueño de la prominente fábrica de sueters ODIL siglas invertidas de su empresa La Industrial de Occidente.        
Conociendo que llegaba a trabajar  al banco a las 8 de la mañana en vez de a la apertura a la clientela a las 9, en varias ocasiones iba a esa temprana hora a platicar conmigo principalmente del movimiento armado. Caminaba siempre sin dar la espalda, o sea, de alguna manera de lado, en razón de las vendettas, ajusticiamientos y “venadeadas” que el ejército siempre llevó acabo posteriormente a los malhadados “arreglos” que el mando clerical católico realizó con el presidente interino en turno Emilio Portes Gil, sustituto de Plutarco Elías Calles, a mediados de 1929. Con todo esto era conocida la relación conveniente que don Luis mantenía con el sector militar.   
En una ocasión no bien instalado aún en mi escritorio; creo que me había estado esperando, llegó acompañado de manera más sigilosa de un excombatiente cristero, mayor de edad como él, de complexión delgada pero de movimientos todavía muy ágiles; típica presencia del alteño jalisciense activo y correoso. Me confió que iban a permanecer sólo unos minutos por razones obvias de seguridad; que quería que conociera a su amigo Díaz (desgraciadamente no he podido recordar su nombre de pila) que había sido asistente personal del general Gorostieta y radicaba en la región de Arandas. Al caso, en el contingente de 18 combatientes que acompañaban al general Gorostieta en la fatal emboscada del 2 de junio de 1929 en la Hacienda del Valle Mpio., de Atotonilco el Alto, Jal., no se identifican 3, de los que posiblemente el visitante Sr. Díaz haya sido uno de ellos. Me platicaron algunos pasajes de su participación en el movimiento armado cristero y se despidieron afablemente. Luego lamenté no haber aprovechado la visita para obtener mayor y valiosa información histórica de la sublevación  cristera, ante este interesante personaje.   
Dos testimonios del temple, hombría y personalidad de don Luis:
Primero, la carta respuesta que dirige el 1 de abril de 1928 (fuente Crónicas de un cristero en internet) en reproche a la petición de combatientes y civiles para que el movimiento armado y él en lo particular depusieran las armas. Es una verdadera joya de patriotismo y dedicación irrestricta a la creencia en una causa justa en defensa viril y valiente contra los atropellos de un gobierno siempre persecutor de la religión, con clímax en el mandato de Plutarco Elías Calles.
Y segundo, la semblanza que el padre Heriberto Navarrete detalla en el libro Los cristeros eran así… de Editorial Jus, 1968, No. 76 de la Colección México heroico, en la parte Cristeros de Teocaltiche. A este respecto, el autor, hasta donde se sabe, no trasladó nunca a letra escrita, el acervo cuantioso y cualitativo sobre la revolución que declara haber grabado con don Luis.