lunes, 18 de agosto de 2014

RANCHO LAS HORMIGAS

La tía Julia, que inició la prole de mis abuelos maternos Manuel Galindo González y Emilia González Franco, nació el 7 de enero de 1907 en el rancho La Hiedra, contiguo a El Capulín y La Esperanza, del municipio de Tepatitlán en Los Altos del estado de Jalisco y falleció en Atotonilco El Alto el 25 de agosto de 1998. Mi abuelo era de La Esperanza, rancho del bisabuelo Justo Galindo Castellanos, jefe político y de acordada de Tepatitlán, y mi abuela de El Espino, contiguo a rancho Cerro Gordo (no San Ignacio Cerro Gordo, actual 125º municipio jalisciense).
Bien, la tía Julia como primogénita fue la primera en casarse, y lo hizo con el acomodado soltero del rancho del título, Alberto Navarro Navarro, donde establecieron su hogar. El lugar se ubica entre San Francisco de Asís (antes La Estanzuela) y San José de Gracia (antes El Bramadero) El tío Alberto, a quien traté mucho, ya contaba con algunas tierras, que se incrementaron casi de inmediato con las que le encomendaron sus dos hermanos, Leopoldo y Antemio o Artemio,  que se fueron a radicar a los Estados Unidos, y volvieron mucho después sólo de visita, porque se habían arraigado en el norte. Luego y durante varios años siguió aumentando su patrimonio de forma importante. Tierras, ganados, fincas, agave tequilero y operaciones financieras con dinero, fueron haberes importantes en su capital.
En este rancho vivía también el tío Ramón Franco González, hijo de Cirilo Franco Hernández (ver relatos Un Hombre Excepcional, Un Falso Hacendado y El Primo más Justipreciado) En su casa contigua a la del tío Alberto, corral grande de por medio, tenía unas zahúrdas donde cuidaba caballos finos para las carreras parejeras, que tanto se celebran en la región. Las tierras que había heredado, y sus demás cosas, al tiempo se las vendió al vecino, y ahora son propiedad de su hijo, mi primo Leopoldo. Ninguna de sus actividades representaba mayor negocio, pues para todo, al igual que para su casa, tenía sirvientes. Su esposa, la tía Cayetana Castellanos, era de la misma forma de vida y originaria del mismo lugar de la abuela Emilia y su pariente.   
El carril (hipódromo rural) de este rancho, era muy conocido en una basta región. Se  efectuaron ahí carreras famosas, con caballos como El Centenario; teniendo su oportunidad cuidadores como el tío Ramón y Eliseo González, hijo del tío abuelo Juan González Franco (relato La Sardina Descompuesta) que fue reconocido en otros carriles, como el de Tateposco en Tlaquepaque, goteras de Guadalajara; así como el corredor (jockey) apodado El Centavo, que era pariente de la familia.     
El primer yerno de los abuelos era extremadamente parco en sus negocios y cosas, pero basto en los requerimientos de su casa. Falleció 27 de abril de 1967. Sus diez hijos recibieron herencia importante, sobretodo Manuel y Leopoldo ya mencionado.