jueves, 11 de mayo de 2017

BANAMEX TEPIC, EXTENSIÓN

El día de mi llegada a Tepic, vía autobús, como a las cuatro de la tarde del día siguiente en que la víspera había laborado en mi subcontaduría de Guadalajara, sólo estaba en la oficina la Srta. Alicia Lara secretaria de la gerencia.
-No está el Sr. Sarmiento, creíamos que todavía no iba a llegar
-Si ayer trabajé en Guadalajara, hoy ya me toca hacerlo aquí.
Me fui a hospedar en el hotel Continental, en lugar de Sierra de Álica que era el mejor, y a las 8 de la mañana del día siguiente, no a las 9, como fue siempre mi costumbre, ya estaba en la oficina esperando al Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado.  
-No lo esperábamos ayer, pero ya me explicó Alicia. Su escritorio es el segundo después de este y el anterior será de Francisco Loera Carrillo que asciende de contaduría a subgerente. ¿Qué le parce la sucursal?
-Disculpe; realmente está fea
-Ya me esperaba la respuesta; nos vamos a cambiar de inmediato al nuevo edificio del banco en la Avenida México, la principal de Tepic. En lo particular quiero precisarle algunas cosas. Conozco perfectamente su trayectoria en Banamex; le voy a encomendar doble chamba; aparte de su contaduría que no va a ser nada fácil porque no he podido corregir algunas cosas del personal y de mis antecesores; va a tener que levantarle la canasta a Loera que no sabe nada de crédito y los estudios de usted van a ser indispensables
-De acuerdo, con gusto colaboraré lo más amplio que pueda; voy a procurar que el Sr. Loera no lo tome a mal   
-Ya lo sabe; únicamente le pido que guarde cuidado y distancia con él.
-Tampoco por eso se preocupe.
En la presentación del personal, que procedió a continuación, pude observar ciertas cosas no muy ortodoxas principalmente en algunas de las muchachas. La recepción de la contaduría realmente fue rápida, máxime que el entregante iba a seguir presente. Me invitó al terminar al bar del hotel Sierra de Álica.
Al llegar, por la cantidad de amigos que nos saludaron, estimé que la cosa iría para largo. A la tercer o cuarta cerveza de cuartito, nunca he sido cervecero, pedí cambiarle a tequila, siguiéndome varios de los acompañantes. La prolongación fue hasta la noche, obviamente no regresamos al trabajo. Ya cerca de la media noche llevé prácticamente en hombros a mi compañero a su casa, en la que su esposa me hizo muy mala cara.
A las ocho del día siguiente, después de despachar algunos asuntos pendientes, en cuanto llegó don Gilberto
-Quiero ofrecerle disculpas por lo de ayer en la tarde; le aseguro que no volverá a suceder
-No se preocupe, ya me la imaginaba con este hombre, pero no que fuera usted tan bueno para tomar y menos tequila, y para rematar llevar a Francisco a su casa.
-¡Caray, que rápido corren aquí las noticias!
-Así es; aunque capital esto es un pueblo. Quiero aprovechar además para lo siguiente. Entre otras cosas de cuidado especial, le informo que la agencia Ford, Plascencia Motors de Nayarit de los empresarios de Guadalajara, a cargo aquí del Sr. Germán de Zulueta, sitúa cada viernes una orden de abono a las oficinas regionales de la marca en Mazatlán por $50,000.00, que hay que pasar por teléfono inmediatamente (ver relato Reclamo falso e insolente) Aparte la empresa Tabacos Mexicanos deposita para su empresa matriz en el D.F. depósitos cuyas copias hay que enviarle por correo certificado también el mismo día temprano.          
-Tendré especial cuidado.
El cajero principal Ramón Nuño Vázquez, que estaba anquilosado en el puesto, como sucedía en no pocas sucursales del banco en aquel tiempo, unos días después me invitó a un convivio dominical por el cumpleaños de una clienta amiga suya. Se trataba de una señora cuarentona con dos hijas que le ayudaban a preparar comidas en su casa para diversos grupos de conocidos. Me recibieron muy bien y de inmediato me empezaron a prodigar atenciones un tanto especiales, que a los concurrentes, en gran parte choferes y operadores de trailers, no les cayó bien y más por mi manera de tomar y conservar la compostura.
Al echarme el caballo encima, la intervención de las damas fue determinante pero también mi actitud sin aprensión. En el ínter Ramón Nuño ya había puesto pies en polvorosa. Su asombro al verme en mi escritorio el lunes como si nada, le causó mucha extrañeza pero ningún sentido de culpa por su actitud. Aunque parezca poco creíble la inamadversión de los nayaritas contra jaliscienses, jalisquillos dicen, era entonces más notoria.         
En el relato Banamex Tepic cuento varias otras anécdotas y en este sólo quiero extenderme a repetir que ahí me tocó capacitar en plan de entrenamiento a Fernando Veytia Jr., el mandoncito a su paso de antaño por Atotonilco, que de banco no sabía más que su papá era miembro de la dirección general, y que sólo quería posicionarse para sus argucias en la institución (relato Banamex Guadalajara Dos y “Si no te acompañara una persona decente…”)     
A los diez meses de labores, mediados de 1964, ya con mi hijo Francisco José nacido el 4 de marzo, pasé a la subgerencia de Zamora, Mich., con singular fortuna bajo la tutela de don Claudio Pita Hurtado, otro gran gerente, antes de que el diablo volviera a meter la cola  en mi carrera vía Fernando Veytia, don Adolfo Sánchez Medal y don Manuel Moreno Guevara.