miércoles, 13 de agosto de 2014

MEDIEROS Y CAMPESINOS DE MI ABUELO

Antes, en el relato Garabatos, mencioné que el rancho de mi abuelo materno Manuel Galindo González, era con mucho el más importante de los cuatro que se designaban con el mismo nombre; el segundo era el de los parientes de la Torre de la Torre del otro lado del río; el tercero, con lo que se adjudicó Cirilo Franco Hernández, vividor concuño del abuelo; y el cuarto, el ejido que alevosa e inadecuadamente se implantó ahí, por las artimañas de don Cirilo, con las tierras estafadas a familias como la de mi abuelo paterno Cipriano de la Torre Angulo, los mencionados parientes y otras personas, en una falsa promesa de venta que les hizo este pillo en connivencia con el gobierno, y de alguna manera solapado por sus patrones los señores González hacendados de Jalostotitlán.
El rancho de mi abuelo, al que muchos ya le llamaban hacienda, mantenía varias familias, en la calidad de medieros, campesinos o asalariados; que en parte vivían en casas construidas en las propiedades del patrón. Algunos venían todos los días de ranchos vecinos, como San Ramón y Ojo de agua de Latillas.
Entre los que ahí radicaban, recuerdo en especial a Anastasio “Tacho” Sánchez y su tía Cirila; don Ángel Gazca su esposa doña Porfiria y su hijo Refugio; los hermanos Morales,  asentados unos al otro lado del río, cerca de las propiedades de los parientes de la Torre, y otros se trasladaban a diario de San Ramón, como Ángel y su esposa Alejandra, Pedro y su esposa Genoveva y J. Guadalupe; los Morones, que eran bastantes y doña Pachita su mamá, que les hacía pie de casa porque su marido los había abandonado; recuerdo a Julián, Aniceto, Leopoldo y a Piedad, muchacha a la que le fallaban algunas facultades. También, en los terrenos ya cercanos a la propiedad del tío abuelo Pedro Galindo González. Se asentaba el mediero Eusebio Murillo y su familia, colindando el callejón donde, más hacia los terrenos de los ejidatarios, el comisario ejidal Alfonso Aranda mató al tío Rafael hermano de mi madre.
Todos sembraban a medias de los rendimientos (medieros) con gastos a cargo del dueño, su labor, básicamente, de maíz de temporal combinado con frijol; gozaban para el  mejor sustento familiar, de una sección o huerto, normalmente contiguo a sus casas, al que además del maíz, le intercalaban calabazas y chilacayotas, que podían durar de año a año, y algunas hortalizas. Casi a todos se les proporcionaba una vaca para su leche y criaban animales domésticos libremente.
En tierras del dueño, aparte del maíz y frijol en tiempo de lluvias, en época de secas se cultivaba trigo, garbanzo, avena y otras gramínias, y hortalizas, donde la gentes  trabajaban a sueldo como labriegos. Aparte, se les empleaba en el manejo de los diversos hatos de ganado vacuno, bobino, porcícola, caprino y otros, y de ser necesario, apoyaban en el cuidado de la amplia población de gallinas y guajolotes.    
En la ordeña diaria de las vacas participaban varios de los hombres mencionados, encabezados por Tacho Sánchez, de quien era su apialador, cuando, ya grandecito, estaba de visita desde El Salvador donde vivíamos. (Ver relatos La Colmena, la Naranja y otras vacas)
Cuando al tío Gabriel, hermano de mi madre, le encargó su mamá, mi abuela Emilia ya viuda y muerto su hijo Rafael, el manejo del rancho, éste empezó a suprimir cosas, básicamente a su conveniencia. Dejó de comprar tierras en el área “para no dejarles riqueza a los cuñados” y, porque no le gustaban, eliminó del ganado los cerdos, bastantes bobinos y otros, pero impulsó enormemente el caprino, en el que se convirtió en el principal propietario y proveedor de ejemplares de la mejor calidad. Redujo mucho las siembras de temporal y las extensiones desocupadas las destinó para agostadero, comerciando con mucho éxito económico personal, la engorda de novillos flacos, adquiridos a precios ínfimos a sus dueños.
Como consecuencia, la nómina de medieros y dependientes, bajó mucho. Algunos buscaron nuevos horizontes o se colocaron en otros ranchos; Tacho Sánchez se fue Guadalajara donde logró formar a su familia profesionalmente, y Ángel Gazca al rancho La mesa del solorio, propiedad del tío abuelo Jorge de la Torre Angulo.
Al tiempo el tío Gabriel, ya casado, se trasladó a Atotonilco, comprando casa y bastantes terrenos en el área. Impulsó el cultivo de agave tequilero, atesoró dinero metálico y operó transacciones de agio. Manejaba el rancho paterno a distancia, donde se quedó la abuela, viéndolo venirse abajo hasta fallecer el 19 de agosto de 1962, a cargo de terceros, incluyendo uno verdaderamente sinvergüenza y abusivo.