martes, 10 de enero de 2017

MA. DOLORES GALINDO GONZÁLEZ (21/5/1909-19/6/2005 Y SU FAMILIA


Al pergamino que con motivo del festejo por sus 90 años le ofrecimos a mi mamá el sábado 17 de julio de 1999 en el Club de Leones de Atotonilco, agrego los siguientes datos con motivo ahora de su 91º aniversario.
María Dolores Galindo González y de su esposo, mi padre,  Francisco de la Torre Hernández (*30/6/1909-+24/11/1994)
Nació la señora Dolores, segunda de once: nueve hermanas y dos hermanos, el 21 de mayo de 1909, en e1 rancho El Capulín, municipio de Tepatitlán, contiguo a La Esperanza y La Hiedra, lugar en el que se habían radicado sus padres al casarse. Éstos eran Manuel Galindo González, de La Esperanza, y Emilia González Franco, de El Espino, ambos del citado Mpio. Ahí nació también, 7/1/1907 Julia su hermana mayor, que faltó el  25/8/1998. Sus abuelos paternos fueron Justo Galindo Franco, originario del rancho San Antonio, cerca de Capilla de Guadalupe, quien ocupó muchos años el cargo de Jefe de la Acordada y Juez de Paz de la región de Tepatitlán, y doña Francisca González, de la citada Capilla de Guadalupe, misma de donde eran los abuelos maternos don Feliciano González Jiménez y doña Encarnación Franco. Su papá don Manuel murió un sábado de abril de 1939 y doña Emilia el 19/8/1962.        
Se trasladaron luego al rancho Ojo de Agua de Latillas, del mismo municipio y rumbo, naciendo  ahí su hermana Francisca, el 11/4/1911, que murió en 5/7/1994, sus únicos dos hermanos, Rafael el (*¿?5/1913-+20/11/1943 y Gabriel (*12/2/1915 y Ana María, el 10/1/1917. 
La familia Galindo González llegó a Garabatos, ya en el municipio de Tototlán, lugar que fue su residencia definitiva, contiguo a San Ramón y Ciénega al norte y éstos a Ojo de Agua de Latillas; al oriente El Ranchito y La Tepamera (Tototlán); al poniente San Agustín, antes Chapulines y Los Algodones (Tototlán) y al sur, ya en el municipio de Atotonilco el Alto, El Salvador, antiguo Zapateros y La Peñuela. En este lugar mi abuelo Manuel a la compra inicial fue agregando otras de tierras de temporal y de riego.
Aquí vinieron al mundo el resto de sus hijos, hijas solamente: Carmen en 1919 que murió de sólo ocho meses; Amelia el 22/4/1922, quien faltó el 12/9/1949; Herlinda el 30/3/1924, fallecida el 17/6/1999; Consuelo el 1/7/1926, fallecida en Atotonilco el 24 de febrero de 2006, e Irene, accidentalmente nacida en San Pedro Tlaquepaque con motivo de la concentración civil por la Revolución Cristera, el 20 de octubre de 1928, muerta en los E.U.A., traída a Guadalajara, donde residía, el 6 de octubre de 2009. 
Los matrimonios de sus hermanas y hermano fueron así: Julia con Alberto Navarro Navarro, originario de Las Hormigas (Tepatitlán) fallecido el 27/4/1967;  Francisca con Refugio Gutiérrez Hernández de El Salto (Tepatitlán) quien falleció a principios de 1932, uno meses antes de nacer su único hijo Manuel con quien conviví mucho; Gabriel, con María de la Luz Muñoz Hernández, de El Saucillo (Atotonilco)  Ana María con Adalberto de la Torre Hernández, de Garabatos, fallecido en 8/7/1994, hermano menor de nuestro padre; Amelia, con Manuel Muñoz Hernández (El Saucillo) hermano de la esposa del tío Gabriel, muerto en julio de 1997; Herlinda, con Jesús Franco González, su primo hermano, vecino de El Carmen, antes parte de Garabatos, que faltó el 11/5/1988; Consuelo, con Jesús Galindo Franco, su primo hermano y sobrino segundo, de La Esperanza, fallecido el 28/3/1992 e Irene, con Roberto González Rodríguez, originario del rancho Calderón, perteneciente a Zapotlanejo, fallecido en Guadalajara el 16/12/2005.    
Su hermano Rafael falleció soltero de manera violenta, cerca de la casa familiar en Garabatos, en la tarde del 20 de noviembre de 1943. En la mañana había ido a El Salvador, donde visitó a su hermana, mi madre, que ahora festejamos, pues ahí vivíamos. El que esto escribe, mayor de la familia de la Torre Galindo, estaba de visita en Garabatos, fue el último familiar que al salir de la casa materna lo vio vivo al entregarle, ya montado en su famoso caballo "El Aguilillo"  unos atados con botellas de vidrio forradas en yute para su protección (ni remotamente se usaban de plástico) para surtir el alcohol, que se utilizaba  para friccionar o demoler los equinos.
Esa  tarde apartando los becerros en el Potrero del Ganado con Manuelillo mi primo de la tía Pachita, oímos los tres disparos que lo asesinaron por el rumbo de la casa del tío abuelo Pedro Galindo Franco. El ruido sordo característico de los balazos que impactan en un blanco, nunca pensamos que habían terminado con el tío Rafael, sino hasta más tarde cuando llegaron cargando el cuerpo personas conocidas de la casa.  El deceso fue muy sentido por familiares, gente que dependía del rancho y vecinos de muchos lugares. Resulta interesante mencionar el comportamiento del caballo, que alejado de la querencia, con el tío Jesús Franco González, anduvo por mucho tiempo en un desasosiego total que a tantos años de distancia, todavía estupefacta a los enterados que lo cuentan. 
Otros acontecimientos lamentables en la larga vida de mi mamá que le ha querido conceder Dios, aparte de los fallecimientos de sus demás familiares de la casa Galindo, son, por ejemplo,  cuando su esposo, nuestro padre, tuvo dificultades muy graves con el líder de los agraristas de Garabatos, Alfonso Aranda, decidiéndose a vender pertenencias y el ganado que ya tenía, a su cuñado Rafael, a quien dicho sujeto vino matando después. Otro, cuando por lo anterior nos fuimos a San José de Gracia y mi papá no pudo seguir con una fabriquita manual de refrescos, por la competencia de las marcas conocidas.  
También cuando por las circunstancias económicas se estuvo yendo varios años como bracero a los Estados Unidos y en una ocasión, afortunadamente falsa, nos dijeron que había muerto con otros trabajadores en un accidente. O cuando, este sí accidente de verdad, acabó en San Luis Potosí con un carro de  sitio y nos tuvimos que regresar por unos meses a Garabatos. También cuando tres de sus hijos nos enfermamos temporalmente por anemia y otro de mis hermanos duró varios meses entre la vida y la muerte.
A cambio, ha tenido muchas satisfacciones. La primera y más valiosa, su extensa vida por gracia del que todo lo ordena, sin padecer ninguna enfermedad mayor y su carácter y conformidad con la misma, a pesar de las vicisitudes que ha tenido que afrontar. El haber formado bien una familia numerosa en tiempos difíciles, más en las circunstancias en que ella y su esposo tuvieron que desenvolverse saliendo del entorno tradicional familiar de generaciones anteriores, para no mencionar más, es otro de sus grandes logros. 
Les agradecemos su presencia, en primer lugar a los hermanos de la festejada, nuestros tíos carnales: Gabriel y su esposa, Ana María, Consuelo e Irene y su esposo,  junto con sus hijos y los de los tíos fallecidos y también a los cónyuges de éstos, nuestros tíos y primos todos, incluyendo por supuesto en la misma forma a la gran rama familiar de la Torre de nuestro progenitor y a todos los demás parientes  y amigos que nos hacen favor de acompañarnos.
Atotonilco el Alto, Jal., Quinta David, sábado 5 de agosto del año 2000.