lunes, 16 de marzo de 2015

FOBAPROA IPAB

El Fondo Bancario para la Protección del Ahorro, FOBAPROA, ahora Instituto para la Protección del Ahorro Bancario, IPAB, es un asunto que representa para México un problema cuasi imposible de solucionar. Es el peor atraco económico, y también moral, que sus malos gobiernos hayan propinado jamás a este país.  
Acordémonos también de otros fondos, fideicomisos, planes, programas y varios etcéteras, que han tenido supuestamente como objetivo enderezar o revivir causas perdidas o a medio perder. Sus resultados han sido casi siempre, prolongar agonías de enfermedades graves y peor aún,  engrosar las fortunas de favoritos y miembros del gobierno.
En el obeso FOBAPROA-IPAB, hay más de 800 mil millones de pesos. Su vientre lo forman en gran parte los megacréditos no pagados de macroempresas y supermillonarios que siguen operando como si nada, ¡ladrones de cuello blanco solapados por las autoridades!
¿Que hubo abusos, manga ancha, compadrazgos, autopréstamos, planes fraudulentos para obtener créditos; privatizaciones pagadas con este tipo de ilícitos, lo que se dice, con saliva, tráfico de influencias y muchos etcéteras? ¡Los que hubo!  Si no, no tendríamos encima semejante problema, que desgraciadamente vienen a sumarse a muchos otros, acumulados en los últimos cinco sexenios de mal gobierno.
Por otra parte, dentro de esas centenas de miles de millones de pesos, están millones de micro, pequeñas y medianas empresas, personas morales o físicas, que no les quedó otra que quebrar. Negocios muchos, no improvisados, sino con  años de experiencia y buena, normal, operación, que con una planta productiva del país prácticamente paralizada, no podían  hacer nada. 
Todas las empresas y particulares han tenido que sufrir las crisis económicas recurrentes de los últimos cinco gobiernos. La con mucho peor de todas, desatada a partir del fatídico 19 de diciembre de 1994, está todavía muy lejos de cerrar las heridas que ha provocado. Las cuentas originales en el IPAB están incrementadas con los descomunales intereses por lo que los deudores no pudieron pagar ¡Cómo iban a poderlo hacer, si de golpe y porrazo los vieron elevados hasta más de ocho veces!
¿Cómo solucionar o buscarle la mejor salida a este asunto? Por lo pronto, con todo y los tiempos políticos tan intensos, deben aclararse debidamente los créditos fraudulentos, que constituyen la mayor parte de este mundo de dinero, para ejercer todo el peso de la ley contra los responsables y con sus cuantiosos bienes que ¡claro! siguen usufructuando como si nada, amortizar sus deudas. Proceder de manera similar con las empresas que pueden pagar sus megacréditos pero no han querido, y del resto recuperar lo recuperable, después de analizar con el sano criterio de que de lo perdido lo que aparezca.
En semejante cantidad de casos hay muchas garantías y bienes que para que no sean botín de deshonestos apetitos, deben manejarse con una rigurosidad e incorruptibilidad extrema por gente capaz estrechamente vigilada, rindiendo periódicamente al pueblo información fehaciente de su gestión.  (Nota, tomar en cuenta la fecha de publicación de la siguiente línea)
05022001.

SOBRE LA SITUACIÓN MEXICANA

A partir de 1810  hasta nuestros días, 190 años después, México como país independiente no ha dejado de tener graves problemas políticos, económicos y sociales. Desde la guerra de independencia, jefaturada por Hidalgo en vez de Allende, que pudiera haberse finiquitado rápidamente con la toma de la ciudad de México, si el padre de la patria no desiste de ello, cometiendo así el más grave de sus errores tácticos, hasta el presente, de una manera u otra, la nación no ha alcanzado, ni remotamente, sus aspiraciones legítimas y posibles. 
Morelos, magnífico, que debía haber tomado el mando absoluto a la muerte de Hidalgo, a quien el movimiento insurgente debe sus más gloriosos momentos, cae en 1815 abandonado de sus correligionarios, ante un gobierno virreinal robustecido. En 1821 ¡Once años después del grito de Dolores! Iturbide, férreo enemigo hasta entonces de los insurgentes, consuma la independencia, para erigirse al siguiente año en fugaz e inconveniente emperador de los mexicanos.
El siglo XIX, llamado por algunos analistas el de los caudillos, fue desde su inicio, el de las más terribles e infelices desgracias para el país. Transcurre entre asonadas, revoluciones y choques de intereses fraternos, incluidas las etapas pre y de guerra de independencia; invasiones de los norteamericanos y europeos con todo y su imperio austriaco. Caudillos dictadores aferrados al poder, como Antonio López de Santa Anna, el mismo Benito Juárez y Porfirio Diaz.
Con mucho la peor desgracia fue la pérdida de la mitad del territorio nacional en favor de nuestros eternos enemigos y vecinos del norte los Estados Unidos. Se apañaron de lo que ahora son sus joyas estatales más preciadas: California y Texas y además Arizona y Nuevo México y partes menores de lo que son otros de sus estados colindantes.
El siglo XX le dio sus primeros diez años al último tercio del porfiriato, que como toda dictadura, se encontraba ya muy descompuesto, aunque le había traído al país su  primera etapa real de paz, orden y trabajo relativos. El veinte de noviembre de 1910, casi todavía en los festejos del centenario de la independencia, estalla la revolución que en lucha armada, si le agregamos la etapa cristera, como la mayoría considera, duró hasta 1929. ¡Nada más diecinueve años! Con todo, algunos representantes del poder septuagenario que aún nos gobierna, creen y sostienen por sus apetitos de poder que seguimos en esta etapa casi centenaria de revolución.
Con la gesta armada vuelven, con diferentes nombres, los mismos fantasmas del siglo anterior. Asonadas, traiciones, cambios reversibles de bando. Pillaje, violaciones, expulsiones al extranjero. El reparto de tierras o el usufructo de éstas, en gran parte es a nuevos hacendados, revolucionarios  o amigos de los que están en el poder o en éste ellos mismos.
A muchos verdaderos campesinos nunca les tocó nada. Gran parte de éstos, por ejemplo los de las héroicas tierras jaliscienses de los Altos, por principios o escrúpulos no aceptaban lo que consideraban un robo a sus verdaderos dueños. Además, no atinaban a considerar legítimo a un gobierno medrando entre cambios y traiciones. De esta manera, se hicieron no pocos agraristas que de gente de campo no tenían nada, pero sí amigos en el gobierno y en los comisariados ejidales.
En 1929 Plutarco Elías Calles  fundó el partido político que, con cambios de nombre, es el mismo que a cómo ha dado lugar, sin desdeñar cualquier recurso ilegal o maña, detenta el poder en este país. Poder hasta hace unos años total y absoluto, de "carro completo", como orgullosa y sarcásticamenmte pregonaban  y decían iban a seguir usufructuando siempre.
Hay miles de priistas hoy en día, que a toda costa quieren seguir en el pandero. La mayoría de las naciones del planeta han cambiado sabiamente a la alternancia política,  base de la democracia.  Poderosos personajes en México, del más alto nivel económico, político y social, defienden por obvias razones, dígase cotos de poder y otros intereses creados, la permanencia del sistema anquilosado y dinosaúrico que por maldad o lógica dinámica inercial,  nos ha hecho tanto daño.
Amiguismo, alta participación económica en los grandes negocios y muy jugosas y viles  "mochadas", han creado una élite, un enorme club, cuyas membresías se cuidan y protegen  con el más estricto celo. No por nada tenemos un lugar preponderante en las listas de los hombre más ricos del mundo.
Las concesiones favoritarias de todo tipo de negocios, otorgadas en todo tiempo en este país, se han elevado al cuadrado en los últimos neoliberales años. Fácilmente podemos identificar los grandes negocios de la novísima clase dorada mexicana, aún en plena expansión empresarial, como lo demuestran las adquisiciones de grandes negocios. Paquetes aeroportuarios, hoteleros, bancarios, etc, son licitaciones permanentes del gobierno, por razones ipabenses, vendidas muy por abajo de sus  costos reales. Al fin y al cabo la gran diferencia, hasta del 80%, corre a cargo del erario público.
A partir de 1995 sufrimos la crisis económica más fuerte de los últimos veinticinco años. Ha repercutido de manera desastrosa en millones de pequeños y medianos empresarios y como nunca antes, en el aspecto moral. La pobreza alcanza la mitad de la población y la pobreza extrema la mitad de ésta, aproximadamente ¡Que desgracia! ¡Cincuenta y veinticinco millones de mexicanos!.  
A pesar de todo esto, el pueblo mexicano está vivo y de pie, dispuesto a salir adelante como siempre lo ha hecho. Debe sacudirse de manera definitiva los problemas añejos que lo aquejan. De las grandes crisis, y ésta lo es en extremo, han salido las grandes soluciones. El usufructo del país por una anciana dictadura de partido está cobrando sus últimos malhabidos dividendos.
(Nota, tomar en cuenta la fecha de emisión de la línea siguiente)
05022001

LA NUEVA BANCA MEXICANA

El 1 de septiembre de 1982, en su último informe de gobierno, en un acto esquizofrénico e inconstitucional, el presidente José López Portillo, 1976-82, estatizó los bancos. En trato desigual dejó fuera de la expropiación de manera incongruente con su actitud, a los bancos: Obrero, del Pequeño Comercio del Distrito Federal, luego Banco Nacional de Comercio Interior: Bnci; Citibank y a los mixtos u oficiales. Miguel de la Madrid Hurtado, 1982-88, no hizo nada al respecto, ni tampoco con otros problemas igualmente muy graves que se venían acumulando en el país. Luis Echeverría Álvarez, 1970-76, había iniciado la nefasta cadena de desaciertos que hasta el presente no tiene fin. 
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, 1988-94, se aprobó la reprivitazación de la banca. De las más de sesenta instituciones financieras que había antes de la estatización, arrancó la nueva banca mexicana reprivatizada con sólo dieciocho. En menos de una década en poder del estado habían desaparecido más de dos terceras partes.
Los  nuevos dueños adquirieron del gobierno una banca muy cara y deteriorada. Pero les pareció que se trataba de las perlas de la virgen. Todos, salvo alguna honrosa excepción, eran improvisados como banqueros, advenidos de casas de bolsa, de los medios empresariales privado y político o simples oportunistas de altísimas como sorpresivas riquezas. A fin de cuentas, todos influyentes y amigos de Salinas o de su élite de poder.
Creyeron los nuevos dueños del sistema financiero mexicano en las enormes espectativas de enriquecimiento que ofrecía el supuesto gran auge económico inmediato para el país, tan cacareado por el salinismo oficial y privado. Les urgía empezar a recuperar el desproporcionado precio que habían pagado por un negocio en teoría buenísimo, pero en la realidad,  muy venido a menos durante la infausta estatización lopezportillista. 
Así, abrieron y prodigaron el crédito mucho más allá de las reglas y normas saludables del mismo. En muchos casos con enormes anchura de manga y altura de pesos, destinados irresponsablemente a proyectos insustentables. Los favorecidos de muchos de estos despilfarros fueron grandes empresas proclives al sistema, amigos, políticos y sus partidos o simplemente auto préstamos para y entre los mismos banqueros. En este orden de cosas, la emisión múltiple de tarjetas de crédito para la más variada y disímbola masa de usuarios, fue un verdadero dispendio.
También diseñaron y construyeron en plan de gran lujo, pues se creían ya magnates del primer mundo, verdaderos elefantes blancos o núcleos corporativos que ahora están semi o totalmente desocupados, en espera de compradores o inquilinos. Muestras de estos elefantes blancos, sólo en Guadalajara, son el de Av. Chapultepec cruce con Hidalgo y Morelos, en lo que fue la anterior sede de la Cámara de Comercio, considerado el edificio más alto de la ciudad; la Torre Inverlat en la Av. de las Américas a la altura del Country Club en la colonia Providencia, y, para no mencionar más, el edificio corporativo del Banco del Atlántico en  Av. Patria, por el rumbo del Parque de los Colomos.    
De manera persistente, también estuvieron despidiendo personal valioso y fiel,  supliéndolo con gente muchas veces inadecuada e inexperta, sin amor a la camiseta, que no tardó en provocar algunos problemas serios. Los despidos fueron en su mayoría mediante liquidaciones o jubilaciones prematuras, costosas, muchas veces a presión. No faltaron en esto, en ambas vertientes, casos de marcado favoritismo o de verdadera cacería. Por otra parte, así mismo, recibieron elementos contaminados  ingresados  en la etapa oficial.   
Este estado de cosas, no obstante el descomunal despliegue propagandístico oficial y en parte también privado, dadas las circunstancias del maridaje descrito entre ambos sectores, no podía terminar bien, por más que se quisiera hacer ver lo contrario. El desastre se presentó el 19 de  diciembre de 1994, a 19 días de haber entregado Salinas de Gortari el poder a Ernesto Zedillo. El gabinete económico del nuevo presidente desató ese día, a todas luces  de manera insensata y prematura, los demonios de la devaluación, iniciando así la peor crisis recurrente económico-social de los últimos veinticinco años.
 Las graves heridas de esta debacle financiera están todavía muy lejos de sanar,  no obstante que a toda costa se nos diga lo contrario. Los aspirinoides intentos de solución no han atacado las causas u orígenes del problema.
La situación mandó a la quiebra a millones de empresas, principalmente micro, pequeñas y medianas ¡Cómo no! si los costos de los créditos bancarios llegaron a subir, en casos concretos, de un 23 hasta un 150% anual de intereses ¡Más de ocho veces! Nadie podía pagar, y menos mediando una paralización casi total de las actividades formales. Al derrumbe económico se agregó, como nunca antes, el daño moral, que a diferencia de las crisis sexenales anteriores, ha afectado muchísimo más esta vez.
No obstante las serias manifestaciones en contra y los graves problemas advenidos al país, el gobierno zedillista ha sido fiel continuador del sistema neoliberal de gobierno, a la mexicana, que Salinas de Gortari impulsara de manera tan viciada en el país. Las bondades que en otros países, principalmente desarrollados, pueda tener este sistema económico, en México, seguramente por la forma corrupta empleada, nadie puede negar que ha causado terribles daños.
La mitad del pueblo vive en la pobreza y la mitad de ésta en el desamparo extremo ¡Cincuenta y veinticinco millones respectivamente! Somos de los principales países con más supermillonarios del  mundo, según las listas de Forbes y Fortune, en las que los banqueros mexicanos forman parte. En las listas de espera o antesala, hay varios connacionales más y otros que por derecho propio, si no ocultaran sus enormes capitales, ya deberían  figurar en este club de ricos. 
Para afrontar, o entretener, este descomunal problema económico y social, el gobierno decidió, con los recursos del erario, rescatar o alojar la cartera vencida de los bancos en el Fondo Bancario para la Protección del Ahorro, FOBAPROA, que luego cambió a Instituto para la Portección del Ahorro Bancario, IPAB. Ambos han sido materia de agrias,  prolongadas y violentas discusiones en las Cámaras de Diputados y Senadores y  en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El  IPAB aloja en su seno más de 800,000 millones de pesos ¡Cerca de  90 mil millones de dólares! Se encuentra incluida aquí la crema y nata de los mega créditos bancarios sucios mencionados antes. Grandes consorcios empresariales que siguen operando jugosos negocios tanto nacional como internacionalmente, neo banqueros y empresarios prófugos que el gobierno no puede, o no quiere enjuiciar y  hasta  algún partido político, engrosan  este mundo de dinero.
Las espectativas más optimistas de recuperación por la venta de estos activos en el IPAB, no llegan a la tercera parte. Así pues, hablemos de cobrar, a plazo, en el mejor de los casos, unos $260,000  y perder $540,000 millones de pesos.
De las dieciocho instituciones de cobertura nacional o regional que iniciaron la nueva era bancaria, quedarán menos de la mitad en unos meses. Desaparecerá Serfin en el seno de Santander Mexicano, Promex en la fusión de BBVA y Bancomer y luego Bancrecer en quien lo compre, que será por unos platos de lentejas en relación con su costo de rescate, como sucedió con Serfín y con la extranjerización de Inverlat en beneficio del Banco de Nueva Escocia, de origen canadiense.
Quedaría la nómina bancaria del país por el momento así: BANAMEX, BBVA-BANCOMER, SANTANDER MEXICANO, BANORTE, BITAL, INVERLAT y CITIBANK. En el camino fueron quedando, por rescate federal entregando sus carteras de crédito vencidas al Fobaproa o Ipab y sus cuentas de depósitos a los bancos compradores, o por alianzas y fusiones, entre otros: Banco Mexicano, antes Mexicano Somex, Banco del Atlántico, Banpaís, Banca Unión (antes BCH) Banca Cremi, Banco del Noroeste de México (BANORO) Banco del Centro (BANCEN) Banco de Oriente (BANORIE) y Banca Confía, (antes Atlas).   
Hay en el mercado otros bancos, que en términos políticos partidistas muy de moda ahora, forman la chiquillada del sistema financiero. Son instituciones con muy pocas y hasta una sola oficinas. Atienden básicamente nichos especiales de clientela. Algunos de estos son: Banco Industrial, aquí en Guadalajara, intervenido por hacienda, Banco Regional de Monterrey (BANREGIO) Banco del Bajío, que pretendió adquirir a Industrial, Bansí, también jalisciense, Banca Quadrum, Banco Imbursa, Ixe Banco, al que probablemente absorva Bajío, Ing Bank, Banco J.P.Morgan, Banca Afirme y dentro del sector semioficial Banco del Ejército y la Armada (BANJÉRCITO)    
Dentro de la banca de fomento o gubernamental, persiste Nacional Financiera (NAFIN, Banco Nacional de Comercio Exterior (BANCOMEXT) y realizando funciones de primer piso como los privados, Banco de Crédito Rural y algún otro de este corte.  Desapereció, por falta de interesados en su privatización, Banco Nacional de Comercio Interior (BNCI) antes Banco del Pequeño Comercio del Distrito Federal (BANPECO) que llegó a tener red nacional.
De los siete bancos mencionados de cobertura nacional que quedarán en unos meses, sólo dos ¿Por cuánto tiempo? conservan capital ciento por ciento mexicano: Banamex y Banorte, éste porque no ha habido quien lo compre ¡Qué triste y diferente es la situación de la supuestamente inquebrantable, orgullosa, sólida e incólume banca mexicana de antaño! (Nota, tomar en cuenta la fecha de emisión de la siguiente línea)   
12042006.

LA BANCA EN MÉXICO

Uno de los principales problemas que ha venido aquejando terriblemente al país, desde hace muchos años, es el económico. Durante los últimos cinco sexenios priístas pasados las cosas fueron de mal en peor. Esta treintena la inició el presidente Luis Echeverría Álvarez, 1970-76. A sólo 19 días de empezar el quinto período, 1994-2000, de Ernesto Zedillo Ponce de León  y recién terminado, el más nefasto de todos, de Carlos Salinas de Gortari, 1988-94, el caótico error del 19 de diciembre de 1994 trajo el máximum de estas crisis recurrentes, cuyas consecuencias van aún para largo de sanar. 
El gobierno de Vicente Fox necesariamente tendrá que hacer, ante miles de adversidades de toda índole, una titánica, inteligente y honrada labor que alivie las heridas de un  arisco y maltratado pueblo mexicano, víctima de la malsana hegemonía de un septuagenario sistema de  gobierno.
La banca mexicana fue hasta principios de los ochentas, un respetuoso y respetable acreditado intermediario financiero en el desarrollo económico de México. El 1 de septiembre de 1982 se produjo la malhadada, esquizofrénica e inconstitucional estatización del presidente José López Portillo, 1976-82. La banca, no obstante, ya había venido sufriendo presiones crecientes de los gobiernos anteriores.    
Miguel de la Madrid Hurtado, 1982-88, habiendo tenido más de una oportunidad, no quiso o no pudo hacer nada por éste, ni por otros graves problemas del país. Carlos Salinas de Gortari, en una inadecuada, maquiavélica y criminal en no pocos casos reprivatización de la banca, y de otras mega empresas paraestatales, permitió el acceso de prestanombres, improvisados y voraces nuevos banqueros, advenidos varios de casas de bolsa, macro negocios ajenos al medio u otros oportunistas de amplias y cuando menos, extrañas riquezas.
Oficialmente los precios pagados por los bancos fueron muy altos. Hubo protestas sobre la legalidad de la ingeniería financiera poco ortodoxa utilizada en las licitaciones. Conocidos y auténticos exbanqueros declinaron participar o fueron bloqueados en sus pretenciones para recomprar sus u otros bancos. Sólo uno, después de varios intentos, adquirió un banco, ajeno y bastante maltratado que a fin de cuentas, más pronto que tarde como otros, cambió a manos extranjeras.
Creyeron los neobanqueros en las supuestas y grandísimas espectativas económicas primermundistas de crecimiento del país,  tan cacareadas por el salinismo oficial y privado, incluyendo contlapaches del medio internacional. Abrieron así el crédito irreflexivo y peligroso a manos llenas. Gran parte fueron operaciones mega millonarias amiguistas o abiertamente fraudulentas, concedidas con premeditada insanía. Se contravinieron de manera descarada y salaz las normas y criterios sanos para la concesión de préstamos. La respetabilidad tradicional del banquero mexicano cayó a su más ínfima categoría.
Recipientarios de estos exabruptos financieros fueron a veces los mismos nuevos banqueros, jerarcas políticos y sus partidos, o empresarios sin moral. Todos al fin, influyentes y amigos del sistema salinista dominante. 
Como respuesta a este irresponsable y desastroso manejo tenía que venir el caos económico y social de muy difícil solución. El gobierno tuvo que crear el llamado rescate de la banca mediante, primero, del FOBAPROA, Fondo Bancario para la Protección del Ahorro, ahora IPAB, Instituto para la Protección del Ahorro Bancario.
El monto que guarda en su seno el IPAB es de más de 800,000 millones de pesos, compuestos de la cartera vencida de todos los deudores de la banca que no pudieron o no han querido pagar. En este monto están descontadas algunas recuperaciones que se han logrado. Se aspira a recuperar en forma adicional, según los representantes de este instituto, menos de un tercio de este mundo de dinero. La enorme y fatídica diferencia la pagaremos tarde o temprano, vía impuestos, todos los mexicanos.
Este enorme desbarajuste económico y moral nacional hizo quebrar a millones de empresarios micro, pequeños y medianos, que en número representan más del 90 porciento de la planta productiva del país. Las grandes y macro empresas representan el porcentaje restante, pero en pesos y centavos más del 80%.
La panza del IPAB está pues en gran parte llena con los adeudos de estas últimas y de las operaciones sucias mencionadas. Resultando, ¡suerte les ha dado Dios! que los responsables de semejantes desaguisados son los grandes beneficiados con cargo a la deuda pública, o sea, al  pueblo mexicano.    
La diferencia entre bancos y banqueros anteriores y de épocas aún  más remotas a la estatización de 1982 y los de ahora, es sencillamente abismal. Antes el personal bancario hacía de su trabajo una verdadera, honorable y apasionada profesión, rica en conocimientos y vocación bancaria, no una pasarela oropelesca y oportunista que poco tiene de espíritu de servicio hacia el público  demandante de sus servicios. 
Todo empleado bancario empezaba a prepararse desde el día que ingresaba en el puesto más bajo con la mira, en un constante bien hacer, a ocupar de manera sucesiva puestos superiores hasta llegar, generalmente, a Gerente de Sucursal. Gran etapa, digamos carrera,  que compendiaba un universo de conocimientos y relaciones con la clientela y la comunidad.      
La estructura bancaria de entonces no contaba, ni remotamente, con los grandes adelantos electrónicos de ahora. Su personal a cambio brindaba y promovía con gran entusiasmo los mejores servicios a la clientela. El gerente, experto responsable y jefe nato de la sucursal, tenía amplios conocimientos y en consecuencia facultades económicas y morales absolutas para atender y sugerir el menú financiero que  llegara a requerir su clientela y jurisdicción.
Las operaciones que llegaran a presentarse en exceso de sus facultades, mediante su propio análisis de viabilidad, las turnaba en tiempo y espacio a su superioridad correspondiente, ya fuera una Gerencia o Dirección Regional. Entraban en esto casos de excepción, por ejemplo, clientes propios o de otras sucursales con operaciones regionales, nacionales o en el extranjero. Este funcionario aparte de un real y verdadero experto en conocimientos bancarios, tenía que ser probo a cabalidad  para que sus actos bancarios y personales contaran con la credibilidad de la sociedad.
Ahora las cosas son muy distintas. Los gerentes, si resisten este calificativo, son individuos de baja capacitación y menores facultades o atribuciones para operar, no se diga promover, los negocios y servicios propios e inherentes a la banca mexicana, que al degradarse tanto perdió su primordial y básica función: la de prestar dinero ética y responsablemente, cayendo como consecuencia en una especie de limbo compartido con el desdén del público usuario. (Nota, tomar en cuenta la fecha de emisión de la línea siguiente) 
14112003.

COSAS DE LA CRISIS

Una de estas tardes circulando por la calle de Juan Manuel, de poniente a oriente, donde ésta toma su nombre y con San Felipe en su  intersección dan lugar al nacimiento de la Avenida México hacia el poniente a partir de Chapultepec Norte, de esta nuestra Perla Tapatía,  intempestivamente en el alto de Ramos Millán me abordó una dama por mi lado del volante. Iba distraído como casi es normal que conduzca y no es raro que amigos o conocidos  usen el claxon o me llamen en voz alta si van caminando. 
Me sacó esta dama de una manera sutil y familiar de donde andaba yo con mis divagaciones cotidianas. Normalmente son éstas el repaso de las broncas en que me he metido por la crisis económica. Al caso va que en menos que se los cuento ya tenía yo a la dama sentada a mi derecha en el coche, del que casi siempre traigo sin seguro sus puertas.
Si la conocía o ella a mí como aseguraba, para nada lo recordé. Tal vez sí haya sido gerente de relaciones del restaurant que mencionó, al que como a otros muchos fui, en otros tiempos,  asiduo asistente con amigos, proveedores, o clientes.
El caso es que estaba angustiada, sola, con problemas económicos, según sus explicaciones y... ¡de buen ver! … De mediana edad, unos treinta a treinta y cinco años, morena clara, grandes ojos negros como sus arqueadas cejas casi juntas y sus enormes pestañas ,,, ¡un hermoso ejemplar tapatío, pues! … Yo, decía ella, tan caballero y guapo como siempre.
Para esto, había ya recapacitado en la situación. Los asaltos, el sida, mi retiro desde años atrás de este tipo de negocios transitorios. Además andaba escaso de dinero: ¡He aquí una ventaja insospechada de la crisis! ¿Sería una trampa o no? Antaño estaría probablemente yendo a manejar el asunto en otro lugar y en otra realidad o ... ¡en problemas!
A lo mejor leyó mis pensamientos en uno y otro sentido. O vio como toda mujer que sabe lo suyo, que yo no era cabra que daría leche. No sé. Se mostró más obsequiosa y luego, habiendo recorrido unas cuadras más, tan fácil como se subió me pidió que la bajara. Me dio un beso y las gracias por un billete de mediana denominación que le obsequié y ella aceptó de buen grado.

INTERCEPCIÓN TELEFÓNICA

El personal ya se había retirado. Me quedé a terminar algunos pendientes, antes de asistir, como ya era costumbre, a la reunión comida sabatina con un grupo de clientes del centro de la ciudad. Tuve que contestar varias llamadas telefónicas, entre ellas una de mi esposa preguntándome sobre unas cosas para la también sabatina reunión cena de ese mismo día, con el grupo de matrimonios amigos de la colonia, que nos tocaba presidir. 
Como a las dos y media contesté la última, no relacionada con  las actividades del banco.
Era de una señora que había conocido unos días antes en la cena de bienvenida que me había ofrecido uno de los principales empresarios y político relevante de la localidad, de quien el esposo de la señora era pariente. El buen porte de la señora no nos pasó desapercibido en el ágape a ninguno de los presentes, como tampoco el de otra dama igualmente atractiva, encargada de la compañía de teléfonos, que en una ciudad chica, independientemente de sus prendas personales, la convertía en personaje importante, No se necesitaba mucho para entender luego que ambas damas rivalizaban en lo que provocaba su belleza en la concurrencia.         
Al contestar noté el sonidito o clic propio de que alguien más estaría conectado y lo di por hecho. Impliqué instantánea e intuitivamente la propuesta íntima recibida a una supuesta operación bancaria lógica para su esposo, a tratar el lunes siguiente.
Después de la comida, que siempre se prolongaba hasta preludiar la noche, llegué como siempre a tiempo para la reunión nocturna con el grupo de vecinos de la colonia, que componíamos nueve parejas.
El tema de las esposas concurrentes, terciando algunos de los cónyuges, fue la llamada del excitante capricho femenino, con el enlazamiento desde la central, a cuando menos dos auriculares más, el que contestaba mi esposa y el de una tercera dama apropiada del grupo, para que lo cacareara a todo color en la reunión.
Que la señora ya estaba para otros trotes, que no, que todavía aguantaba. Que por su culpa el marido no daba una en los negocios desde hacía años, que por ella había conseguido buenos ídem, y como muestra estaban los contratos que papá político le había conseguido en el gobierno del estado. Que con la mandamás de la telefónica eran tal para cual, pero que con menos chance por vieja y no poder espiar como la otra. Que la segunda no se aventaba tanto, porque tenía su amigo en turno al que le tenía que guardar, si no respeto, sí consideraciones por el apoyo económico que recibía. Y otros chismes por el estilo.
Unos meses después en el hotel donde se hospedaba una amiga y también atractiva cliente foránea, sus llamadas telefónicas fueron seguidas con toda precisión, haciéndome echar mano de las mejores estratagemas para mantener a salvo los asuntos que teníamos que tratar.
Lo comenté con un amigo y cliente de confianza. Me informó de varios casos similares y algunos con consecuencias mayores. Que lo sabían sus jefes de  la dirección estatal de la telefónica, pero no hacían nada porque alguien arriba la protegía. 
Que en el evento del senador, había confesado su inclinación por el invitado principal, y que la parienta del anfitrión no le preocupaba, sino un poco su aspecto de formalidad y aparente seguridad en sí mismo que iba a costar trabajo derrumbar. 
Durante mi estancia en la plaza, manejamos con cierta frecuencia asuntos de trabajo, siempre en ese estricto sentido teniendo en cuenta su inclinación al espionaje telefónico, además de que mantenía supuestas relaciones con uno o dos clientes y personajes conocidos del lugar.

UN ASUNTO COMPLICADO

Era una señora de todo el pueblo conocida; medio sirvienta, medio celestina. Llegó un día al banco allá por los sesentas del pasado siglo veinte, a ofrecerles una vez más, y en esta ocasión  con suma presunción, un par de mujeres a dos empleados que en el banco estaban uno al lado del otro. Supuestamente con las dos jóvenes pupilas que había conseguido, iban a quedar encantados, lo mismo que ellas con tales galanes. 
En esta ocasión, a diferencia de las anteriores, los adulados muchachos, por la verborrea de la lenona mujer, aceptaron hacer la incursión esa noche a una casa, cuyas señas ya conocían pero ella les precisó por si había dudas. Como a las diez y media de la noche, cuando el pueblo estaba casi ausente de transeúntes, llegaron los dos un tanto novatos hombres de mundo.  
Había dos casas juntas muy parecidas, que respondían a las señas indicadas. ¿Cuál será? que ésta, no, que la otra. El más aventado de los muchachos tocó en una. Ni quién diera señas de vida. Continúo tocando, claro con sigilo y precaución, hasta que una voz de hombre incomodado contestó que qué demonios buscaban y se quedó en calma. El demandante llamó de nuevo.
Pasados unos instantes el ocupante abrió, a medio vestir. Era un hombre conocido que vivía en otro lado del pueblo. Traía un enorme cuchillo en la mano y luego de una selección de lacónicas y altisonantes palabras, a la respuesta de “buscamos lo mismo que usted” le lanzó al joven unos lances con el arma de cargador del mercado donde laboraba, que éste con la reacción y agilidad que da el miedo y la plena juventud, esquivó como consumado duelista. El viejo hizo una pequeña pausa y reflexionando, contestó “es al otro lado, babosos pendejos hijos de la chingada”   
Les abrieron al lado de inmediato. Que sí se habían dado cuenta de su llegada, pero por precaución  tenían prohibido abrir así nomás.  
-Bueno ¿Y las muchachas?
-Pues nosotras somos. ¿Apoco no les gustamos? Yo nomás tengo veintiocho y mi amiga treinta.
-Hecho su buen descuento ¿Verdad? Pero viéndolas bien y después de las trifulcas, todavía aguantan.  
Así los dos amigos y compañeros, pasaron una larga velada con las dos maduritas damas.  
Al día siguiente se presentó la alcahueta mujer en el banco, disculpándose con sus apenas conseguidos nuevos clientes. Les aseguró que sí tenía las primicias que les había ofrecido,  pero que, enterado del hallazgo tuvo que cedérselas, a uno de sus principales y antiguos clientes, no sin aclararle que la iba a hacer quedar mal con el compromiso adquirido.

PÉRDIDAS DE TIEMPO

Con frecuencia se pierden tiempo y logros en nuestras actividades por impuntualidad y falta de atingencia con que a veces se manejan las cuestiones de trabajo. Sucede mucho, por ejemplo, en entrevistas de negocios y juntas de diversos tipos. 
Es frecuente llegar tarde o no estar presente la contraparte, así como faltar alguno de los convocados si se trata de reuniones. El que llega tarde a su compromiso, debiera tomarse muy en cuenta, ya lleva una parte perdida de su negocio. No es raro que se cite en diferentes horarios o estos se confundan o bien,  que algún miembro proteste en este sentido para encubrir su impuntualidad.
Presentes las partes y dado por bueno un quórum, muchas veces hay otras anomalías.  Embrollos y disquisiciones ajenos a los temas a tratar, empleo de tiempos valiosos sin aclarar y hasta alejar los puntos de consenso y terminar sin conclusiones, con mayores interrogantes o la pérdida de voluntad y hasta el alejamiento temporal o definitivo de participantes importantes.  
En el análisis de asuntos no faltan asistentes despistados, exhibicionistas o retrasados que repiten y obstaculizan las aportaciones valiosas de los demás. También hay otros que por desconocimiento o terquedad insisten en asuntos ya condensados o no contemplados en el orden del día. 
En cuanto a entrevistas personales, donde la contienda es directa y habrá de cualquier modo un ganador y un perdedor, o cuando menos una ventaja y una desventaja ostensibles, concurren circunstancias, como desatenciones, faltas de tacto, documentos o datos omisos y más grave, desconocimiento de las características importantes de los productos o servicios que se ofrecen. También se suele andar con rodeos o insistencias vanas tratando de defender lo indefendible, o no retirarse a tiempo y con decoro, solicitando otra oportunidad si es del caso.
Hace algún tiempo me tocó presidir la asamblea de una asociación civil que felizmente obtuvo buenos resultados no obstante una mesa directiva un tanto bisoña y una asistencia bastante heterogénea de poco más de 150 socios.
Antes de iniciar la sesión algunos miembros del presidium proponían reducir el apretado orden del día previendo no colgarnos del tiempo programado. Logré que no se hiciera modificación alguna puesto que todos los puntos eran sustanciales al objetivo perseguido. Mediante una estimación de tiempo para cada tema, anotado en la hoja de trabajo, con reloj en frente no visible a los concurrentes, se fueron despachando y desalojando dudas y objeciones con sustento, para llegar a la aprobación conveniente de la agenda.
El borrador de este escrito lo pergeñé en la sala de espera de un organismo descentralizado mientras esperaba el inicio de una plática representando mi actividad empresarial como consejero de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara. Se me había citado por equívoco media hora antes y el funcionario oficial se retrasó además otra media hora. Una hora, permítaseme decir, que no fue perdida.                

UN GERENTE EXCEPCIONAL

Don Rafael Flores y Flores le adeudaba mucho dinero al banco. Sus negocios por causas fortuitas, habían sufrido graves contratiempos hacía algunos años. Cosechas perdidas por malos temporales de lluvias y en consecuencia, por falta de pastos y agua en sus bordos, sus ganados no estaban en buenas condiciones. Aparte había sufrido una invasión de paracaidistas ejidales que le costó tiempo y dinero solucionar legalmente. 
Varios vencimientos de los contratos de sus créditos preferentes, avíos y refaccionarios, con garantías naturales e hipotecarias suficientes, habían tenido que ser prorrogados. En esto contó mucho la voluntad, confianza y visión del gerente, don Amador Murguía Blancarte, quien confiaba mucho la responsabilidad del Sr. Flores.  Este señor contaba además con otras propiedades valiosas en Guadalajara, entre otras, inmuebles urbanos en la zona de San Juan de Dios al oriente inmediato de la Calzada Independencia, adyacentes a la antigua Plaza de Toros El Progreso. 
Las  fincas valían muchas veces el importe de los créditos. Quería venderlas pero la operación se había ido retrasando por el proyecto del gobierno, varias veces aplazado, de la Plaza Tapatía. Dicho proyecto fue llevado a cabo hasta en el gobierno estatal de Flavio Romero de Velasco 1977-1983, abarcó nueve manzanas de poniente a oriente de la ciudad,  a partir del Teatro Degollado en el Sector Hidalgo, hasta el Hospicio Cabañas en el Sector Libertad, incluida la construcción del primer túnel subterráneo de Guadalajara, por la calle Hidalgo que arrancaría en el cruce de Zaragoza con  puente elevado en la Calzada Independencia.
La Gerencia Regional, presidida entonces por don Leopoldo Morales Solorzano, no estaba de acuerdo con las esperas concedidas, y había ordenado tajantemente que se procediera de manera legal. Pero don Amador sostenía su posición. Gozaba como funcionario del banco y como persona, alta estima y aprecio de la clientela y de la comunidad. El asunto se convirtió en un estira y afloja muy fuerte entre ambos funcionarios. Al tiempo el Sr. Flores hizo buen negocio con las autoridades estatales, con todo y que tuvo que sacrificar el precio y esperar algún tiempo para que le pagaran.
En el inter, bajo su riesgo, el gerente,  había seguido suministrando al cliente los recursos necesarios de supervivencia. Así, al no desmejorar más el rancho, conservarían su pleno valor las garantías y el cliente podría llevar a buen término la operación de los inmuebles. Los créditos y sus respectivos intereses, incluso moratorios, fueron liquidados totalmente, no sufriendo el banco quebranto alguno, y la su imagen del Sr. Murguía se vio acrecentada.
Este es un caso, junto con muchos otros, que tenían un resultado positivo en la banca de antes. Los clientes confiaban casi a ciegas en su gerente. La importancia de este personaje era tal que se comparaba, muchas veces con ventaja, con la de las autoridades políticas y eclesiásticas del medio. En la actualidad es raro que se den estas circunstancias. En primer lugar porque ya no hay gerentes de sucursal con facultades in situ que resuelvan en caliente, bien y con toda oportunidad las necesidades de los clientes. La filosofía y objetivos de los altos mandos bancarios son ahora distintos, como también la respuesta favorable e incondicional de sus funcionarios y empleados y también de la clientela en general.
Hoy en día las resoluciones de los servicios bancarios son manejadas por ejecutivos de cuenta u otros funcionarios, en ningún caso destinados permanentes en las sucursales. Se carece del tradicional y continúo trato humano y personal con clientes y prospectos. El gerente actual es un simple operador de servicios, acaso con un mínimo de facultades para las operaciones más comunes. Los costosos sistemas de cómputo que ni en sueños se pensaba antaño, ahora indispensables, han contribuido en mucho a la deshumanización bancaria. La estatización y luego la reprivatización, ambos acontecimientos manejados con falaz  insanía  por las autoridades y muchos de los nuevos banqueros, jugaron un papel determinante en el enorme deterioro y quiebra de la banca mexicana, que al momento está prácticamente toda en manos extranjeras.   

UN CLIENTE MOROSO Y FANFARRÓN

Era un cliente de los clásicos despreocupados "me vale" con los que en algunas ocasiones tenían que lidiar los bancos, sobre todo en ciudades grandes. La cultura del no pago de ahora, en lo que coadyuvó mucho la peor crisis económica y social de la historia reciente del país con motivo de los acontecimientos de diciembre de 1994, entonces no nada más era inexistente sino inimaginable. En general no pagar un compromiso y más a un banco, en circunstancias alevosas, era una cuestión de deshonor, señalamiento y descrédito social.  
A la comercialización de electrodomésticos y muebles para el hogar que como giro comercial tenía registrado el deudor que nos ocupa, mezclaba operaciones de otra índole  que descuidaban mucho el objetivo principal del negocio. Su caso había sido turnado por mi antecesor, Federico Mendoza García, QEPD, al departamento jurídico  para su gestión legal. Unos días después de mi llegada se me presentó en la oficina al hijo mayor del dueño, quien se hacía cargo de la empresa.
De entrada le dio luego por destacar sus dotes comerciales, soslayando a propósito su situación anómala con el banco. Pasó rápido a las felicitaciones y demás agregados por mi llegada  Que si qué televisión tenía y qué otros muebles. Que si conocía equis variedades o restaurantes. Al contestarle que de momento no podía comprar nada y que en lo que tocaba a restaurantes y variedades, ya conocía los establecimientos que mencionaba, por haber estado antes en Guadalajara,  y al no ocuparse de sus créditos impagados con el banco, tuve que abordar el asunto.  
Sin inmutarse mayor cosa, me dijo  que no me preocupara y al decirle que él era el que debía preocuparse, quedó de hacerme una propuesta que debía consultar con su papá cuya  jerarquía no quería pasar por alto. Al día siguiente como a las diez de la mañana llegó junto con un empleado que cargaba una televisión Sony último modelo.    
-¿Le gusta?  Es muy buena. Es lo último en el mercado. Es suya.
-Si me gusta pero, discúlpeme, llévesela, no la puedo recibir. Tenga la seguridad de que por mi parte llegaremos al mejor arreglo para que pueda liquidarle al banco, en la medida que usted tenga también voluntad para ello, sin que haya ningún tipo de regalo.
Pasaron algunos días. Por medio Armando Mendívil de Anda, contralor de la sucursal, con quien llevaba amistad, propuso el cliente pagar con un cheque post fechado de un conocido y popular propietario de negocios de juego o "brincos" y  hasta lenocinios, de la ciudad Sr. Julián Carrillo..
-¿Cubre toda la cuenta hasta la fecha del cheque?
-Con la quita de intereses moratorios y gastos legales que usted autorizó, habría hasta un pequeño remanente.
El cheque, en su fecha,  rebotó por cuenta cancelada, como no era remoto suponer.
-Voy a ir a cobrarle al cuentahabiente a medio día; si voy ahora debe estar dormido aún - Le dije al contralor.
-Es peligroso ¿Lo acompaño?
-No, espero que no haya  problemas.
Llegué a la casa del personaje. Estaba en una colonia de buen nivel bastante retirada del centro. Era una residencia  grande, de  buena construcción y muy protegida. Tuve que esperar un rato para que apareciera un empleado un tanto mal encachado, quien regresó a abrirme después de otra espera, ya menos hosco. Lo seguí a lo largo de la mansión hasta una recamara del fondo en que estaba todavía acostado y crudo, en penumbras, el personaje que buscaba. 
En el recorrido de la casa observé los vestigios de la actividad de la víspera. Mesas sucias, con botellas, platos, vasos vacíos o con restos, tubos labiales, algunas barajas finas de póker y un olor desagradable, mezcla de alimentos, bebidas  y humores.
-Pase amigo. Qué bueno que vino. Disculpe este desmadre. Hay clientes que me dejan la casa hecha una basca. Creí que me iba a mandar a alguien. ¿Le ofrezco algo? Tuve que  cancelar la cuenta con ese pinche banco, voy a cambiarla con el suyo, nada más que me queda muy retirado. Ahora mismo le pago el cheque en efectivo.
Se bajó de la cama acompañado de algunos quejidos por la tremenda desvelada y cruda que traía. Sacó de una caja fuerte un buen puñado de un monto mayor de billetes revueltos de varias denominaciones. Me pidió que le echara una mano para separar y contar. Completamos lo correspondiente más la pequeña comisión financiera del banco girado. Le advertí que éste seguramente le iba a cobrar  por el sobregiro.
-Sí les deposito. Que se jodan; no me tienen tan contento. Tengo otras cuentas; de veras un día de estos voy a abrir una con usted. 
-Cuando guste, estamos a sus órdenes.
-Dese una pasadita por aquí cuando quiera, se va a divertir mucho, aunque no juegue; tenemos una concurrencia muy selecta y un servicio a la altura. Aquí puede amarrar muy buenos clientes para su banco, no como mi compadrito mueblero que con blofees quiere hacer los negocios.
-Le agradezco mucho, un día le caigo por aquí. Que tenga usted buen día.
-Acompaña al señor gerente. En cuanto lleguen los muchachos encárgate de que limpien  toda la porquería que haya;  hoy van a venir  amigos importantes.
-Le cayó usted muy bien al patrón; es raro que deje entrar a alguien. Yo desde que llegó lo vi  y me esperé a ver si se iba; pensé que fuera algún inspector; no sabe la lata que dan. Luego al llevarle su tarjeta al patrón se acordó del su asunto. A ver si de veras viene, se la pasaría muy a gusto.
Unos días después fui con un  compadre y pariente cercano Pedro Galindo de la Torre, que celebraba su cumpleaños.
-Con que en negocios gordos, compadre.
-No, que yo sepa ¿Por qué?
-Saliste a relucir en una plática con mi amigo Julián Carrillo en las carreras del domingo pasado.
-Nomás fui a cobrarle el otro día un cheque de hule.
-Pues me pidió que te invite a una de sus pachangas. En plan de cuates es un tipo a todo dar.
-Pues si compadre, no es que me asombre, pero luego dan en salir otros compromisos.
En otras ocasiones se habló del Sr. Carrillo y de sus negocios. Se le acreditaba como un hombre de honor y de alta responsabilidad en sus compromisos. Estas dotes, como es sabido, no siempre son atributos en las personas que se desenvuelven en el medio. No lo volví a ver.  

MARTHA

En casa de un cliente en una reunión sabatina, me presentaron a una señora joven muy atractiva a quien por la vía legal le estaba cobrando otra sucursal un crédito para la fabricación de calzado,  según indicación de la cliente, por la inexperiencia y mal manejo de su esposo, un junior de familia del ramo, acostumbrado más a los lujos personales que a la disciplina empresarial.  
El abogado externo del banco que la había visitado a principios de la semana, prefirió echar su cuarto de espadas como galán con la guapa señora, antes que hacer su trabajo profesional.
-Puedo arreglarle muy rápido su problema, pero antes quiero invitarla a comer o a tomar un café si lo prefiere. 
-¿No debe primero explicarme el problema con el préstamo?
-Sí, desde luego señora, pero podemos platicar mejor en un lugar más cómodo. 
-Podemos platicar muy bien aquí en el taller, pero en presencia de mi esposo y sería el próximo lunes cuando él regrese de viaje. 
-Entonces hasta el lunes, pero piense hermosa señora en la conveniencia de mi propuesta.
Por lo que me contó, pensé que el caso no debía estar en litigio, sino haberse reestructurado para que les permitiera continuar, o buscar una salida amistosa para las partes.
Este tipo de soluciones fueron siempre norma en mi trabajo, pues habían sido las más afortunadas, recurriendo a la vía legal sólo en contadísimas excepciones.
Como lo había supuesto, cosa nada rara en este tipo de créditos a la producción, se había destinado equivocadamente una buena parte del préstamo para instalaciones fijas (Refaccionario) en vez de a insumos para la elaboración de producto Habilitación o Avío) independientemente del derroche en lujos del marido, de quien en realidad la esposa estaba separada.
La falta de supervisión e indicaciones adecuadas de la sucursal otorgadora provocó en parte el problema, ya que después de unos meses no pudieron cubrir los abonos pactados en el Contrato de Apertura de Crédito de Habilitación o Avío y Refaccionario, para destinar de acuerdo con el estudio correspondiente, las partes correspondientes a cada uno de ambos aspectos. Sin revisión y criterio adecuados, se había enviado precipitadamente al departamento jurídico de la dirección regional del banco.   
La experiencia como Jefe del Departamento de Análisis de Crédito de la principal sucursal interna del banco, la Guadalajara No. 110, aparte de que desde mi ingreso a la institución en Atotonilco, 201, participé de una forma u otra en el tema, me daba credibilidad al respecto.  
El caso se arregló felizmente aportando los familiares políticos de la señora la cantidad suficiente para terminar las ampliaciones fijas iniciadas erróneamente, obteniendo de parte del banco la extensión de unos meses para regularizar los pagos pendientes atrasados.
Posteriormente pude ayudar a la señora con algunas opiniones para el mejor manejo de la fábrica. Se propició de manera espontánea una relación de amistad más allá de lo profesional, por espacio de varios años.
Al tiempo la señora decidió trasladarse a los E.U.A., donde contrajo matrimonio con un norteamericano, perdiéndose así la relación.  

¿TEQUILA?

El miércoles de la semana en que inicié mi primera gerencia, recibí temprano en la mañana una comitiva para invitarme a una reunión de bienvenida. En los dos días previos había conocido a la mayor parte de los clientes de la sucursal, acompañado del gerente Emiliano T. Espinoza Rochín, que me estaba entregando la oficina. La primera impresión con todos ellos había sido muy satisfactoria. 
-No es necesario. Pero asistiré con mucho gusto. Solo a donde no me inviten, no voy.
-Te pedimos que nos digas que tipo de licores te gustaría que lleváramos.
-Soy garganta universal, lo que acostumbren llevar.
-De todas maneras deseamos que nos digas tus preferencias.
-¿De veras quieren que se los diga?
-Sí, por favor.
-Bien, lleven tequila.
¿Tequila?
-Sí, nomás voy a decirles de cual
Fue así como a partir de esa ocasión señoreó en todas las reuniones del lugar el tequila  Herradura Blanco, y como segunda opción 7 Leguas o de perdida el Tequileño de aquellos tiempos, también blancos.
Luego ya instalado con mi familia, mi esposa y tres hijos pequeños, en la colonia ocupada básicamente por funcionarios e ingenieros del complejo textil Celanese Mexicana más importante del estado, formamos un grupo de nueve matrimonios que nos reuníamos por rol los sábados en la noche. 
Un grupo de comerciantes me propuso que los acompañara los sábados a comer después de las labores del banco (todavía trabajábamos dicho día de la semana) Así, hasta retirarme para cumplir con la reunión sabatina nocturna de la colonia, gozaba de un muy grato festejo con cinco o seis clientes importantes, básicamente hasta el momento en que daba cuenta de una botella de litro (en realidad 950 ml) del Herradura citado.  
Gracias a Dios me tocó desempeñar un muy buen trabajo en este lugar, según doy cuenta en otros apartados. Antes de contarles los incidentes siguientes acaecidos en este lugar en relación con los tragos, deseo dejar bien claro que en cuestión de copas, en ningún caso he dejado a su suerte a mis compañeros de farra, por en muy malas condiciones y alteraciones de ánimo en que se encuentren.
En el segundo día de trabajo o de entrega de estafeta de mi antecesor, éste, que realmente no podía lidiar muchas copas, o merced a esto como pretexto, le dio por maltratarme como vil carretonero. Lo llevé a su casa prácticamente en hombros y en la puerta ante la presencia en jarrillas de su esposa, ésta me repitió los insultos que en nada demeritaban los de su esposo.   
Un poco después fui invitado al festejo de cumpleaños de un abogado muy conocido, suegro de uno de los clientes. Notorio por manejar asuntos legales bajo procedimientos no muy ortodoxos, quien a poco de mi llegada me había ido a reclamar que a diferencia de mi antecesor, no le había turnado casos para su cobro. Incrédulo a mi indicación de que no había habido ningún caso,  y que de no ser así lo hubiera turnado al abogado del banco, que no era él, no le quedó más que aceptar  mi respuesta. 
La reunión fue en su céntrica y amplia casa en el centro de la ciudad, en donde también tenía su despacho. Me sentaron a mi izquierda dos damas bastante conocidas y populares, que uno ya de mis compadres del lugar y otros conocidos, me habían ponderado como magníficas y estupendas tomadoras, que aguantaban como el que más.
A los cinco o seis caballos formales de Herradura, blanco por supuesto, desconfié y en una levantada al baño de las mujeres, me di cuenta que estaban tomando agua mineral. Lo aclaré, confieso que no muy discretamente, con el encargado de meseros. El incidente fue conocido y comentado a todo color. Las falsas bebedoras no volvieron a coincidir conmigo en ninguna ocasión.  
Mi subgerente, Jorge Alcaraz, quien por cierto estaba anquilosado en el puesto desde hacía más de seis años, departía mucho con un grupito de amigos, me invitó en una ocasión a acompañarlos al club campestre del emporio Celanese, sin antes recriminarme, falsamente, que con ellos no hacía ronda. Tenía antecedentes de que con alguna frecuencia no salían bien de sus pachangas.
A la segunda botella de Viejo Vergel, que ellos acostumbraban tomar, ya estaban algo alumbrados y pasados de tono. Como yo ya tenía otro compromiso, me tuve que retirar. Terminaron en la casa de uno de ellos como el rosario de Amozoc. Mis supuestas segundas manos no se presentaron a trabajar al día siguiente.

MUELA QUE DUELA PA´FUERA

Trabajando ya en Banamex me estuvieron dando lata varias muelas cariadas. Entonces ni remotamente, mediados de los cincuenta, cuando menos en Atotonilco, se ejercía la endodoncia, ortodoncia u otras doncias tan comunes ahora en la ciencia médica odontológica con que se defiende hasta lo último la permanencia de las piezas dentales.  Aparte el servicio médico del banco sólo cubría entonces las extracciones. El único remedio efectivo en que se creía era sacarlas. De ahí el axioma: Muela que duela, para fuera. Hoy en día los dentistas echan mano de las opciones antes mencionadas y de otras distintas para salvar a como dé lugar las piezas originales. 
Entonces se trabajaba el sábado en el banco y éste era y es desde tiempos remotos en Atotonilco el día más apreciado, festivo y alegre de la semana. Todo mundo suspende actividades a las dos o tres de la tarde o antes, para descansar o festejar de diversas maneras. Las reuniones, comidas y eventos sociales se celebran con especial dedicación en este día. Los convivios campestres  en aquellos años eran muy socorridos y algunos de ellos verdaderos acontecimientos en los que asistían invitados incluso de otros lugares. Algunas de las huertas de las familias principales del llamado Vergel de Jalisco eran especiales escenarios de estos convivios, como por ejemplo la denominada Las Corrientes propiedad de Don Lorenzo V. Valle por el rumbo de Milpillas.
Para  aprovechar el domingo en recuperación, decidí ir un sábado con el dentista, pidiendo salir del banco a las doce. Unos minutos después ya estaba yo en el consultorio del Dr. Cruz Córdova Ibarra. Después de tener que aplicarme doble dosis de anestesia, con el consiguiente retraso  en el proceso, el doctor  hizo varios intentos infructuosos de remover las piezas. Pasaba ya bastante de las dos de la tarde y la situación en las mismas. Llegaron por el doctor Cruz algunos de sus amigos y compañeros del festejo del día. Antonio Flores Zaher, amigo mutuo, quien fue después presidente municipal, se ofreció a ayudar en el jaloneo pero ni así. En un momento dado yo mismo apoltronado en la silla del martirio también me puse a jalar. De esta manera salieron una a una mis cuatro resistentes y heroicas piezas molares que debía haber conservado y seguramente serían todavía  útiles y sanas compañeras, en lugar de los sustitutos puentes.
La cosa no fue tan sencilla después. Aunque no falté a trabajar, fui expulsando pequeñas partículas que se quedaron en las encías, no pasando de eso afortunadamente pero tuve que hacer frente al espejo labores de cirujano con unas pequeñas tijeras de una de mis hermanas. El singular incidente fue motivo de bromas y chascarrillos un buen rato, principalmente de Toño Flores, que en paz descanse, y del doctor Córdova, que actualmente, jubilado, radica en León, Gto., donde ejerció muchos años su profesión.             
En esa época en Atotonilco ejercían también la odontología los médicos Rafael Barrera, que tenía  su consultorio en el inmueble propiedad de los Córdova en la esquina del eje Colón (entonces Juárez) y Andrés Terán; Gerardo de la Mata, en un local por 16 de Septiembre muy cerca de lo que fue el Colegio Atenas, al parecer de ascendencia cubana avecindado en nuestro pueblo, quien luego se trasladó a Guadalajara; y Crescencio Romero, que fue después dos veces  presidente municipal. Urbano Córdova Ibarra, hermano del Dr. Cruz, desarrolló esta actividad profesional varios años después. Un sobrino del Dr. Rafael: Luis Barrera González, fue Director de la Lotería Nacional.                                                                                                     

LA FAMILIA VALLE

Entre las familias de abolengo en Atotonilco, sin duda el apellido Valle ocupó un destacado lugar en la comunidad y en el desarrollo económico y social de esta ciudad que en los primeros decenios del siglo veinte ocupaba los primeros lugares en importancia a nivel estatal, quedando sólo atrás de Guadalajara, Lagos de Moreno y Ciudad Guzmán. Actualmente por diversas circunstancias que aquí no viene al caso mencionar, varios otros municipios la aventajan en esta posición. Su producción naranjera, otras frutas y cultivos hortícolas, así como su relevante vocación comercial la situaron en tan alto nivel. El verde en sus diferentes tonalidades y su constante aroma de azahares y de otras flores de sus huertas de cítricos y demás cultivos esparcidas por sus cuatro puntos cardinales en gran extensión, con razón le dieron el calificativo de El Vergel de Jalisco. 
A principios del citado siglo XX llegaron de San José de la Unión o San José Casas Caídas, municipio de La Barca en los linderos con el de Atotonilco, dos familias de primos hermanos dobles Valle Valle, hijos de los hermanos Ramón y Rafael Valle Velasco de San José de Gracia, municipio de Tepatitlán, y de las hermanas españolas María Guadalupe y Justa Valle Herrera. De los primeros esposos mencionados vinieron sus hijos: Donaciano, Raymundo, Guillermo, Lorenzo, Apolonia,  Josefina y Ma. Isabel. De los segundos: Isaura, Francisco, Manuel, Donato, Ma. Isabel y Mercedes. 
Don Donaciano casó con doña María Jiménez Jiménez, de Ocotlán; don Raymundo, don Lorenzo y las Srtas. Apolonia y Josefina permanecieron solteros. Don Guillermo se casó con doña Elena Vázquez Tejada, atotonilquense. Ma. Isabel fue cónyuge de J. Trinidad Vázquez y éste en segundas  nupcias con Ma. Isabel de la otra rama de primos, de la que doña Isaura casó con don Rafael Esqueda, don Francisco en 1920 con doña Esperanza Núñez Vázquez, originaria del ahora Ayotlán, antes Ayo el Chico y más popularmente Pueblo de Ayo, municipio también colindante con Atotonilco. Don Manuel con las hermanas María de Jesús y Rosa María Ramírez González. Don Donato fue soltero. Ma. Isabel con J. Trinidad Vázquez en el segundo enlace de éste como ya se dijo. Mercedes fue cónyuge de don Jesús Dueñas.
La familia de don Donaciano fueron: Raymundo quien murió soltero en 1937 de 24 años por una pulmonía consecuencia de una gripa mal cuidada que se le agravó en visita a San José de Gracia;  Ramón fue un importante citricultor en Montemorelos, Nuevo León. Su esposa: María Esther Gómez Wells, viuda, se radicó en dicho lugar y los hijos en Monterrey con negocios importantes; María Guadalupe contrajo nupcias con Refugio Santos Sepúlveda, dueño en segunda generación del Vino de Naranja Santos; finalmente María del Socorro, que casó ya grande y luego enviudó.
Los hijos de don Refugio fueron entre otros, Rafael, Salvador, Francisco, Alicia  y Carmen. Rafael siguió fabricando un tiempo el vino de naranja y su esposa, ahora su viuda, es la Sra. Teresa Fonseca Hernández, que fue reina de las fiestas patrias. Salvador se casó con una de la hermanas González Armenta, hija del Prof. Trino. María de la Cruz, fue esposa de J. Trinidad Vázquez Tejeda, procreando una familia numerosa, entre ellos Hugo, José, Acela, Martha, Othón, José Luis y Trinidad. 
Don Guillermo y esposa procrearon a Jesús, Elena, Luz y Angelina. Chuy Valle se casó con Hermila Fonseca Navarro. Murió dejando dos hijos: Guillermo y Lorenzo. Elena contrajo matrimonio con Gregorio Santos Sepúlveda, hermano de don Refugio. Luz con Alfredo Morales Orozco, miembro también de otra familia de prosapia atotonilquense. Angelina fue miembro de la orden de Carmelitas Descalzas que fundara en Atotonilco la venerable madre María Luisa de la Peña Navarro después de quedar viuda del Dr. don Pascual Rojas, quien creó con su apellido otra marca de vino de naranja. La madre Luisita actualmente está en  proceso de beatificación. Hermila Fonseca Navarro, así mismo parte de una  familia también muy conocida de nuestro pueblo, quedó viuda por segunda ocasión del torero y empresario Eduardo Solórzano, que fue dueño de la hacienda de Huáscato.     
De la Sra. Isaura y Rafael Esqueda fueron sus hijos: Rafael que murió soltero joven; Margarita esposa de Maurilio Franco González, los dos ya fallecidos; él era primo hermano de mi madre; Vicente, quien hasta su fallecimiento radicó en Guadalajara, dedicado a la venta de joyería; Aurora fue esposa de Jacinto Angulo de San José de Gracia, también ya extintos; Carmen, esposa de Cléofas Navarro, fallecidos ambos, él era dueño de una de las cantinas más antiguas de Atotonilco: La Reyna Xóchitl  en la esquina de Colón y  Nicolás Bravo. 
La familia Valle Núñez de don Francisco y doña Esperanza, fue numerosa también, llegando a mayores el Ing. Francisco Javier, que casó con Adelina Pérez Bouquet, de Guadalajara, que ya falleció; Raquel, fue esposa de Alfredo Sepúlveda Navarro, los dos ya faltaron. En tercer lugar Armando que se fue a radicar a Pénjamo, Gto. en donde casó con  Martha Ortiz. Esperanza, la Chata, se desposó con el Sr. Moisés Palacios Domínguez, originario de Veracruz, ex alto funcionario de la conocida empresa nacional Fábrica de Jabón La Corona. La Srta. Arcelia, reconocida y popular promotora social y cultural de Atotonilco, donde radica. Bertha, viuda del entrañable amigo Gabriel Escobar Muñoz, que fue representante hasta su jubilación, de la Cía. Cigarrera La Moderna. Finalmente Yolanda, la gentil señora Yoli, viuda de otro sin par amigo José de Jesús "Pepe" Castellanos Flores, hermano de Nacho, Osvaldo y Raquel, de cuya familia también tenemos intención de escribir.
El Ing. Javier fue por muchos años funcionario público estatal en el área de caminos, donde fungió como Director de Infraestructura Carretera. Armando su hermano antes de emigrar a Pénjamo tuvo una tienda de ropa y calzado frente a la plaza por la calle Hidalgo.  De los hijos de Raquel y Alfredo, el abogado Carlos Alfredo fue Magistrado del gobierno estatal y el ingeniero químico Héctor, técnico de "La Corona". La familia del Sr. Palacios tiene relación profesional con la empresa Televisa.   
Don Manuel Valle Valle, fue el encargado de bodegas y envíos de la producción naranjera de la casa Valle, básicamente a través del ferrocarril hacia el país y los Estados Unidos. El medio principal era el ramal Ocotlán Atotonilco que se había planeado para extenderse hacia Los Altos pero que como tantos proyectos en el país quedó paralizado. La popular "guayaba" como se le llamaba a este tren fue factor importantísimo para el desarrollo del municipio.
De la primera esposa de don Manuel, María de Jesús, su hija María del Socorro, fue cónyuge de Manuel Rojo Fonseca, ambos ya fallecidos. Con la Sra. Rosa María fueron: María Ninfa que es religiosa de las carmelitas descalzas en Chapala, Jal.  Manuel que casó con Ma. Guadalupe Cruz González, también ya fallecidos; de Ma. Trinidad, su esposo José Sánchez Gazcón fue encargado del rastro, fallecidos.  María de Jesús, viuda de José Salas García, se radicó con sus hijos en los Estados Unidos; María Guadalupe se casó con Benigno Trujillo González al quedar éste viudo de su hermana Ma. Concepción, fallecidos; Rosa María se casó con Enrique Romero, que fue muchos años Jefe de Tránsito en Atotonilco; Rafael, trabajamos juntos  en 1951 en la empresa Valle  en lo de la preparación de pepinillos para la empresa Clemente Jacques, su viuda Delfina Reynoso González se quedó en Guadalajara con sus hijos. Da término a la descendencia de don Manuel,  Ma. Concepción, de quien ya hablamos.
De la Sra. Mercedes y don Jesús Dueñas, hombre bastante culto que conocí ya retirado de sus actividades, fueron sus hijos: Ma. Guadalupe, que fue esposa de Rafael Becerra también ya fallecido, quien con el negocio familiar de fabricación de muebles se fue con varios de sus hermanos a Zamora, Mich., donde me tocó convivir con ellos como funcionario de Banamex; Justa, extinta, Benjamín, casado, se radicó en Atotonilco, y María de Jesús, religiosa también de las carmelitas descalzas, estuvo destinada en Lagos de Moreno.
Cuando a principios del recién pasado siglo llegaron a Atotonilco las dos familias de primos hermanos Valle Valle, en lo que fue su sede comercial permanente: Portal Florencio Luna o Portal de los Valle,  en Andrés Terán frente al mercado, que ahora es el Hotel Portal del Vergel de la Sra. Elba Hernández Gutiérrez, don Lorenzo estableció en el domicilio una importante empresa abarrotera. Al lado hubo también una tienda del Sr. Donaciano, la cual todavía ví en los cuarentas. Luego en lugar de la abarrotera don Lorenzo, don Francisco su primo hermano y la  Srta. Josefina, su hermana, fundaron la casa Lorenzo V. Valle y Cía. que fue gran impulsora, como ya se dijo, de la industria naranjera atotonilquense, contribuyendo mucho a su  fama nacional e internacional.  La empresa manejaba huertas propias y fruta de un buen número de productores citrícolas independientes. El número de familias que directa o indirectamente dependían de la casa Valle era muy importante, así como los productos e insumos que empleaban en sus actividades.   
Hubo otras familias Valle en Atotonilco, igualmente emigradas del rumbo de San José de la Unión, seguramente parientes en algún grado de los señores Valle mencionados. Don Pedro Valle Navarro fue un relevante presidente municipal atotonilquense cuyas obras en favor del pueblo todavía se admiran. Ocupó el puesto varias veces en los treintas y cuarentas; en 1945, cuando llegamos a Atotonilco, lo recuerdo en dicho cargo. En primer matrimonio con la Sra. María Guadalupe Macedo, fallecida en 1934, hubo seis hijos, cuatro hombre y dos mujeres, entre ellos el Ing. Luis, el Dr. José, que emigró a Zapopan y Pedro, fue esposo de  Virginia Razo Reyes. Él fue el primer encargado del Teatro Cine Atotonilco propiedad de don Margarito Ramírez, a partir de su inauguración en 1945 y luego propietario de una imprenta, negocio en el que continúan por separado dos de sus hijos. La señora Virginia era hermana de Alberto, Rosendo, José Guadalupe, Lucila y Amelia, esta última esposa de Francisco Hernández Aceves, conocido industrial y comerciante en el ramo mueblero y de electrodomésticos.
De la segunda esposa del Sr. Valle Navarro, doña Rafaela Navarro Ruiz, fueron dos  hijas: Francisca "Pachis" viuda de Carlos de Alba Hermosillo, también destacado presidente municipal y empresario de Atotonilco, cuyos negocios, como la Forrajera Atotonilco, siguen manejando sus hijos, y María Dolores casada con Salvador Aguilar.
Doña Herlinda Valle fue cónyuge de don Celso Cerda y Socorro su hija, viuda de Enrique Fonseca Navarro radica en Guadalajara al igual que sus hermanos Celso, Severo, Rafael y el médico Miguel esposo de mi prima Reyna de la Torre Abarca. Don Juan Valle Tiscareño tuvo como esposa a María Luisa Navarro Ruiz, hermana de doña Rafaela ya mencionada. Don Juan era primo de doña Herlinda Valle y su mamá la señora María Tiscareño era originaria del rancho San Joaquín municipio atotonilquense del mismo rumbo de San José de la Unión. Sus hijos son Ma. Socorro esposa de David Verduzco, viven en Guadalajara; José Merced, esposo de María Eugenia González de Anda; Juan Manuel, radicado en la ciudad de México con negocio propio de químicos; José Luis; Gloria María que fue  soltera, Juan José, Carlos y al final José de Jesús, que también vive en la capital tapatía.        
Agradezco mucho la aportación de datos para este trabajo a Hugo Vázquez Valle, a la Srta. Arcelia y a su hermano el Ing. Francisco Javier Valle Núñez.