lunes, 16 de marzo de 2015

MARTHA

En casa de un cliente en una reunión sabatina, me presentaron a una señora joven muy atractiva a quien por la vía legal le estaba cobrando otra sucursal un crédito para la fabricación de calzado,  según indicación de la cliente, por la inexperiencia y mal manejo de su esposo, un junior de familia del ramo, acostumbrado más a los lujos personales que a la disciplina empresarial.  
El abogado externo del banco que la había visitado a principios de la semana, prefirió echar su cuarto de espadas como galán con la guapa señora, antes que hacer su trabajo profesional.
-Puedo arreglarle muy rápido su problema, pero antes quiero invitarla a comer o a tomar un café si lo prefiere. 
-¿No debe primero explicarme el problema con el préstamo?
-Sí, desde luego señora, pero podemos platicar mejor en un lugar más cómodo. 
-Podemos platicar muy bien aquí en el taller, pero en presencia de mi esposo y sería el próximo lunes cuando él regrese de viaje. 
-Entonces hasta el lunes, pero piense hermosa señora en la conveniencia de mi propuesta.
Por lo que me contó, pensé que el caso no debía estar en litigio, sino haberse reestructurado para que les permitiera continuar, o buscar una salida amistosa para las partes.
Este tipo de soluciones fueron siempre norma en mi trabajo, pues habían sido las más afortunadas, recurriendo a la vía legal sólo en contadísimas excepciones.
Como lo había supuesto, cosa nada rara en este tipo de créditos a la producción, se había destinado equivocadamente una buena parte del préstamo para instalaciones fijas (Refaccionario) en vez de a insumos para la elaboración de producto Habilitación o Avío) independientemente del derroche en lujos del marido, de quien en realidad la esposa estaba separada.
La falta de supervisión e indicaciones adecuadas de la sucursal otorgadora provocó en parte el problema, ya que después de unos meses no pudieron cubrir los abonos pactados en el Contrato de Apertura de Crédito de Habilitación o Avío y Refaccionario, para destinar de acuerdo con el estudio correspondiente, las partes correspondientes a cada uno de ambos aspectos. Sin revisión y criterio adecuados, se había enviado precipitadamente al departamento jurídico de la dirección regional del banco.   
La experiencia como Jefe del Departamento de Análisis de Crédito de la principal sucursal interna del banco, la Guadalajara No. 110, aparte de que desde mi ingreso a la institución en Atotonilco, 201, participé de una forma u otra en el tema, me daba credibilidad al respecto.  
El caso se arregló felizmente aportando los familiares políticos de la señora la cantidad suficiente para terminar las ampliaciones fijas iniciadas erróneamente, obteniendo de parte del banco la extensión de unos meses para regularizar los pagos pendientes atrasados.
Posteriormente pude ayudar a la señora con algunas opiniones para el mejor manejo de la fábrica. Se propició de manera espontánea una relación de amistad más allá de lo profesional, por espacio de varios años.
Al tiempo la señora decidió trasladarse a los E.U.A., donde contrajo matrimonio con un norteamericano, perdiéndose así la relación.  

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