lunes, 16 de marzo de 2015

LA NUEVA BANCA MEXICANA

El 1 de septiembre de 1982, en su último informe de gobierno, en un acto esquizofrénico e inconstitucional, el presidente José López Portillo, 1976-82, estatizó los bancos. En trato desigual dejó fuera de la expropiación de manera incongruente con su actitud, a los bancos: Obrero, del Pequeño Comercio del Distrito Federal, luego Banco Nacional de Comercio Interior: Bnci; Citibank y a los mixtos u oficiales. Miguel de la Madrid Hurtado, 1982-88, no hizo nada al respecto, ni tampoco con otros problemas igualmente muy graves que se venían acumulando en el país. Luis Echeverría Álvarez, 1970-76, había iniciado la nefasta cadena de desaciertos que hasta el presente no tiene fin. 
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, 1988-94, se aprobó la reprivitazación de la banca. De las más de sesenta instituciones financieras que había antes de la estatización, arrancó la nueva banca mexicana reprivatizada con sólo dieciocho. En menos de una década en poder del estado habían desaparecido más de dos terceras partes.
Los  nuevos dueños adquirieron del gobierno una banca muy cara y deteriorada. Pero les pareció que se trataba de las perlas de la virgen. Todos, salvo alguna honrosa excepción, eran improvisados como banqueros, advenidos de casas de bolsa, de los medios empresariales privado y político o simples oportunistas de altísimas como sorpresivas riquezas. A fin de cuentas, todos influyentes y amigos de Salinas o de su élite de poder.
Creyeron los nuevos dueños del sistema financiero mexicano en las enormes espectativas de enriquecimiento que ofrecía el supuesto gran auge económico inmediato para el país, tan cacareado por el salinismo oficial y privado. Les urgía empezar a recuperar el desproporcionado precio que habían pagado por un negocio en teoría buenísimo, pero en la realidad,  muy venido a menos durante la infausta estatización lopezportillista. 
Así, abrieron y prodigaron el crédito mucho más allá de las reglas y normas saludables del mismo. En muchos casos con enormes anchura de manga y altura de pesos, destinados irresponsablemente a proyectos insustentables. Los favorecidos de muchos de estos despilfarros fueron grandes empresas proclives al sistema, amigos, políticos y sus partidos o simplemente auto préstamos para y entre los mismos banqueros. En este orden de cosas, la emisión múltiple de tarjetas de crédito para la más variada y disímbola masa de usuarios, fue un verdadero dispendio.
También diseñaron y construyeron en plan de gran lujo, pues se creían ya magnates del primer mundo, verdaderos elefantes blancos o núcleos corporativos que ahora están semi o totalmente desocupados, en espera de compradores o inquilinos. Muestras de estos elefantes blancos, sólo en Guadalajara, son el de Av. Chapultepec cruce con Hidalgo y Morelos, en lo que fue la anterior sede de la Cámara de Comercio, considerado el edificio más alto de la ciudad; la Torre Inverlat en la Av. de las Américas a la altura del Country Club en la colonia Providencia, y, para no mencionar más, el edificio corporativo del Banco del Atlántico en  Av. Patria, por el rumbo del Parque de los Colomos.    
De manera persistente, también estuvieron despidiendo personal valioso y fiel,  supliéndolo con gente muchas veces inadecuada e inexperta, sin amor a la camiseta, que no tardó en provocar algunos problemas serios. Los despidos fueron en su mayoría mediante liquidaciones o jubilaciones prematuras, costosas, muchas veces a presión. No faltaron en esto, en ambas vertientes, casos de marcado favoritismo o de verdadera cacería. Por otra parte, así mismo, recibieron elementos contaminados  ingresados  en la etapa oficial.   
Este estado de cosas, no obstante el descomunal despliegue propagandístico oficial y en parte también privado, dadas las circunstancias del maridaje descrito entre ambos sectores, no podía terminar bien, por más que se quisiera hacer ver lo contrario. El desastre se presentó el 19 de  diciembre de 1994, a 19 días de haber entregado Salinas de Gortari el poder a Ernesto Zedillo. El gabinete económico del nuevo presidente desató ese día, a todas luces  de manera insensata y prematura, los demonios de la devaluación, iniciando así la peor crisis recurrente económico-social de los últimos veinticinco años.
 Las graves heridas de esta debacle financiera están todavía muy lejos de sanar,  no obstante que a toda costa se nos diga lo contrario. Los aspirinoides intentos de solución no han atacado las causas u orígenes del problema.
La situación mandó a la quiebra a millones de empresas, principalmente micro, pequeñas y medianas ¡Cómo no! si los costos de los créditos bancarios llegaron a subir, en casos concretos, de un 23 hasta un 150% anual de intereses ¡Más de ocho veces! Nadie podía pagar, y menos mediando una paralización casi total de las actividades formales. Al derrumbe económico se agregó, como nunca antes, el daño moral, que a diferencia de las crisis sexenales anteriores, ha afectado muchísimo más esta vez.
No obstante las serias manifestaciones en contra y los graves problemas advenidos al país, el gobierno zedillista ha sido fiel continuador del sistema neoliberal de gobierno, a la mexicana, que Salinas de Gortari impulsara de manera tan viciada en el país. Las bondades que en otros países, principalmente desarrollados, pueda tener este sistema económico, en México, seguramente por la forma corrupta empleada, nadie puede negar que ha causado terribles daños.
La mitad del pueblo vive en la pobreza y la mitad de ésta en el desamparo extremo ¡Cincuenta y veinticinco millones respectivamente! Somos de los principales países con más supermillonarios del  mundo, según las listas de Forbes y Fortune, en las que los banqueros mexicanos forman parte. En las listas de espera o antesala, hay varios connacionales más y otros que por derecho propio, si no ocultaran sus enormes capitales, ya deberían  figurar en este club de ricos. 
Para afrontar, o entretener, este descomunal problema económico y social, el gobierno decidió, con los recursos del erario, rescatar o alojar la cartera vencida de los bancos en el Fondo Bancario para la Protección del Ahorro, FOBAPROA, que luego cambió a Instituto para la Portección del Ahorro Bancario, IPAB. Ambos han sido materia de agrias,  prolongadas y violentas discusiones en las Cámaras de Diputados y Senadores y  en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El  IPAB aloja en su seno más de 800,000 millones de pesos ¡Cerca de  90 mil millones de dólares! Se encuentra incluida aquí la crema y nata de los mega créditos bancarios sucios mencionados antes. Grandes consorcios empresariales que siguen operando jugosos negocios tanto nacional como internacionalmente, neo banqueros y empresarios prófugos que el gobierno no puede, o no quiere enjuiciar y  hasta  algún partido político, engrosan  este mundo de dinero.
Las espectativas más optimistas de recuperación por la venta de estos activos en el IPAB, no llegan a la tercera parte. Así pues, hablemos de cobrar, a plazo, en el mejor de los casos, unos $260,000  y perder $540,000 millones de pesos.
De las dieciocho instituciones de cobertura nacional o regional que iniciaron la nueva era bancaria, quedarán menos de la mitad en unos meses. Desaparecerá Serfin en el seno de Santander Mexicano, Promex en la fusión de BBVA y Bancomer y luego Bancrecer en quien lo compre, que será por unos platos de lentejas en relación con su costo de rescate, como sucedió con Serfín y con la extranjerización de Inverlat en beneficio del Banco de Nueva Escocia, de origen canadiense.
Quedaría la nómina bancaria del país por el momento así: BANAMEX, BBVA-BANCOMER, SANTANDER MEXICANO, BANORTE, BITAL, INVERLAT y CITIBANK. En el camino fueron quedando, por rescate federal entregando sus carteras de crédito vencidas al Fobaproa o Ipab y sus cuentas de depósitos a los bancos compradores, o por alianzas y fusiones, entre otros: Banco Mexicano, antes Mexicano Somex, Banco del Atlántico, Banpaís, Banca Unión (antes BCH) Banca Cremi, Banco del Noroeste de México (BANORO) Banco del Centro (BANCEN) Banco de Oriente (BANORIE) y Banca Confía, (antes Atlas).   
Hay en el mercado otros bancos, que en términos políticos partidistas muy de moda ahora, forman la chiquillada del sistema financiero. Son instituciones con muy pocas y hasta una sola oficinas. Atienden básicamente nichos especiales de clientela. Algunos de estos son: Banco Industrial, aquí en Guadalajara, intervenido por hacienda, Banco Regional de Monterrey (BANREGIO) Banco del Bajío, que pretendió adquirir a Industrial, Bansí, también jalisciense, Banca Quadrum, Banco Imbursa, Ixe Banco, al que probablemente absorva Bajío, Ing Bank, Banco J.P.Morgan, Banca Afirme y dentro del sector semioficial Banco del Ejército y la Armada (BANJÉRCITO)    
Dentro de la banca de fomento o gubernamental, persiste Nacional Financiera (NAFIN, Banco Nacional de Comercio Exterior (BANCOMEXT) y realizando funciones de primer piso como los privados, Banco de Crédito Rural y algún otro de este corte.  Desapereció, por falta de interesados en su privatización, Banco Nacional de Comercio Interior (BNCI) antes Banco del Pequeño Comercio del Distrito Federal (BANPECO) que llegó a tener red nacional.
De los siete bancos mencionados de cobertura nacional que quedarán en unos meses, sólo dos ¿Por cuánto tiempo? conservan capital ciento por ciento mexicano: Banamex y Banorte, éste porque no ha habido quien lo compre ¡Qué triste y diferente es la situación de la supuestamente inquebrantable, orgullosa, sólida e incólume banca mexicana de antaño! (Nota, tomar en cuenta la fecha de emisión de la siguiente línea)   
12042006.

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