A la comercialización de electrodomésticos y muebles
para el hogar que como giro comercial tenía registrado el deudor que nos ocupa,
mezclaba operaciones de otra índole que
descuidaban mucho el objetivo principal del negocio. Su caso había sido turnado
por mi antecesor, Federico Mendoza García, QEPD, al departamento jurídico para su gestión legal. Unos días después de
mi llegada se me presentó en la oficina al hijo mayor del dueño, quien se hacía
cargo de la empresa.
De entrada le dio luego por destacar sus dotes
comerciales, soslayando a propósito su situación anómala con el banco. Pasó
rápido a las felicitaciones y demás agregados por mi llegada Que si qué televisión tenía y qué otros
muebles. Que si conocía equis variedades o restaurantes. Al contestarle que de
momento no podía comprar nada y que en lo que tocaba a restaurantes y
variedades, ya conocía los establecimientos que mencionaba, por haber estado
antes en Guadalajara, y al no ocuparse
de sus créditos impagados con el banco, tuve que abordar el asunto. Sin inmutarse mayor cosa, me dijo que no me preocupara y al decirle que él era el que debía preocuparse, quedó de hacerme una propuesta que debía consultar con su papá cuya jerarquía no quería pasar por alto. Al día siguiente como a las diez de la mañana llegó junto con un empleado que cargaba una televisión Sony último modelo.
-¿Le gusta? Es muy buena. Es lo último en el mercado. Es suya.
-Si me gusta pero, discúlpeme, llévesela, no la puedo recibir. Tenga la seguridad de que por mi parte llegaremos al mejor arreglo para que pueda liquidarle al banco, en la medida que usted tenga también voluntad para ello, sin que haya ningún tipo de regalo.
Pasaron algunos días. Por medio Armando Mendívil de Anda, contralor de la sucursal, con quien llevaba amistad, propuso el cliente pagar con un cheque post fechado de un conocido y popular propietario de negocios de juego o "brincos" y hasta lenocinios, de la ciudad Sr. Julián Carrillo..
-¿Cubre toda la cuenta hasta la fecha del cheque?
-Con la quita de intereses moratorios y gastos legales que usted autorizó, habría hasta un pequeño remanente.
El cheque, en su fecha, rebotó por cuenta cancelada, como no era remoto suponer.
-Voy a ir a cobrarle al cuentahabiente a medio día; si voy ahora debe estar dormido aún - Le dije al contralor.
-Es peligroso ¿Lo acompaño?
-No, espero que no haya problemas.
Llegué a la casa del personaje. Estaba en una colonia de buen nivel bastante retirada del centro. Era una residencia grande, de buena construcción y muy protegida. Tuve que esperar un rato para que apareciera un empleado un tanto mal encachado, quien regresó a abrirme después de otra espera, ya menos hosco. Lo seguí a lo largo de la mansión hasta una recamara del fondo en que estaba todavía acostado y crudo, en penumbras, el personaje que buscaba.
En el recorrido de la casa observé los vestigios de la actividad de la víspera. Mesas sucias, con botellas, platos, vasos vacíos o con restos, tubos labiales, algunas barajas finas de póker y un olor desagradable, mezcla de alimentos, bebidas y humores.
-Pase amigo. Qué bueno que vino. Disculpe este desmadre. Hay clientes que me dejan la casa hecha una basca. Creí que me iba a mandar a alguien. ¿Le ofrezco algo? Tuve que cancelar la cuenta con ese pinche banco, voy a cambiarla con el suyo, nada más que me queda muy retirado. Ahora mismo le pago el cheque en efectivo.
Se bajó de la cama acompañado de algunos quejidos por la tremenda desvelada y cruda que traía. Sacó de una caja fuerte un buen puñado de un monto mayor de billetes revueltos de varias denominaciones. Me pidió que le echara una mano para separar y contar. Completamos lo correspondiente más la pequeña comisión financiera del banco girado. Le advertí que éste seguramente le iba a cobrar por el sobregiro.
-Sí les deposito. Que se jodan; no me tienen tan
contento. Tengo otras cuentas; de veras un día de estos voy a abrir una con
usted.
-Cuando guste, estamos a sus órdenes.
-Dese una pasadita por aquí cuando quiera, se va a
divertir mucho, aunque no juegue; tenemos una concurrencia muy selecta y un
servicio a la altura. Aquí puede amarrar muy buenos clientes para su banco, no
como mi compadrito mueblero que con blofees quiere hacer los negocios.-Le agradezco mucho, un día le caigo por aquí. Que tenga usted buen día.
-Acompaña al señor gerente. En cuanto lleguen los muchachos encárgate de que limpien toda la porquería que haya; hoy van a venir amigos importantes.
-Le cayó usted muy bien al patrón; es raro que deje entrar a alguien. Yo desde que llegó lo vi y me esperé a ver si se iba; pensé que fuera algún inspector; no sabe la lata que dan. Luego al llevarle su tarjeta al patrón se acordó del su asunto. A ver si de veras viene, se la pasaría muy a gusto.
Unos días después fui con un compadre y pariente cercano Pedro Galindo de la Torre, que celebraba su cumpleaños.
-Con que en negocios gordos, compadre.
-No, que yo sepa ¿Por qué?
-Saliste a relucir en una plática con mi amigo Julián
Carrillo en las carreras del domingo pasado.-Nomás fui a cobrarle el otro día un cheque de hule.
-Pues me pidió que te invite a una de sus pachangas. En plan de cuates es un tipo a todo dar.
-Pues si compadre, no es que me asombre, pero luego dan en salir otros compromisos.
En otras ocasiones se habló del Sr. Carrillo y de sus negocios. Se le acreditaba como un hombre de honor y de alta responsabilidad en sus compromisos. Estas dotes, como es sabido, no siempre son atributos en las personas que se desenvuelven en el medio. No lo volví a ver.
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