lunes, 16 de marzo de 2015

SOBRE LA SITUACIÓN MEXICANA

A partir de 1810  hasta nuestros días, 190 años después, México como país independiente no ha dejado de tener graves problemas políticos, económicos y sociales. Desde la guerra de independencia, jefaturada por Hidalgo en vez de Allende, que pudiera haberse finiquitado rápidamente con la toma de la ciudad de México, si el padre de la patria no desiste de ello, cometiendo así el más grave de sus errores tácticos, hasta el presente, de una manera u otra, la nación no ha alcanzado, ni remotamente, sus aspiraciones legítimas y posibles. 
Morelos, magnífico, que debía haber tomado el mando absoluto a la muerte de Hidalgo, a quien el movimiento insurgente debe sus más gloriosos momentos, cae en 1815 abandonado de sus correligionarios, ante un gobierno virreinal robustecido. En 1821 ¡Once años después del grito de Dolores! Iturbide, férreo enemigo hasta entonces de los insurgentes, consuma la independencia, para erigirse al siguiente año en fugaz e inconveniente emperador de los mexicanos.
El siglo XIX, llamado por algunos analistas el de los caudillos, fue desde su inicio, el de las más terribles e infelices desgracias para el país. Transcurre entre asonadas, revoluciones y choques de intereses fraternos, incluidas las etapas pre y de guerra de independencia; invasiones de los norteamericanos y europeos con todo y su imperio austriaco. Caudillos dictadores aferrados al poder, como Antonio López de Santa Anna, el mismo Benito Juárez y Porfirio Diaz.
Con mucho la peor desgracia fue la pérdida de la mitad del territorio nacional en favor de nuestros eternos enemigos y vecinos del norte los Estados Unidos. Se apañaron de lo que ahora son sus joyas estatales más preciadas: California y Texas y además Arizona y Nuevo México y partes menores de lo que son otros de sus estados colindantes.
El siglo XX le dio sus primeros diez años al último tercio del porfiriato, que como toda dictadura, se encontraba ya muy descompuesto, aunque le había traído al país su  primera etapa real de paz, orden y trabajo relativos. El veinte de noviembre de 1910, casi todavía en los festejos del centenario de la independencia, estalla la revolución que en lucha armada, si le agregamos la etapa cristera, como la mayoría considera, duró hasta 1929. ¡Nada más diecinueve años! Con todo, algunos representantes del poder septuagenario que aún nos gobierna, creen y sostienen por sus apetitos de poder que seguimos en esta etapa casi centenaria de revolución.
Con la gesta armada vuelven, con diferentes nombres, los mismos fantasmas del siglo anterior. Asonadas, traiciones, cambios reversibles de bando. Pillaje, violaciones, expulsiones al extranjero. El reparto de tierras o el usufructo de éstas, en gran parte es a nuevos hacendados, revolucionarios  o amigos de los que están en el poder o en éste ellos mismos.
A muchos verdaderos campesinos nunca les tocó nada. Gran parte de éstos, por ejemplo los de las héroicas tierras jaliscienses de los Altos, por principios o escrúpulos no aceptaban lo que consideraban un robo a sus verdaderos dueños. Además, no atinaban a considerar legítimo a un gobierno medrando entre cambios y traiciones. De esta manera, se hicieron no pocos agraristas que de gente de campo no tenían nada, pero sí amigos en el gobierno y en los comisariados ejidales.
En 1929 Plutarco Elías Calles  fundó el partido político que, con cambios de nombre, es el mismo que a cómo ha dado lugar, sin desdeñar cualquier recurso ilegal o maña, detenta el poder en este país. Poder hasta hace unos años total y absoluto, de "carro completo", como orgullosa y sarcásticamenmte pregonaban  y decían iban a seguir usufructuando siempre.
Hay miles de priistas hoy en día, que a toda costa quieren seguir en el pandero. La mayoría de las naciones del planeta han cambiado sabiamente a la alternancia política,  base de la democracia.  Poderosos personajes en México, del más alto nivel económico, político y social, defienden por obvias razones, dígase cotos de poder y otros intereses creados, la permanencia del sistema anquilosado y dinosaúrico que por maldad o lógica dinámica inercial,  nos ha hecho tanto daño.
Amiguismo, alta participación económica en los grandes negocios y muy jugosas y viles  "mochadas", han creado una élite, un enorme club, cuyas membresías se cuidan y protegen  con el más estricto celo. No por nada tenemos un lugar preponderante en las listas de los hombre más ricos del mundo.
Las concesiones favoritarias de todo tipo de negocios, otorgadas en todo tiempo en este país, se han elevado al cuadrado en los últimos neoliberales años. Fácilmente podemos identificar los grandes negocios de la novísima clase dorada mexicana, aún en plena expansión empresarial, como lo demuestran las adquisiciones de grandes negocios. Paquetes aeroportuarios, hoteleros, bancarios, etc, son licitaciones permanentes del gobierno, por razones ipabenses, vendidas muy por abajo de sus  costos reales. Al fin y al cabo la gran diferencia, hasta del 80%, corre a cargo del erario público.
A partir de 1995 sufrimos la crisis económica más fuerte de los últimos veinticinco años. Ha repercutido de manera desastrosa en millones de pequeños y medianos empresarios y como nunca antes, en el aspecto moral. La pobreza alcanza la mitad de la población y la pobreza extrema la mitad de ésta, aproximadamente ¡Que desgracia! ¡Cincuenta y veinticinco millones de mexicanos!.  
A pesar de todo esto, el pueblo mexicano está vivo y de pie, dispuesto a salir adelante como siempre lo ha hecho. Debe sacudirse de manera definitiva los problemas añejos que lo aquejan. De las grandes crisis, y ésta lo es en extremo, han salido las grandes soluciones. El usufructo del país por una anciana dictadura de partido está cobrando sus últimos malhabidos dividendos.
(Nota, tomar en cuenta la fecha de emisión de la línea siguiente)
05022001

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