lunes, 22 de mayo de 2017

BANAMEX ZAMORA, TEMBLOR Y OTROS SUCEDIDOS

Cuando después de diez meses como contador en Tepic, Nay., me nombró Banamex subgerente en Zamora, Mich., en mayo de 1964; trasladándome en la línea Omnibús de México a mi nuevo destino, después de transbordar a ésta proveniente del primer lugar mencionado, unos kilómetros antes de llegar el autobús se empezó a remolinear mucho y por poco se sale de la carretera. Creímos los pasajeros que el operador andaba en mal estado. Una vez que después de largos segundos logró controlar la unidad nos informó que estaba ocurriendo un temblor.
Encontramos Zamora en total oscuridad. El Hotel México en el que me habían recomendado que me hospedara, ubicado en la calle Guerrero, a media cuadra entre Las Avs. Madero y Morelos, en pleno centro de la ciudad, era también terminal del autobús, así como de los de otras líneas. El propietario y administrador, creo de nombre José pero no recuerdo sus apellidos, había encendido varias lámparas; era muy conocido y buena persona. Como en Tepic menos de un año antes, no escogí, para mi estadía de más o menos un mes, mientras encontraba casa y me llevaba a mi familia, el mejor hotel, que en Zamora era El Fénix por la misma Av. Madero en la colonia Jardines de Catedral. Me pareció bien el sugerido, la buena química con el dueño y además porque estaba a unos pasos del banco.  
Aparte de lo que precede, deseo agregar lo siguiente al relato Banamex Zamora.
A un poco más de una docena de kilómetros de Zamora por la carretera a Morelia, ya en el municipio de Tangancícuaro, se encuentra el Parque Nacional Lago de Camécuaro (decreto de Lázaro Cárdenas 8/12/1941) que es una maravilla de la naturaleza y lugar muy concurrido nacional e internacionalmente. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1960. Para profesionales de la comunicación, iucluso cineastas, ha sido un magnífico escenario. Estuve varias veces ahí. Los servicios entonces, subvencionados a los ejidatarios, eran algo rústicos pero de buena calidad, aunque no faltaban algunos brotes de inseguridad.                
Por la misma salida un poco después de Tangancícuaro, inicia la cañada de los Once Pueblos, ubicados todos en el municipio de Chilchota, cada uno de ellos, a pocas distancias, joyas de la cultura y costumbres purépechas, como todos los lugares del estado; son: Urén, Tanaquillo, Acachuén, Santo Tomás, Zopoco, Huáncito, Ichán, Tacuro, Carapan, San Juan Carapan y Chilchota. 
Tangancícuaro como Chilchota eran nuestras corresponsalías de la jurisdicción de Zamora y obviamente en los citados pueblos de la cañada teníamos clientes de los que recuerdo por ejemplo un comerciante bastante próspero en Carapan que se llamaba Agustín Benjamín Valentín, concurrencia en nombres y apellidos muy común en Michoacán. Además eran corresponsalías, que casi todas luego se transformaron en sucursales Banamex: Purépero, Los Reyes, Tingüíndín, Peribán, Chavinda, Santiago Tangamandapio, Ixtlán de los Hervores, Ecuandureo. Jacona, todavía entonces no conurbada, la atendíamos como local.
Quiero repetir por su importancia, aunque sí los consigno en el relato Banamex Zamora, el plan único hasta donde sé, de financiamiento agrícola al cultivo de fresa, en coordinación con la empresa Heinz Alimentos, a productores ejidales a partir desde una hectárea y hasta menos, el cual mi jefe, don Claudio Pita Hurtado, dejó a mi elección aceptarlo de parte del banco y que fue, con sus circunstancias especiales, como aglomeraciones excesivas en el recinto de la sucursal por anomalías del delegado de Heinz, un verdadero éxito y precedente que no se continuó en la institución.   
Así mismo, igualmente luego desestimada por el banco, la campaña Olimpiada Nacional de Apertura de Cuentas de Ahorro promovida con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968 en que obtuve el Campeonato Nacional de Región Occidente por número de cuentas aperturadas. El trabajo para conseguir el galardón fue verdaderamente titánico mediante la promoción en las escuelas primarias, particulares y oficiales, de la Perla del Duero.
Y para no extenderme más, mi participación, como subgerente, en el seminario piloto de BNM en la ciudad de México, para gerentes y funcionarios de dirección seleccionados, sobre el tema algo así como la toma de decisiones o reacción personal psicológica ante la actuación personal como parte de la institución. El curso de cuatro semanas, lunes 30 de mayo a viernes 24 de junio de 1966, fue muy significativo y se nos premió asistir al término a la semana anual de Ejecutivos de Ventas.
Para asistir a la inauguración del Estadio Azteca el domingo 29, llegué al D.F. el sábado 28. Nadie de los compañeros ya arribados me quiso acompañar, asistiendo solo al juego América vs Torino de Italia. Empate a 2, iban 2-0 los cremas, goles de Arlindo y Zague, alcanzándolos Torino con goles de Gualtiere. Por cierto Televisa al celebrar el 50 aniversario el año pasado, mentirosamente dijo que el 80% de los asistentes eran fans del América, cuando simplemente por los espacios asignados a las porras, el del Guadalajara, no siendo local, era el doble del de cualquier capitalino y el que más se le acercaba era el del Atlante y enseguida el del Necaxa.      

miércoles, 17 de mayo de 2017

CLUB ATOTONILCO DE FUTBOL

Este club era desde luego el más antiguo e insignia de la actividad futbolera de Atotonilco el Alto en los cuarentas del pasado siglo veinte,  así sucedía al inicio de 1945 cuando llegamos la familia de la Torre Galindo a El Vergel de Jalisco o Puerta de los Altos, como se le llama a esta singular ciudad de los Altos de Jalisco. A falta de otro club competidor se dividía en primera y segunda fuerza, siendo ambas bastante buenas y difícilmente admitían nuevos jugadores.   
Entonces la competición con los demás clubes de poblaciones vecinas se manejaba por intersonas y Atotonilco correspondía a la zona No. 5 donde competía con las dos fuerzas propias. Recuerdo claramente que entre los competidores más aguerridos del grupo competidor estaban los clubes de Tototlán, Ayo el Chico (ahora Ayotlán) San José de Gracia y San Francisco de Asís, con los que se escenificaban verdaderas batallas que trascendían a veces al público asistente y eran tópico de enconadas discusiones y a veces de  moquetizas tremendas. A un partido contra Ayo, que creo fue un 5 de enero, se transportaron en el camión tortón o troca Fargo de mi papá. El camino era por una brecha que pasaba por Santa Rita. Se perdió el partido; nos apedrearon a la salida y como estaban lloviendo cabañuelas nos quedamos atascados hasta el día de reyes sólo mi papá, un ayudante y yo, hasta que en esa mañana con yuntas de bueyes se desatascó el  camión.     
Entre los integrantes de la primera fuerza, buenos jugadores todos, recuerdo a Rafael Aceves (portero) Ignacio Castellanos Flores, Francisco Fonseca Rojo, Lorenzo Escoto “El Cache” su hermano “Titos” que no recuerdo su nombre, Raúl González González, que jugó como centro delantero en el Atlas, Agustín Contreras “El Abuelito”, un interior izquierdo muy bueno apodado El Moruso, que también se fue a Guadalajara, José El Chaparro  Barragán,  muy fuerte, centro medio, que también luego se fue a vivir a Guadalajara, por el rumbo de la colonia Santa María. De la segunda: Nazario Aceves que por mucho tiempo manejó un esquipo propio, Luis Aceves “La Tabla” hermano del portero Rafael, Javier Oliva (el gancho) Manuel García “La Pavita” del que yo era su cargador de mochila, después Jesús Muñiz que se probó en el Atlas, y al tiempo mis hermanos Ramón y Adolfo ambos como defensas derechos,  y muchos otros que no recuerdo.
En los 1950´s aparecieron los verdes del Independencia, cuyo antecedente fue el Victoria que el abuelito integró básicamente con ex alumnos de mi generación de la escuela primaria oficial Benito Juárez, en el que sobresalían Pantaleón “Panta” portero, Gerardo Orozco, David Verduzco, “El Alechuso” Hernández, no recuerdo su nombre, pero sí que se fue al seminario del clero en Guadalajara y el equipo de ahí muy bueno como él, vino a jugar algunas veces a Atotonilco;  Manuel Curiel (Pepín) que también era muy bueno, y otros.
Así mismo, se formó el Cuauhtémoc con uniforme predominante en rojo, en el que sobresalía entre otros el güero Rigoberto Estrada ”El Güero Guateque” mi hermano José Luis estuvo ahí también como defensa derecho. El Industrias Unidas de Atotonilco nació un poco antes del Victoria (ver relato) que duró poco porque la empresa quebró, obviamente formado con trabajadores de la misma.
Al quitarse el sistema de intersonas se creó la liga local, en la que el Atotonilco luego desaparece, dándose de alta otros equipos, entre ellos el de Calzado Pepín que contaba con varios jugadores del Independencia.

domingo, 14 de mayo de 2017

ALERGIA A LOS CAMARONES

El viernes 22 de noviembre de 1963 partí de Tepic en la mañana en autobús rumbo a Guadalajara para en la central tapatía hacer conexión a Atotonilco. El miércoles había sido feriado por la conmemoración del 20 de Noviembre por el inicio de la Revolución Mexicana de 1910. Mi gerente Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado me había ofrecido que tomara el resto de la semana a partir del citado miércoles, concretándome a pedirle sólo faltar el viernes y el sábado por los trabajos de importancia que me tocaba realizar como contador y extras de Banamex en la capital nayarita.  
Un amigo encargado de una de las cooperativas camaroneras cliente del banco, me regaló una bolsa de preciosos camarones frescos seleccionados, especiales para coctelería, a los que creí equivocadamente que poniéndoles en el camino simples pedazos de hielo, sería suficiente para conservarlos en buen estado.  
A eso de las trece horas de dicho viernes, por el noticiero de radio del aparato que llevaba encendido el operador del camión, dieron la noticia del atentado y muerte del presidente de EUA John F. Kennedy en un desfile de Dallas, Texas, que nos causó gran consternación a todos los pasajeros. Tal vez por eso descuidé un rato cambiarle el hielo a  mis  camarones.
Por la tarde ya en Atotonilco, se prepararon mediante una receta de cocimiento en crudo a base de limón, yerbas aromáticas y especias, resultando el festín de degustación muy apreciado y celebrado por todos los comensales.
No sentí malestar alguno, pero en la primera oportunidad que comí estos canijos crustáceos, frescos, me intoxiqué. Fui al médico del banco, pensando que no le iba a ser difícil curarme conociendo la causa. Me dijo para empezar, que la única cura infalible era no volver a comerlos. Pero que si insistía en el remedio era una inmunización de tratamiento progresivo. Que consiguiera una dotación de polvo de camarón y empezara una mañana en el desayuno comiendo lo que se pegara a un palillo mojado, en la comida doble ración, en la cena triple y cada día progresivamente hasta que viniera la cura. Aparte de que no iba a llevar dicha rutina casi infinita, los camarones secos, bien secos, no me enfermaban.
En algunas ocasiones por ignorarlo los he comido e instantáneamente viene el problema. En una ocasión todavía en la sucursal Independencia Guadalajara una compañera me regaló otra bolsa; el olerlos abriendo el plástico respectivo fue suficiente para que me empezara la urticaria en la cara. Otra vez, con unos proveedores, ya en negocio fuera del banco, en el restaurante Cazadores de la Av. Unión en Guadalajara, no obstante la advertencia al mesero que las empanaditas pedidas, especialidad de la casa, no fueran de camarón, las surtió de éste. Ante mi rechazo de que sólo me dejaran llegar al baño, en la siguiente planta, prevía ingerencia de un vaso con leche tibia, alcancé a acceder a los sanitarios sumamente urgido a vomitar hasta el desayuno y algo más, y volver como si nada a continuar la comida y reunión.
No obstante, aunque no me siguen haciendo ningún daño estos mariscos secos, sus parientes, langostinos, pulpos, etc. se agregaron a la lista que no debo comer.  

EXCURSIÓN AL SANGANGÜEY

Entre los clientes de Banamex en Tepic, Nay., a donde llegué como contador a mediados de 1963, el personal de la planta local de Coca Cola seguido nos estaban presumiendo que hacían una subida al volcán Sangangüey, ubicado a unos kilómetros por la carretera  a Mazatlán, pernoctando una noche en el cráter.
En una de sus cacareadas, puesto que nosotros trabajábamos todavía los sábados, les reviramos que nosotros lo íbamos a hacer en un día. Así, un domingo a las siete de la mañana ya estábamos en la carretera a la altura de una ranchería donde nos bajó el camión para iniciar el ascenso cinco o seis compañeros de trabajo, incluyendo a Alfonso Bazonni Castro que me habían enviado de la sucursal Guadalajara en plan de entrenamiento en la rama administrativa.
En lugar de tomar una vereda por el filo del cerro un tanto regresando después del rancho mencionado, si no en línea recta y a campo traviesa como lo habíamos planeado, subimos haciendo camino. No faltaron obstáculos, principalmente de piedras y malezas diversas, que para nuestra juventud no fueron mayor problema, con todo y carga que llevábamos de más.
Llegamos un poco antes de las doce al remanso espléndido y paradisiaco del cráter. Jugamos, bebimos refrescos y comimos opíparamente para un poco después de las 4, emprender el regreso, teniendo que dejar bastante comida y refrescos excedentes. Como lo habíamos planeado también, lo haríamos por el filo o espinazo de la sierra que contaba con camino, calculando unas tres horas de recorrido.
Como a la hora se dio cuenta Bazonni que había olvidado su cámara Kódak Retinette último modelo. Lo acompañé a recogerla, como sucedió, aguardándonos al regreso donde íbamos, el resto de la comitiva por desconocer todos, igual que nosotros, la vía de regreso. 
Por el tiempo perdido, enseguida empezó a oscurecer y caer la noche ajena de luna, perdiéndonos irremisiblemente. Por las luces que veíamos abajo en la ranchería de donde partimos en la mañana, decidimos bajar igual, después de  varias horas a la deriva. La gente aparte de lo cansada que andaba se  desesperó mucho. Si no los aliento a la mayoría con unos generosos tragos de tequila blanco 7 Leguas que llevaba, se me hubieran achicopalado más, en el ambular de toda la noche.
Arribamos a la carretera ya con sol, a eso de las 7.30; abordamos unos minutos después el primer omnibus que apareció y pasadas las 8 salíamos de su terminal a arreglarnos a nuestras casas, no sin antes pedirles a todos que al tiempo más corto posible, se presentaran a trabajar. No faltó, afortunadamente,  ninguno a sus labores casi puntualmente.  

viernes, 12 de mayo de 2017

"SI NO TE ACOMPAÑARA UNA PERSONA DECENTE..."

En mala hora, a mediados de 1966, desafortunadamente, acepté regresar de la subgerencia de Zamora a la sucursal Guadalajara de Banamex para ocupar otra subgerencia, no obstante la opinión contraria de mi gerente, gran gerente también, don Claudio Pita Hurtado, por solicitud apremiante de su paisano Adolfo Sánchez Medal que venía de gerente a nuestra Perla Tapatía, y además por solicitud del Gerente Regional Sr. Manuel Moreno Guevara, metiendo otra vez, como en Atotonilco, la cola el diablo en mi carrera, manteniéndome dos años ocho meses en dicho puesto en vez de, según ofrecimiento formal, de sólo seis (ver Guadalajara Dos)
-Felipe, le presento a mi coterráneo Adolfo Sánchez Medal, somos de Ario de Rosales y entramos en Morelia el mismo día al banco, viene de la gerencia de la sucursal Chihuahua a pedirle que le ayude en Guadalajara como subgerente. Le he dicho que está destinado para  abrir la nueva sucursal en Sahuayo que se merece de sobra, pero la decisión será suya.
En la tarde del  mismo día me habló don Manuel Moreno
-Felipe necesito que le ayudes a mi amigo Fito como subgerente en Guadalajara, por tus amplios conocimientos de la plaza, estás listo para ocupar una gerencia, pero ser subgerente en la Guadalajara equivale a una buena gerencia; te garantizo que será sólo por seis meses. 
Estaba muy arraigada la idea de que cuando no se aceptaba una propuesta de cambio en BNM se le olvidaba en el  mismo cargo al que rechazaba. Eso y que serían seis meses me hizo aceptar.
Resultó que en realidad el principal instigador y promotor del cambio había sido Fernando Veytia Jr., mi mediano aprendiz de Tepic, al sugerírselo a don Adolfo y malamente convencerlo que le asignara una subgerencia arriba de la mía, al mismo tiempo que para todo me pedía apoyo y lograba que la gerencia me encomendara tareas adicionales, a pesar de las excesivas que ya tenía. A espaldas sus invectivas trataban a toda costa de perjudicarme. Sin embargo, hubo dos cosas que le agradecí, una que me sugiriera comprar el lote en la colonia Providencia donde construí mi casa en Ontario 1567, cerrada con Valparaíso y la otra que me trasladara al banco todos los días, pues había construido la suya en esta última, a unos pasos.
En uno de los traslados del mediodía a comer, por la Av. Juárez un poco antes del cruce con la ahora Calzada del Federalismo, se nos cerró un auto lujoso como el de Veytia,  haciéndonos parar y al bajarse el dueño furibundo pistolota en mano con cartucho cortado,  al encararnos y reconocerme de alguna manera, le espetó: agradece que vienes con una  persona decente, sino aquí te llevaba la chingada. Después que le volvió la sangre al cuerpo y de mi expresión: ¡qué amiguitos tienes! continuamos hacia  nuestras casas.
Luego se supo que en una de las francachelas frecuentes de faldas, de las que Fernando era constante promotor para don Adolfo, se enemistaron en grande con el atacante.                   
Podría aquí contar otros sucesos de esta etapa que no quiero extender también. Sugiero ver al caso Banamex Zacapu.

jueves, 11 de mayo de 2017

BANAMEX TEPIC, EXTENSIÓN

El día de mi llegada a Tepic, vía autobús, como a las cuatro de la tarde del día siguiente en que la víspera había laborado en mi subcontaduría de Guadalajara, sólo estaba en la oficina la Srta. Alicia Lara secretaria de la gerencia.
-No está el Sr. Sarmiento, creíamos que todavía no iba a llegar
-Si ayer trabajé en Guadalajara, hoy ya me toca hacerlo aquí.
Me fui a hospedar en el hotel Continental, en lugar de Sierra de Álica que era el mejor, y a las 8 de la mañana del día siguiente, no a las 9, como fue siempre mi costumbre, ya estaba en la oficina esperando al Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado.  
-No lo esperábamos ayer, pero ya me explicó Alicia. Su escritorio es el segundo después de este y el anterior será de Francisco Loera Carrillo que asciende de contaduría a subgerente. ¿Qué le parce la sucursal?
-Disculpe; realmente está fea
-Ya me esperaba la respuesta; nos vamos a cambiar de inmediato al nuevo edificio del banco en la Avenida México, la principal de Tepic. En lo particular quiero precisarle algunas cosas. Conozco perfectamente su trayectoria en Banamex; le voy a encomendar doble chamba; aparte de su contaduría que no va a ser nada fácil porque no he podido corregir algunas cosas del personal y de mis antecesores; va a tener que levantarle la canasta a Loera que no sabe nada de crédito y los estudios de usted van a ser indispensables
-De acuerdo, con gusto colaboraré lo más amplio que pueda; voy a procurar que el Sr. Loera no lo tome a mal   
-Ya lo sabe; únicamente le pido que guarde cuidado y distancia con él.
-Tampoco por eso se preocupe.
En la presentación del personal, que procedió a continuación, pude observar ciertas cosas no muy ortodoxas principalmente en algunas de las muchachas. La recepción de la contaduría realmente fue rápida, máxime que el entregante iba a seguir presente. Me invitó al terminar al bar del hotel Sierra de Álica.
Al llegar, por la cantidad de amigos que nos saludaron, estimé que la cosa iría para largo. A la tercer o cuarta cerveza de cuartito, nunca he sido cervecero, pedí cambiarle a tequila, siguiéndome varios de los acompañantes. La prolongación fue hasta la noche, obviamente no regresamos al trabajo. Ya cerca de la media noche llevé prácticamente en hombros a mi compañero a su casa, en la que su esposa me hizo muy mala cara.
A las ocho del día siguiente, después de despachar algunos asuntos pendientes, en cuanto llegó don Gilberto
-Quiero ofrecerle disculpas por lo de ayer en la tarde; le aseguro que no volverá a suceder
-No se preocupe, ya me la imaginaba con este hombre, pero no que fuera usted tan bueno para tomar y menos tequila, y para rematar llevar a Francisco a su casa.
-¡Caray, que rápido corren aquí las noticias!
-Así es; aunque capital esto es un pueblo. Quiero aprovechar además para lo siguiente. Entre otras cosas de cuidado especial, le informo que la agencia Ford, Plascencia Motors de Nayarit de los empresarios de Guadalajara, a cargo aquí del Sr. Germán de Zulueta, sitúa cada viernes una orden de abono a las oficinas regionales de la marca en Mazatlán por $50,000.00, que hay que pasar por teléfono inmediatamente (ver relato Reclamo falso e insolente) Aparte la empresa Tabacos Mexicanos deposita para su empresa matriz en el D.F. depósitos cuyas copias hay que enviarle por correo certificado también el mismo día temprano.          
-Tendré especial cuidado.
El cajero principal Ramón Nuño Vázquez, que estaba anquilosado en el puesto, como sucedía en no pocas sucursales del banco en aquel tiempo, unos días después me invitó a un convivio dominical por el cumpleaños de una clienta amiga suya. Se trataba de una señora cuarentona con dos hijas que le ayudaban a preparar comidas en su casa para diversos grupos de conocidos. Me recibieron muy bien y de inmediato me empezaron a prodigar atenciones un tanto especiales, que a los concurrentes, en gran parte choferes y operadores de trailers, no les cayó bien y más por mi manera de tomar y conservar la compostura.
Al echarme el caballo encima, la intervención de las damas fue determinante pero también mi actitud sin aprensión. En el ínter Ramón Nuño ya había puesto pies en polvorosa. Su asombro al verme en mi escritorio el lunes como si nada, le causó mucha extrañeza pero ningún sentido de culpa por su actitud. Aunque parezca poco creíble la inamadversión de los nayaritas contra jaliscienses, jalisquillos dicen, era entonces más notoria.         
En el relato Banamex Tepic cuento varias otras anécdotas y en este sólo quiero extenderme a repetir que ahí me tocó capacitar en plan de entrenamiento a Fernando Veytia Jr., el mandoncito a su paso de antaño por Atotonilco, que de banco no sabía más que su papá era miembro de la dirección general, y que sólo quería posicionarse para sus argucias en la institución (relato Banamex Guadalajara Dos y “Si no te acompañara una persona decente…”)     
A los diez meses de labores, mediados de 1964, ya con mi hijo Francisco José nacido el 4 de marzo, pasé a la subgerencia de Zamora, Mich., con singular fortuna bajo la tutela de don Claudio Pita Hurtado, otro gran gerente, antes de que el diablo volviera a meter la cola  en mi carrera vía Fernando Veytia, don Adolfo Sánchez Medal y don Manuel Moreno Guevara.

martes, 9 de mayo de 2017

RECLAMO FALSO E INSOLENTE

Un día a eso de la una de la tarde de fines de 1963 o principios de 1964, entró a la gerencia de Tepic, Nay., del Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado una llamada de su colega en la sucursal Mazatlán, Enrique García Pérez, en tal grado de altanería que le pedía a don Gilberto que inmediatamente me corriera del banco.
Resultaba que después de algo así como un mes estaba reclamando una orden de abono por $50,000.00 (pesos de aquellos años) que  cada viernes le enviaba la agencia Ford Plascencia Motors de Nayarit a sus oficinas regionales de Sinaloa. En la llamada a su escritorio mi jefe me pone al tanto con todo y exabruptos de su energúmeno par.
Con documentos en mano:
-Le pasé la orden al contador fulano de tal, a las tantas horas y tantos minutos, previo chequeo mutuo de contraseñas de los libros correspondientes al caso
-Dice mi amigo García que ahí tiene al lado a su contador y niega haber recibido el aviso telefónico, que es usted un mentiroso            
-Páseme por favor la bocina
-No soy ningún mentiroso y ¿por qué un mes después reclaman, luego la correspondiente conformidad al abono vía paquetería por la 1503-B Dependencias del banco, qué? Dice que ahí está su contador, póngalo al habla, o está gravemente enfermo de amnesia o es un irresponsable e inepto, al fin que la llamada es por su cuenta.
-Ay le va
-¿De qué se trata? Te repito todos los datos de mi llamada, además como siempre lo hago y más en estos casos importantes, comentamos acerca del clima y otras cosas que te puedo recordar
-No, no recuerdo
-Repito, te estás haciendo el occiso, o te vas a curar lo amnésico
-Pues sí la recibí, discúlpame
-Así fueron las cosas Sr. Gerente de Mazatlán; para otra ocasión entérese de lo que reclame
 -No hay problema Gilberto, todo arreglado
 -Y ¿qué tal si no tengo gallo responsable y profesional? Me debes una grande.    
Mucho después, cuando ya había decidido dejar al banco, 1972, 1973, como muchos otros funcionarios que la dirección general enviaba a pasarla bien en nuestra Perla Tapatía, de los que con toda franqueza y conocimiento de causa lo digo, muchos no venían a aportar mayor cosa y sí a hacerla de elementos de “conquista” llegó, sin mayor trascendencia, este señor a la Dirección Divisional Guadalajara. Recuerdo que nos citaron a una plática que iba a sustentar, que decliné asistir al no concederle al tema mayor significación.  

lunes, 8 de mayo de 2017

VÁMONOS HACIENDO ...

Cuando don Amador Murguía Blancarte me nombró jefe del Departamento de Análisis de Crédito de la sucursal Guadalajara, que de alguna manera abarcaba parte de lo que después se hicieron cargo la Gerencia Regional y luego la Dirección Divisional correspondientes, en lugar de Juan Ramírez Méndez y en vez de mandarme, a lo que iba destinado, a la calle como investigador de crédito supliendo a José Guadalupe García Ochoa, me encomendaba ya como Subcontador, varios asuntos que recaían, aparte de su cartera propia en las de los subgerentes Joaquín Ruiz Fernández y Alfredo Bué Vázquez, y luego en lugar del primero al irse a abrir la gerencia de la urbana Vallarta, de Miguel Belmán Torres, de quien eran más frecuentes las encomiendas.
Había, como lo menciono en Guadalajara Uno y en Un gerente excepcional, el caso del cliente de crédito venido a menos Rafael Flores y Flores que en sus ranchos agrícolas por varias razones fuera de su control: malos temporales de lluvias e invasión de sus terrenos por paracaidistas ejidales con  los que estaba en litigio, y otros de menor importancia, habían provocado su caída a cartera vencida en el banco.
El señor Flores tenía además varias propiedades urbanas en Guadalajara en el barrio de San Juan de Dios, colindantes en lo que fue la antigua Plaza de Toros El Progreso, que el gobierno estatal de Flavio Romero de Velasco no le acababa de indemnizar como terrenos que formarían parte de la Plaza Tapatía. Esto obviamente lo conocía don Amador y, aparte de la confianza que le tenía como cliente, le había estado concediendo algunos préstamos directos indispensables para mantenerlo a flote.
Circunstancia con la que don Leopoldo Morales Solórzano primer director de la Gerencia Regional Guadalajara, no estaba de acuerdo y en repetidas ocasiones tajantemente había indicado que el caso se fuera a juicio. A la repetida orden escrita me indicó el Sr. Murguía que la guardara y luego me dictaba la respuesta. Varios días después al revisar pendientes me repitió lo mismo. Al repetirse la misiva drástica de don Leopoldo, a mi pregunta, me dijo simplemente hazte y yo con mi sentido un tanto bronco de la dignidad, le contesté de rebote inmediato ¡¿cómo que hazte!? Y él igualmente: ¡Bueno … vámonos haciendo!       
Con la indemnización aludida, las cuentas de don Rafael quedaron pagadas a toda cabalidad, don Amador acrecentó su estatura gerencial, y aminorada un tanto la de don Leopoldo Morales. En tanto, por gestión de mi entrañable jefe, estaba ya desempeñando mi cargo de contador en Tepic, Nay., ante, afortunadamente, otro gerente de calidad don Gilberto Sarmiento Maldonado. En las ocasiones que me tocó venir a Guadalajara, la sucursal ya en el nuevo espléndido nuevo edificio de Av. Juárez 237, ocurría a saludar a don Amador, quien me repetía que “no me dejaba curar parado” y lo mismo cuando después, ya avanzado de edad lo visitaba en su casa de la colonia Providencia.

sábado, 6 de mayo de 2017

UN IMBERBE DE FUERA

Cuando en mayo de 1961 don Amador Murguía Blancarte, mi gerente, gran gerente, en la sucursal Guadalajara, en lugar de enviarme a la calle como investigador de crédito para sustituir en dicho trabajo a José Guadalupe García Ochoa en el Departamento de Análisis de Crédito, me nombró jefe del mismo en sustitución de Juan Ramírez Méndez, como describo en el artículo Banamex Guadalajara Uno; al no aceptar la dirección general del banco promoverme, a su propuesta, a principios de 1963, para contador e incluso subgerente de sucursal porque oficialmente no había tenido ninguno de los dos cargos en las respetivas áreas, no obstante ocupar en Atotonilco varias veces los departamentos de la sucursal y colaborado con las gerencias significativamente (véase Banamex Atotonilco) me nombró, advirtiéndome que si aceptaba sería por unos cuantos meses, tercer sub contador atrás de Huber Nava Cabrera y la güerita Abigail Martínez, bajo la tutela del contador Herminio Michel Neaves. A la postre tres meses después estaba recibiendo la contaduría de la sucursal Tepic, Nayarit.
Me enteré a tras mano que la Srta. Martínez, a quien había conocido años atrás en un día de campo al que con otros compañeros había ido a Atotonilco, expresó que cómo a un imberbe lo ponían a su nivel. Por supuesto no hice comentario alguno, pero a mi estilo trabajé muy bien en mis atribuciones, incluyendo actividades que le mejoraron sus áreas de responsabilidad. Un día después de labores me llamó a su escritorio para comentarme sus falsas impresiones ofreciéndome disculpas. Que estaba al tanto de mi sobresaliente carrera en el banco, incluyendo mi actuación en crédito de ahí mismo, que por tanta gente en la sucursal no se había dado cuenta, y por supuesto lo de Atotonilco. Le contesté que me había enterado inmediatamente de su expresión y que así era y había sido siempre mi manera de trabajar, que por ningún motivo se preocupara, que la conocía desde el paseo al que había asistido en la huerta Las Corrientes de don Lorenzo V. Valle en Atotonilco.
En los citados tres meses, en que la sucursal estuvo “transitoriamente” en la primera planta de la finca de enfrente de Maestranza a Corona por la Av. Juárez, en tanto el banco y el ingeniero Struck dirimían sus diferencias, de algo así como dos años, para levantar la construcción del nuevo y actual edificio (desafortunadamente ya enajenado) llevé a buen fin otras funciones.
No siendo ya mi responsabilidad, don Amador me encargaba algunos asuntos de la gerencia de los que en algunos había tomado parte, así como otros diferentes (ver relatos Un gerente excepcional y Vámonos haciendo...) En una ocasión cuando Herminio Michel quería correr sin más preámbulos a Roberto Rojas Flores, encargado del departamento de Cartera, en que le había precedido Antonio Figueroa Gallegos, porque se venían arrastrando omisiones importantes en los cobros de intereses mensuales en créditos millonarios de la empresa Productos de Trigo, me encargó que lo acompañara a hablar con los propietarios. Se aclaró muy amigablemente un error de dos días en las escalas de números para calcular sus pagos a cajeros ambulantes en fines de semana, que al banco ingresaban hasta el lunes siguiente, que Roberto Rojas había heredado en su departamento. Herminio Michel ya ni pío dijo. 
Un poco después de llegar a Guadalajara, por ahí de junio o julio de 1961, había ingresado al banco, muy joven, la Srta. Reyna Concepción Velasco, hermosa como ella sola. Herminio Michel la destinó al conmutador ubicado en uno de los peores rincones del inmundo local que ocupábamos. Sin estar todavía bajo sus órdenes en contaduría sino en mi departamento de crédito, me atreví a decirle que estaba cometiendo un error y desperdicio teniéndola  escondida y arrumbada, que era para presumirla a la vista del público. Al contestarme que era porque todavía no sabía nada del banco, le impartí el curso básico de capacitación, de los varios que junto con otros compañeros enseñábamos en la institución. A ella luego le perdí la pista y ahora, añales después, nos acompaña seguido a las reuniones de los primeros martes de mes del grupo que manejo desde enero de 1996.            
En otra ocasión, ya estando en la sub contaduría, un muchacho ayudante de departamento, del que no puedo recordar su nombre, me comentó que en la Caja de Ahorros y Auxilios no le querían autorizar un préstamo a corto plazo. Confirmé que tenía derecho al mismo,  reconsultando el manual correspondiente, que por cierto todavía conservo; lo acompañé con el Sr. Pedro González Vaca, funcionario encargado de la autorización correspondiente. De entrada le soltó autoritariamente que ya le había dicho que no; y al meter mi cuchara de  por qué no y refutar, porqué ya lo dije, no tuvo más que hacer buches y olvidarse en esa ocasión, ante el reglamento, de su cuadratura recalcitrante y sin más autorizar la solicitud.   
José Guadalupe García Ochoa, con quien llevé siempre una cercana amistad; así como Herminio Michel Neaves, vivían en la colonia Independencia del oriente norte de la ciudad.
Al iniciar mi vida de casado, vivimos unos meses en una casita totalmente nueva, chiquita, ubicada en Marsella Norte 388 (luego Manuel M. Diéguez) esquina con Herrera y Cairo, que era propiedad del Dr. Amado Saavedra López, resultando que las primeras rentas se presentó a cobrarlas un salaz y desgraciado “El Sope" Hernández, popular en la bohemia de segunda tapatía, sobrino de don Heliodoro Hernández Loza, que mi esposa mandó al diablo y así para estar cerca de la señora Petrita García Estrada, hermana de mi suegra y segunda mamá de mi mujer, nos  cambiamos a Montes Urales 1027 a la vuelta de Monte Ajusco 588 de la tía. Herminio Michel vivía en Chimborazo también a una cuadra y Lupe García a una mano de distancia, con quien desde un principio convine en pagarle los traslados diarios al banco, por cierto en un  carrito  Chevrolet de dos puertas que en Banamex bautizaron como el avispón verde por su color. Todavía, por unos meses, antes de irme a Tepic, me tuve que cambiar a la misma Chimborazo porque la dueña de Montes Urales, que también era una casita nueva, me la pidió para un familiar.      

jueves, 4 de mayo de 2017

DURMIENDO DE PIE EN EL CAMIÓN

Al destinarme por fin Banamex a Guadalajara en mayo de 1961, los sábados en la tarde, todavía trabajábamos ese día, me regresaba a Atotonilco con mi familia y a ver a mi prometida ya pedida Teresa de Jesús Gutiérrez García. La boda, ya concertada se realizó  el sábado 19 de agosto a las 6 de la tarde en la parroquia de San Miguel, siendo ésta la  primera por la tarde, pues antes se podía sólo hasta las doce horas. La ofició mi entrañable amigo el Sr. Cura José de la Torre Rueda, regresándose convaleciente de una operación de cadera en Houston, Texas (ver relato homónimo)  
Como el tiempo de estadía en nuestro Jardín de Jalisco era realmente corto, me regresaba a Guadalajara hasta el lunes pero muy temprano. Tomaba un camión a las 5 de la mañana, ya fuera de Omnibus de Oriente o de La Piedad de Cabadas, que andaban siempre a la greña a mata caballo y de Atotonilco alternaban sus salidas cada media hora, por lo que cada quince minutos se podía subir al uno o al otro. Me tocaba siempre ir de pie al salir ocupados todos los asientos, al no alcanzar los lugares separados para Atotonilco por tomas de pasaje en el trayecto del viaje correspondiente. Me quedaba dormido sobre uno de mis brazos colgado del tubular del techo del autobús. El recorrido era de una hora, a lo más una quince, quedándome bastante margen para desayunar y entrar a mi trabajo a más tardar a las 8, una hora antes como siempre acostumbré hacerlo.
En una ocasión una señora que a Atotonilco llegó dormida, después de pasar Zapotlanejo ya en las goteras de Guadalajara, me preguntó si ya mero llegábamos a La Piedad; al contestarle que estábamos por llegar a Guadalajara, se quería morir y qué iba a hacer; no se preocupe va a tener que tomar en la central rápidamente una corrida hacia México hasta La Piedad; salen muy seguido y usted nomás llega un poco después.
Las citadas corridas, cuando eran desde la ciudad de México sólo hacían determinadas paradas y no “ranchaban” como las demás. Vi muchos casos en los que los ocupantes pedían bajarse en sus ranchos o casas rurales, incluso hasta con pistola en mano, obligaban al chofer, aunque no en todos los casos, a hacer su voluntad. Esto se presentaba muy seguido al  entrar a Tlaquepaque.    

lunes, 1 de mayo de 2017

ACCIONES MALÉVOLAS DE ALGUNAS PERSONAS OPORTUNISTAS

Salvador Gómez Neri funcionando como cajero en la sucursal Independencia Guadalajara de Banamex, de la que fui gerente de mediados de septiembre de 1970 al 30 de abril de 1974, le certificó en un depósito en efectivo $40,000.00 en vez de $4,000.00 al cliente Jesús, cuyo apellido no recuerdo, dueño de la Mueblería Santa María, ubicada en Belisario Domínguez esquina, creo, con Industria en el barrio de San Martín del Sector Libertad de Guadalajara, que el cliente infamemente hizo que Banamex le reconociera.
La gerencia que me sucedió en esta sucursal no hizo prácticamente nada al respecto para evitar el abuso del cuentahabiente y menos exonerar al empleado del pago, que para todo mundo era injusto y una vil ratería. El simple error fue agregarle un dígito o decimal a las  tabulaciones de la sumadora Burroughs de las diferentes denominaciones de billetes recibidos que daban la suma exacta recibida y no diez veces más. Si hubiera estado todavía a mi cargo la sucursal hubiera hecho todo lo posible para enderezar el entuerto.
El caso fue, seguramente con otros similares, motivo para que BNM eliminara las certificaciones mencionadas en el procedimiento que se seguía. Ahora con  los sistemas electrónicos tan avanzados la situación es muy diferente, pero sin embargo no deja de generar problemas a veces mucho más serios.
Salvador Gómez Neri se salió luego del banco, transformándose en agente de ventas, actividad en que incluso realizó un tiempo en mi empresa Mexicana de Libros y luego por su cuenta, pero algo disminuido en sus quehaceres. Posteriormente le vino un padecimiento psicosomático serio del que no se ha podido recuperar.        
Cambiando de escenarios y de actores, este tipo de daños malévolos se practican en nuestro medio y país, desafortunadamente, a manos llenas por un número extenso de personas y de asuntos, en connivencia con las autoridades que nos gobiernan.