viernes, 12 de mayo de 2017

"SI NO TE ACOMPAÑARA UNA PERSONA DECENTE..."

En mala hora, a mediados de 1966, desafortunadamente, acepté regresar de la subgerencia de Zamora a la sucursal Guadalajara de Banamex para ocupar otra subgerencia, no obstante la opinión contraria de mi gerente, gran gerente también, don Claudio Pita Hurtado, por solicitud apremiante de su paisano Adolfo Sánchez Medal que venía de gerente a nuestra Perla Tapatía, y además por solicitud del Gerente Regional Sr. Manuel Moreno Guevara, metiendo otra vez, como en Atotonilco, la cola el diablo en mi carrera, manteniéndome dos años ocho meses en dicho puesto en vez de, según ofrecimiento formal, de sólo seis (ver Guadalajara Dos)
-Felipe, le presento a mi coterráneo Adolfo Sánchez Medal, somos de Ario de Rosales y entramos en Morelia el mismo día al banco, viene de la gerencia de la sucursal Chihuahua a pedirle que le ayude en Guadalajara como subgerente. Le he dicho que está destinado para  abrir la nueva sucursal en Sahuayo que se merece de sobra, pero la decisión será suya.
En la tarde del  mismo día me habló don Manuel Moreno
-Felipe necesito que le ayudes a mi amigo Fito como subgerente en Guadalajara, por tus amplios conocimientos de la plaza, estás listo para ocupar una gerencia, pero ser subgerente en la Guadalajara equivale a una buena gerencia; te garantizo que será sólo por seis meses. 
Estaba muy arraigada la idea de que cuando no se aceptaba una propuesta de cambio en BNM se le olvidaba en el  mismo cargo al que rechazaba. Eso y que serían seis meses me hizo aceptar.
Resultó que en realidad el principal instigador y promotor del cambio había sido Fernando Veytia Jr., mi mediano aprendiz de Tepic, al sugerírselo a don Adolfo y malamente convencerlo que le asignara una subgerencia arriba de la mía, al mismo tiempo que para todo me pedía apoyo y lograba que la gerencia me encomendara tareas adicionales, a pesar de las excesivas que ya tenía. A espaldas sus invectivas trataban a toda costa de perjudicarme. Sin embargo, hubo dos cosas que le agradecí, una que me sugiriera comprar el lote en la colonia Providencia donde construí mi casa en Ontario 1567, cerrada con Valparaíso y la otra que me trasladara al banco todos los días, pues había construido la suya en esta última, a unos pasos.
En uno de los traslados del mediodía a comer, por la Av. Juárez un poco antes del cruce con la ahora Calzada del Federalismo, se nos cerró un auto lujoso como el de Veytia,  haciéndonos parar y al bajarse el dueño furibundo pistolota en mano con cartucho cortado,  al encararnos y reconocerme de alguna manera, le espetó: agradece que vienes con una  persona decente, sino aquí te llevaba la chingada. Después que le volvió la sangre al cuerpo y de mi expresión: ¡qué amiguitos tienes! continuamos hacia  nuestras casas.
Luego se supo que en una de las francachelas frecuentes de faldas, de las que Fernando era constante promotor para don Adolfo, se enemistaron en grande con el atacante.                   
Podría aquí contar otros sucesos de esta etapa que no quiero extender también. Sugiero ver al caso Banamex Zacapu.