lunes, 16 de marzo de 2015

MUELA QUE DUELA PA´FUERA

Trabajando ya en Banamex me estuvieron dando lata varias muelas cariadas. Entonces ni remotamente, mediados de los cincuenta, cuando menos en Atotonilco, se ejercía la endodoncia, ortodoncia u otras doncias tan comunes ahora en la ciencia médica odontológica con que se defiende hasta lo último la permanencia de las piezas dentales.  Aparte el servicio médico del banco sólo cubría entonces las extracciones. El único remedio efectivo en que se creía era sacarlas. De ahí el axioma: Muela que duela, para fuera. Hoy en día los dentistas echan mano de las opciones antes mencionadas y de otras distintas para salvar a como dé lugar las piezas originales. 
Entonces se trabajaba el sábado en el banco y éste era y es desde tiempos remotos en Atotonilco el día más apreciado, festivo y alegre de la semana. Todo mundo suspende actividades a las dos o tres de la tarde o antes, para descansar o festejar de diversas maneras. Las reuniones, comidas y eventos sociales se celebran con especial dedicación en este día. Los convivios campestres  en aquellos años eran muy socorridos y algunos de ellos verdaderos acontecimientos en los que asistían invitados incluso de otros lugares. Algunas de las huertas de las familias principales del llamado Vergel de Jalisco eran especiales escenarios de estos convivios, como por ejemplo la denominada Las Corrientes propiedad de Don Lorenzo V. Valle por el rumbo de Milpillas.
Para  aprovechar el domingo en recuperación, decidí ir un sábado con el dentista, pidiendo salir del banco a las doce. Unos minutos después ya estaba yo en el consultorio del Dr. Cruz Córdova Ibarra. Después de tener que aplicarme doble dosis de anestesia, con el consiguiente retraso  en el proceso, el doctor  hizo varios intentos infructuosos de remover las piezas. Pasaba ya bastante de las dos de la tarde y la situación en las mismas. Llegaron por el doctor Cruz algunos de sus amigos y compañeros del festejo del día. Antonio Flores Zaher, amigo mutuo, quien fue después presidente municipal, se ofreció a ayudar en el jaloneo pero ni así. En un momento dado yo mismo apoltronado en la silla del martirio también me puse a jalar. De esta manera salieron una a una mis cuatro resistentes y heroicas piezas molares que debía haber conservado y seguramente serían todavía  útiles y sanas compañeras, en lugar de los sustitutos puentes.
La cosa no fue tan sencilla después. Aunque no falté a trabajar, fui expulsando pequeñas partículas que se quedaron en las encías, no pasando de eso afortunadamente pero tuve que hacer frente al espejo labores de cirujano con unas pequeñas tijeras de una de mis hermanas. El singular incidente fue motivo de bromas y chascarrillos un buen rato, principalmente de Toño Flores, que en paz descanse, y del doctor Córdova, que actualmente, jubilado, radica en León, Gto., donde ejerció muchos años su profesión.             
En esa época en Atotonilco ejercían también la odontología los médicos Rafael Barrera, que tenía  su consultorio en el inmueble propiedad de los Córdova en la esquina del eje Colón (entonces Juárez) y Andrés Terán; Gerardo de la Mata, en un local por 16 de Septiembre muy cerca de lo que fue el Colegio Atenas, al parecer de ascendencia cubana avecindado en nuestro pueblo, quien luego se trasladó a Guadalajara; y Crescencio Romero, que fue después dos veces  presidente municipal. Urbano Córdova Ibarra, hermano del Dr. Cruz, desarrolló esta actividad profesional varios años después. Un sobrino del Dr. Rafael: Luis Barrera González, fue Director de la Lotería Nacional.                                                                                                     

No hay comentarios.:

Publicar un comentario