Pues bien, los señores Ibarra fueron pioneros desde
entonces del tan afamado café extracto
Atotonilquense, que servían a sus clientes e
invitados en el lobby y área de restaurante del hotel. Esta infusión líquida de Atotonilco, llamado
también El Jardín de Jalisco y Puerta de los Altos, en la actualidad la hacen en
varios lugares o cafés de la ciudad, habiendo sido algunos de los que siguieron
a los señores Ibarra, don Concepción Rodríguez en su negocio de bar y billares
por la calle Colón, entre Rayón e Hidalgo; don Lorenzo González en su domicilio
en José María Rojas esquina con Morelos, y Miguel Gutiérrez “El Zancas” que
ahora se llama Café Mora, en la esquina poniente de Javier Mina cerrada con
Colón.
Los parroquianos al café de los señores Ibarra, de
entre la crema y nata de hombres de negocios atotonilquenses, estaban entre
otros, Francisco Salcedo Ordaz, industrial y agricultor; Enrique ”Chato” Fonseca,
comerciante, industrial y fortísimo agavero, e inmobiliario habiente; Adolfo
Fonseca Arámbula, comerciante y padre del chato; Jesús Valle Vázquez; Medardo
Vázquez; J. Trinidad Vázquez; Ignacio García Espinosa, Filiberto Salcedo Ordaz;
Jorge de la Torre Angulo; Francisco Lara; José Abel Torres Segura; Filiberto
Escoto; José “Taralatas” Segura. (ver relatos
de Sector Empresarial de Atotonilco a Mediados del S.XX)
Entre tan heterogénea nómina de asistentes, no
faltaban discusiones álgidas que muchas veces tocaban asuntos delicados y
peligrosos, como los del señor Lara y mi tío Jorge que al ser tartamudos los
dos y más discutiendo, se culpaban de estarse remedando mutuamente, así como el mencionado tío con don Nacho García Espinosa, a quien una
vez lo cayó con tal ahínco achacándole que era un manda matar hombres
indefensos traicionados, en relación al asesinato de sus tres hermanos y un
amigo desarmados cobarde previa y engañosamente, don Nacho optó en esa ocasión por abandonar el
lugar inmediatamente (ver relato Un Artero Cuádruple Asesinato)
En una visita oficial del gobernador Agustín Yáñez,
no se hizo esperar la invitación a la tertulia cafetera, que aceptó al momento,
no obstante la advertencia que era muy
fuerte el brebaje y debía tomarse con precauciones, contestando que no había
problema porque él era buen cafetero. Se tomó tres o cuatro tazas, teniéndolo
que sacar a pasear varias horas en la madrugada, para que se le bajara el
efecto.
En un grupo integrado por una variopinta y nutrida
asistencia de contertulios, que celebraba reuniones los miércoles de cada
semana, y entonces en el restaurante del Hotel Vista en Plaza del Sol, organizada
por el Ing. Eduardo Riverón Gámez, presidente municipal de San Pedro Tlaquepaque
1992-1995, llevé en una ocasión una
botella de este extracto café de la cual algunos disfrutaron. Como se hacía con
otros víveres que sobraban en cada reunión para utilizarlos en la siguiente
semana, un mesero conocido que nos atendía regularmente, no obstante advertido
de las consecuencias negativas que podría provocar, se tomó una ración bastante
generosa del producto, quedando como consecuencia incapacitado laboralmente
tres semanas.
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