sábado, 2 de septiembre de 2017

LA PRECARIA PERO SUCULENTA COCINA DE MI MADRE

Fuimos diez hermanos seguiditos en casa, particularidad nada rara en familias prolíficas católicas tradicionales mexicanas, y también de otros países. Tampoco anormal así que mis primos hermanos sean más de cien y si un tanto exagerado que con mis abuelos paternos hayan sido veinte. Venimos de ascendientes alteños jaliscienses del medio rural en donde viví hasta los nueve años.
Aunque no formábamos parte de la pobreza, nuestra posición particular era de muchas carencias. Situaciones y responsabilidades que mi padre había tenido que afrontar (ver relato Un hombre excepcional) explican las circunstancias en que vivíamos en el campo y luego desde enero de 1945, a mis nueve años, en Atotonilco.    
Mi madre María Dolores Galindo González, fue una mujer admirable en muchos aspectos siendo una de sus muchas cualidades la administración del hogar, como la gran mayoría de las mujeres alteñas. Hacía verdaderos milagros para darnos de comer. Voy a describir las siguientes sopas entre otros platillos que nos preparaba.
*Con Tazole, esquilmo que queda de la vaina del frijol, (Phaseulos Vulgaris L) nos preparaba para la comida del medio día una sopa caldosa exquisita. Me mandaba a buscarlo, como hermano mayor, al lugar de las pajas a escoger de los que habían sido ejotes más verdes y carnosos, para luego de desvarárselos y ella rehidratarlos y con recaudo y otras cosas como huevo cocido en trocitos quedaba listo el platillo. Mi papá cosechaba en las mejoras condiciones de frescura la gramínea que se cultivaba entre la milpa, por lo que el tazole guardaba buenas condiciones para el objetivo culinario.     
*Con chicales, elotes cocidos secos, nos hacía otra sopa caldosa extraordinaria. Se  colgaban  del techo u otro lugar ventilado, por sus hojas sin desprender, el racimo o racimos de elotes escogidos. Conforme a necesidades, ya secos, se iba desgranando luego lo necesario que a su vez con los añadidos que utilizaba en la receta, recaudo con chile ancho dorado algo de chile de árbol de nuestras propias matas, pedacitos de queso también propio, etc. Lista para paladear. 
*Con el quiote o tallo del agave tierno, que brotaba cuando el maguey ya iba a sazonar, nos hacía también otra sopa caldosa que en el rancho llamaban gigote. Se partía en cuadritos como de papa y llevaba a cabo un procedimiento similar a las anteriores recetas. Lo dulce un tanto extraño del tallo lo corregía con algunos ingredientes agregados. Este quiote o tallo rendido o seco tenía y sigue tenido diversos usos, vigas para techos y puertas, y hasta enormes flautas musicales en los estados del sur del país.
*Con un huevo batido en un recipiente extendido, charola, batea, etc. hasta lograr una enorme espuma blanca que luego dejaba consolidar para cortar en pedacitos. Después de agregarle el recaudo correspondiente más algo que tuviera a mano, pedacitos de chicharrón de cerdo cecina, etc. listo el manjar.
*Con bolitas de masa de maíz doradas en manteca de cerdo y mantequilla de casa, más lo que podía agregar, aparte del recaudo tradicional, quedaba una suculenta y crujiente sopa que todo mundo apreciaba.   
Como menciono al principio, a estas recetas de cinco sopas podría agregar otras y además para desayunos y cenas, pero como muestra de las afanes culinarios extraordinarios de mi mamá, creo suficientes las recetas anotadas.      

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