miércoles, 18 de mayo de 2016

ATOXINIA: RESISTENCIA A LOS LICORES

Solamente el que no toma no se emborracha. Hay a quienes les pasa con una copa y otros ni con una botella. El tipo de licor cuenta, pero hay también personas que no pueden ni siquiera oler el vino, otros que lo aguantan regular o mucho, y así mismo existe una minoría de formidables tomadores que difícilmente pierden la compostura y el control, ni el satisfactorio desarrollo de sus actividades, por mucho licor que reciba su organismo. También cuenta en la resistencia de un bebedor, su estado de ánimo y el propósito de no sentirse mal.  
Toxina es el término que define a esta facultad como el “presunto fenómeno parabiológico que permitiría a un dotado inmunizarse frente al suministro de cualquier agente químico tóxico”. Así mismo el factor genético juega su parte. Familias como la mía, de un padre buen tomador, algunos de sus hijos somos iguales o mejores y otros no toman.  
Descubrí como a los 16 años de edad que podía tomar sin descomponerme. Sin embargo tuve antes, como a los 10, un incidente que quizá me haya acondicionado para lidiar con el licor en el futuro. Estaba a punto de desayunar para asistir a la escuela cuando a un té, o agua caliente como le decía mi mamá, preparado con varias hierbas, que nos daba todas las mañanas, se me ocurrió  ponerle un chorro de alcohol. Se me pasó la mano y me mareó un rato pero pude recuperarme a tiempo de almorzar y acudir a clases sin problema. Por ningún motivo, y menos por ese, quería tener una falta.  
En las reuniones consumes lo que se ofrece. Es decir, la haces de  “garganta universal”, a menos que haya o puedas escoger lo de tu preferencia. En grupos relacionados con el banco y de nivel similar se ofrecía entonces invariablemente Whiskey y Cognac y eventualmente licores ajenos al tequila, hasta que éste a mediados de la década de 1970 empieza a conquistar el mercado  con marcas tradicionales conocidas. Al tiempo aparecen marcas suavizadas o afrutadas en las que el impacto turístico en el país y la mercadotecnia, juegan un papel determinante, como Don Julio, en honor de don Julio González Estrada, industrial tequilero atotonilquense, Patrón, que se elabora también en Atotonilco el Alto, de la Cía. Patrón Spirits con sede en Las Vegas, Nevada, E.U.A, son dos claros ejemplos.  
Los tequileros tradicionales a quienes no distraen las marcas nuevas, que son muchísimas, ni admitimos los nada raros intentos de “gato por liebre”, preferimos el tequila de siempre. En lo personal el blanco, el buen tequila blanco, elaborado con agave de óptima calidad y sanidad. La norma mexicana del Consejo Regulador del Tequila ha rebajado hasta menos de 35º la calificación 100% agave. Más abajo de 38º, considero que este producto insignia nacional y jalisciense, es débil o aguado. El Herradura Blanco que afortunadamente se conserva a 46o e incluso estuvo antaño a 48º, es para mí el mejor, respetando la postura de que para cada quien el que le guste es el mejor. A falta de Herradura, me voy por el 7 Leguas, de la presentación cilíndrica original, que tiene una graduación de 40º.  
Don Francisco Javier Sauza, contribuyó mucho en el impulso internacional de esta bebida mexicana, desarrollando una labor titánica para situar de manera importante su marca en varios países.  
Desafortunadamente, ahora las principales empresas tequileras han pasado a manos extranjeras. Sauza hace tiempo fue adquirida por Casa Domecq; y recientemente Herradura por Brown Forman, de E.U.A, Cazadores por Bacardí, y hasta una marca chica, Espolón,  por la italiana Campari. Solamente Casa Cuervo, que sin embargo le acaba de vender el 50% de la marca insignia Don Julio a la empresa británica Diageo (2015) a cambio de su whisky Bushailes Irish, se mantiene mexicana, pero permanentemente acosada por pretendientes internacionales.
Antes del repunte del tequila, entre las marcas mexicanas de otros licores que tuvieron su oportunidad en el mercado, recuerdo de Casa Madero su Aguardiente Blanco 5X y sus brandies Sagargnac y Evaristo I; otros brandies Viejo Vergel, Berreteaga, Mogavi; después llegaron Presidente y Don Pedro, de Domecq; los rones, antes de Bacardí, Castillo, Potrero, Potosí, Club 45, Batey.  
Los tequilas reposados y añejos lo único que traen como valor agregado es el sabor de las barricas de madera en que se guardan determinado tiempo y, un precio más alto. De los mixtos o mezclados, que hay muchísimos, incluso de las compañías fuertes, prefiero no hablar, y menos de los que de agave tienen muy poco y hasta casi nada, obviamente a precios bajos, destinados al mercado de escasos recursos.  

En otros relatos describo incidentes y circunstancias diversas respecto de este tema.

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