Solamente el que
no toma no se emborracha. Hay a quienes les pasa con una copa y otros ni con
una botella. El tipo de licor cuenta, pero hay también personas que no pueden
ni siquiera oler el vino, otros que lo aguantan regular o mucho, y así mismo
existe una minoría de formidables tomadores que difícilmente pierden la
compostura y el control, ni el satisfactorio desarrollo de sus actividades, por
mucho licor que reciba su organismo. También cuenta en la resistencia de un
bebedor, su estado de ánimo y el propósito de no sentirse mal.
Toxina es el
término que define a esta facultad como el “presunto fenómeno parabiológico que
permitiría a un dotado inmunizarse frente al suministro de cualquier agente
químico tóxico”. Así mismo el factor genético juega su parte. Familias como la
mía, de un padre buen tomador, algunos de sus hijos somos iguales o mejores y
otros no toman.
Descubrí como a
los 16 años de edad que podía tomar sin descomponerme. Sin embargo tuve antes,
como a los 10, un incidente que quizá me haya acondicionado para lidiar con el
licor en el futuro. Estaba a punto de desayunar para asistir a la escuela
cuando a un té, o agua caliente como le decía mi mamá, preparado con varias
hierbas, que nos daba todas las mañanas, se me ocurrió ponerle un chorro de alcohol. Se me pasó la
mano y me mareó un rato pero pude recuperarme a tiempo de almorzar y acudir a
clases sin problema. Por ningún motivo, y menos por ese, quería tener una
falta.
En las reuniones
consumes lo que se ofrece. Es decir, la haces de “garganta universal”, a menos que haya o
puedas escoger lo de tu preferencia. En grupos relacionados con el banco y de
nivel similar se ofrecía entonces invariablemente Whiskey y Cognac y
eventualmente licores ajenos al tequila, hasta que éste a mediados de la década
de 1970 empieza a conquistar el mercado
con marcas tradicionales conocidas. Al tiempo aparecen marcas suavizadas
o afrutadas en las que el impacto turístico en el país y la mercadotecnia,
juegan un papel determinante, como Don Julio, en honor de don Julio González
Estrada, industrial tequilero atotonilquense, Patrón, que se elabora también en
Atotonilco el Alto, de la Cía. Patrón Spirits con sede en Las Vegas, Nevada,
E.U.A, son dos claros ejemplos.
Los tequileros
tradicionales a quienes no distraen las marcas nuevas, que son muchísimas, ni
admitimos los nada raros intentos de “gato por liebre”, preferimos el tequila
de siempre. En lo personal el blanco, el buen tequila blanco, elaborado con
agave de óptima calidad y sanidad. La norma mexicana del Consejo Regulador del
Tequila ha rebajado hasta menos de 35º la calificación 100% agave. Más abajo de
38º, considero que este producto insignia nacional y jalisciense, es débil o
aguado. El Herradura Blanco que afortunadamente se conserva a 46o e incluso
estuvo antaño a 48º, es para mí el mejor, respetando la postura de que para
cada quien el que le guste es el mejor. A falta de Herradura, me voy por el 7
Leguas, de la presentación cilíndrica original, que tiene una graduación de
40º.
Don Francisco
Javier Sauza, contribuyó mucho en el impulso internacional de esta bebida
mexicana, desarrollando una labor titánica para situar de manera importante su
marca en varios países.
Desafortunadamente,
ahora las principales empresas tequileras han pasado a manos extranjeras. Sauza
hace tiempo fue adquirida por Casa Domecq; y recientemente Herradura por Brown
Forman, de E.U.A, Cazadores por Bacardí, y hasta una marca chica, Espolón, por la italiana Campari. Solamente Casa
Cuervo, que sin embargo le acaba de vender el 50% de la marca insignia Don
Julio a la empresa británica Diageo (2015) a cambio de su whisky Bushailes
Irish, se mantiene mexicana, pero permanentemente acosada por pretendientes
internacionales.
Antes del
repunte del tequila, entre las marcas mexicanas de otros licores que tuvieron
su oportunidad en el mercado, recuerdo de Casa Madero su Aguardiente Blanco 5X
y sus brandies Sagargnac y Evaristo I; otros brandies Viejo Vergel, Berreteaga,
Mogavi; después llegaron Presidente y Don Pedro, de Domecq; los rones, antes de
Bacardí, Castillo, Potrero, Potosí, Club 45, Batey.
Los tequilas
reposados y añejos lo único que traen como valor agregado es el sabor de las
barricas de madera en que se guardan determinado tiempo y, un precio más alto.
De los mixtos o mezclados, que hay muchísimos, incluso de las compañías
fuertes, prefiero no hablar, y menos de los que de agave tienen muy poco y
hasta casi nada, obviamente a precios bajos, destinados al mercado de escasos
recursos.
En otros relatos
describo incidentes y circunstancias diversas respecto de este tema.
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