martes, 17 de mayo de 2016

COMPRA DE UN MILKY WAY

Un amigo pudiente me dio a probar un pedacito que con las puntas de los dedos pulgar e índice le cortó al dulce que era la novedad en las tiendas de Atotonilco, allá por fines de 1945 o principios de 1946.  
El apetitoso chocolate costaba como un peso. Yo recibía diez centavos de domingo, pero ya le hacía más o menos semanalmente algunos mandados y le lavaba su coche al Dr. José Guzmán Martínez. Por esos días al comprarle sus cigarros Lucky Strike y otras cosas y dejar reluciente el automóvil del año, me pagó con el cambio que fue de ¡80 o 90 centavos! Otras veces me daba como la mitad, que yo consideraba muy buenos.
Ya tenía para adquirir el antojo tan deseado. Pero tuve que librar, para decidirme a disfrutar el goloso evento solo y sin acompañante, no como un Macario cualquiera del cuento homónimo de B. Traven, una dura batalla de conciencia. Lo que iba a gastar podía servir para mis muy arraigadas aficiones; como el cine, renta de las revistas de monitos Chamaco, Pepin, Paquin y otras en el puesto de don Juan Gómez en la plaza, y algunos de los libros infantiles de Buena Prensa, San Ignacio u otra librería, que solicitaba de la ciudad de México por correo reembolso.
Este producto actualmente comercializado en todo el mundo, fue creado en E.U.A. por Franklin C. Mars, apoyado por su hijo Forrest, a principios del pasado siglo XX y tiene su matriz en el Estado de Virginia. Mars Inc. es también propietaria de las marcas mundiales M&M’s y Snickers entre otras. Cuenta con más de 70,000 empleados e  ingresos del orden de los 30,000 millones de dólares anuales. En México se ubica en Querétaro, Qro.           

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