martes, 17 de mayo de 2016

PERSONAJES TÍPICOS MARGINALES DE ATOTONILCO

En Atotonilco existieron varios personajes populares que sufrían alguna discapacidad, y que, desafortunadamente no recibían atención ni asistencia alguna de parte de las autoridades municipales; viviendo la mayoría de la caridad pública. Casi todos, aparte de menesterosos, eran verdaderos filósofos del pueblo. Sobrellevaron de manera digna y resignada, sus penurias y desaires de la sociedad con la que les tocó vivir.  
Los nombres que recuerdo de estos personajes, ya fallecidos, a reserva de agregar otros, son:
Pancho Violines; La Trucha; El Moreno; María Pollos; La Verónica; El Babalú; La Cinia; y don Jesús Dueñas. Con los pocos datos que recuerdo, voy a describirlos.  
Pancho Violines era de complexión delgada y más bien bajo de estatura. Vestía ropa rústica de manta blanca, limpia siempre. Portaba sombrero de palma y un morralito de ixtle, donde guardaba algunos objetos personales y algo de lo que se le obsequiaba para comer.  
Aparecía caminando por el centro, a eso del mediodía, pasando enfrente de la escuela primaria para niños, donde yo estaba, por la calle Juárez y Aldama, a unos pasos del puente rastrojero. Al gritarle los alumnos que salíamos del turno de la mañana, el consabido “Pancho Violines te vas a morir, chorros de mocos te van a salir” se enfurecía contestando a pedradas, cuyos proyectiles sacaba del morral o recogía del piso, de empedrado que aún portaba, como todas las demás, la calle Juárez, eje oriente poniente de la ciudad, hasta que la poniente se convirtió en Colón.  
La Trucha era un hombrón alto, moreno renegrido por el sol y la falta de aseo y cambios de ropa. Parece ser, aunque no hay certeza, que fue cargador en la estación del ferrocarril y en otras labores. En algún momento tomó adicción a la marihuana y vivía permanentemente bajo su influjo. Curiosamente murió ahogado al bañarse en el compartimiento más hondo de los cinco que había en los baños públicos El Edén, que se ubicaban en la esquina de 16 de Septiembre y Santa Rosa.  
El Moreno, aunque más bajo de estatura, era de complexión y hábitos similares a La Trucha. Familiar oculto de una de las familias más opulentas de Atotonilco, que jamás lo ampararon. Era menos callado que los anteriores; me tocó varias veces platicar con él en la banqueta de la calle Mina, donde vivíamos y solía pernoctar.  
María Pollos, hermana de El Moreno, solía entrar a la parroquia de San Miguel, en el centro, gritando incoherencias durante las misas, cargando pollitos en los senos.  
La Verónica, era infaltable rezandero en los velorios y duelos en el panteón del Barrio de Josefino. Interpretaba los rosarios muy a su manera y sin salirse de lo reglamentario, era un verdadero show que distraía a la concurrencia de los eventos. Tenía este personaje, lo que ahora se denomina preferencia sexual diferente, que le provocaba mayor rechazo de la gente.  
El Babalú, junto con La Cinia, eran los dos más cuerdos del grupo. Este personaje de mote musical, era cargador en la abarrotera de los señorees Víctor y Ezequiel González Orozco, antes Eleuterio González e Hijos, que se ubicaba en las calle Juárez, a media cuadra entre  5 de Febrero y Madero. Su jefe directo era don Ezequiel, y de todos eran conocidas las alegatas entre ambos e irreverencias del empleado con su jefe, que éste, con todo y su fuerte carácter le consentía.  
La Cinia, se sabía, sin pronunciarlo, que era hijo de un importante y conocido hombre de negocios atotonilquense, y de una señora medio sirvienta medio alegrona. Era popular y de buena presencia, aunque un tanto difícil de carácter. Se dedicaba a lavar coches para sostenerse, gozando como clientela a los dueños de los mejores autos, e incluso se daba el lujo de negarles el servicio a propietarios pobretones.  
Don Jesús Dueñas era un hombre de amplia cultura, que por alguna razón perdió sus capacidades. Su esposa era de una de las familias más importantes de la ciudad, en cuyos negocios don Jesús tuvo un cargo importante. En sus ratos lúcidos disertaba con toda normalidad de diversos tópicos culturales.  

Desde luego que los ocho personajes darían para información más copiosa, la cual me empeñaré en lograr, y agradecería mucho a quienes la tengan, y así ampliar estos raquíticos apuntes.   

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