El cambio, detenido por la apatía de varios de mis
jefes y del anquilosado sistema de escalafón del banco, me daba la oportunidad
de desempeñar un trabajo singular interno en la
gerencia de la sucursal más importante de provincia, que concentraba aún
funciones clave de las futuras Gerencias y Direcciones Regionales, así como
acceso a las radiografías económicas operativas de empresas y personajes
protagonistas de Guadalajara y otras poblaciones. El volumen de asuntos que me
derivaba primordialmente don Amador y algunas los subgerentes Joaquín Ruiz
Fernández y Alfredo Bué Vázquez y luego Miguel Belmán Torres en sustitución del
primero, frecuentemente conllevaban labores adicionales que con entusiasmo realizaba. De las poblaciones
foráneas que manejábamos, que luego fueron sucursales, varias eran
corresponsalías que visitábamos regularmente.
En años inmediatos anteriores se habían abierto las
sucursales urbanas Santa Mónica e Independencia y el Sr. Ruiz Fernández ocupó
en el ínter la gerencia de la apertura de la Vallarta. Después, de septiembre
de 1970 hasta mi renuncia el 30 de abril de 1974 ocupé la gerencia de
Independencia, mi tercer destino en la Perla de Occidente y antes, de mayo 1966
a diciembre 1968 una subgerencia en esta misma sucursal Guadalajara.
Entonces la sucursal se ubicaba provisionalmente en
la planta alta de la manzana que abarca de Maestranza a Corona por la Av.
Juárez, enfrente de su sede tradicional, cuya construcción colonial se demolió
para dar paso al edificio actual que se tuvo que demorar bastante por
modificaciones al proyecto del arquitecto Struck constructor oficial de
Banamex. Cuando a mediados de 1963 me fui a la contaduría de Tepic, aún no se
terminaba. El domicilio temporal era una larga tira acondicionada que causaba
varias incomodidades. La gerencia estaba a partir de Maestranza y en un privado
al inicio nuestro lugar de trabajo que seguido compartíamos con ésta.
El querer hacer bien o mejor las cosas me ha
ocasionado con frecuencia la oposición de quienes defienden la comodidad de su
estatus principalmente al ver amenazadas sus fuerzas de mando. Por otra parte,
aunque se dice que nadie es indispensable, sí es necesario en determinadas
circunstancias, y aunado a la forma de hacer las cosas en el banco, se frena
insanamente el camino de gente meritoria. Aparte del tapón de más de cinco años
en la sucursal Atotonilco, en este primer destino y en el segundo de 1966 en Guadalajara
así como el de Zamora en que en este año iba a iniciar la sucursal Sahuayo, el
nuevo gerente tapatío don Adolfo Sánchez Medal y don Manuel Moreno Guevara,
gerente regional, le pidieron a don Claudio Pita Hurtado, paisano y amigo del
primero, me ocupara de regreso de una subgerencia que este último me aseguró
sería por sólo seis meses y se alargó más de dos años y medio.
A Guadalajara quería irse medio mundo en el banco.
En muchas ocasiones lo lograron personas apadrinadas que no eran la mejor
opción. Siempre sostuve que para vivir en nuestra capital dentro del banco, no
había que pedirlo ni valerse de las ayudas mencionadas o bien, sentar raíces
propias. Conocí en esta trascendente primera estancia asuntos de crédito y de políticas de
gerencia muy importantes del quehacer
bancario. El Sr. Murguía y otros gerentes con quienes tuve la fortuna de
trabajar, fueron personajes líderes del
banco.
A principios de 1963, con año y medio a cargo
del Departamento de Análisis de Crédito,
don Amador me propuso para una subgerencia, pero otra vez la rigidez y necedad
del escalafón imponían que debía pasar oficialmente como funcionario de
contaduría que no había ejercido en Atotonilco no obstante haber ocupado ahí
con todo éxito varias veces la estructura de servicios. Así, pasé de inmediato
como tercer sub contador donde sólo estuve dos meses para tomar la contaduría de
la sucursal Tepic, con el beneplácito del Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado,
otro gran gerente y amigo, para diez meses después tomar la subgerencia de
Zamora también con el asentimiento de don Claudio Pita Hurtado así mismo gran
banquero. En menos de cuatro años del desbloqueo de Atotonilco las cosas iban
justas y bien, pero luego tuve que lidiar con similares problemas.
A los funcionarios del área de contaduría que
conmigo íbamos a ser tres sub contadores más el titular, todos con mucho más
antigüedad, de entrada reprobaron mi nombramiento por no conocer mi
trayectoria, principalmente la Srta. Abigail Martínez que me creía, con
expresiones despectivas, verde para el cargo pero que a la vuelta de la esquina
cambió de opinión. Tanto con ella como
con el contador Herminio Michel Neaves y el otro sub contador Huber Nava Cabrera
hicimos muy buen equipo y relación personal. En el cargo de analizador de
crédito afronté al inicio otras experiencias más serias.
En la mancuerna de trabajo con Juan Ramírez que era
bastante reconocido en el puesto, le pedí luego que me dejara elaborar mis
propios estudios, que como todos se turnarían a la gerencia para su
calificación en donde básicamente lo hacía el Sr. Joaquín Ruiz Fernández,
primer subgerente, a quien conocía por lo de la visita al gerente de Atotonilco
que describí anteriormente, con sobrada fama de exigente y drástico en extremo.
Me hice cargo del caso del cliente Distribuidora
Dyna de Máquinas de Coser de un señor alemán que ahora sólo su recuerdo su
nombre de Pedro, que manejaba ventas en abonos a largo plazo a consumidores
particulares. Probablemente Juan me lo haya dejado conociendo que tenía cierto grado de
dificultad por el tipo de ventas que por cierto después el banco reclasificó en
las líneas de créditos para Adquisición de Bienes de Consumo Duradero (ABCD) y
que junto con la de Préstamos Personales había iniciado en la banca mexicana.
El cliente, razonablemente en mi opinión, consignaba
las ventas en el Estado de Perdidas y Ganancias por las sumas recuperadas y no
por operaciones nominales como en los formatos se consideraba, puesto que eran
transacciones con índices elevados de devolución. Previamente con Juan analicé
el asunto coincidiendo en que era correcta la apreciación. Pedí el turno de mi
debut con el subgerente perdonavidas porque el estudio tenía ya varios días esperando.
Al estarle explicando al Sr. Ruiz la particularidad
del estudio se puso como energúmeno y más al decirle que lo podíamos discutir,
expresión a la que respondió que quien era yo para discutir con él y que iba a
ver para que diablos servía si no para devolverme a mi pueblo, llamando de
inmediato a Juan Ramírez quien inexplicablemente se echó para atrás acerca de
lo que habíamos acordado. Me mandó a mi escritorio y llamó a don Pedro que se
hizo presente en unos cuantos minutos. Estaba casi seguro que el señor
accedería a reclasificar los datos, pero
para mi fortuna los confirmó y defendió con firmeza. Mi presunto verdugo sin
ningún tipo de disculpa ni mayor explicación me dijo con todo lujo de sequedad:
“usted tiene la razón”, señalando con el
índice mi escritorio y … punto.
Después en un acto de conciencia ya como gerente de
la sucursal urbana Vallarta me llamó para felicitarme por mi santo,
confundiéndose con otro san Felipe de los del santoral. Después cambió del todo
y tuvimos una magnífica relación profesional y personal.
En el estudio de los créditos, junto con la medición
fría y rígida de las partes del balance, debe tomarse en cuenta también la
capacidad y habilidad del solicitante y su moralidad, así como la licitud y
características estimables para el desarrollo del negocio y otros datos
favorables o negativos que aporten para tomar una buena decisión. Estos puntos
finos pueden concluir en casos peculiares en el rechazo de un millonario y la
aceptación de un candidato sin mucho peculio. Si además siempre mediaran los
principios de que el crédito debe ser un apoyo sano para el desarrollo de los
negocios, nunca habrían habido IPABS y FOBAPROAS, ni privatizaciones y
reprivatizaciones bancarias perversas del gobierno con sus amigos y políticos
muchas veces pseudobanqueros y
pseudoempresarios, creándose las súper empresas y monopolios actuales fruto del
añejo tráfico de influencias y corrupción en nuestro país.
Algunas situaciones singulares aludidas antes en el
encuadre equitativo de números financieros, serían las empresas gaseras,
panificadoras, embotelladoras y otras en que los valores de sus flotillas de
reparto en el activo fijo debilitan irrealmente los índices de capital de
trabajo y de liquidez; como de efecto negativo la excesiva rotación de
personal, sobrantes y obsolescencia de inventarios, entorno desfavorable de los
negocios, la falta de pericia y aptitudes de los dirigentes, etc.
En los dos meses como sub contador, entre otras cosas,
establecimos un reporte diario a la gerencia de las operaciones importantes de
clientes y terceros, con miras primordialmente a la captación en ésta de nuevos
negocios; y en lo referente a personal por su alto número, se hizo una guía
sencilla de rutinas de trabajo, y otra, a la que no faltaron funcionarios que
la regateaban sin razón, de las diversas prestaciones porque una buena parte
las desconocía incluyendo las de la Sociedad Mutualista.
Guadalajara era en esa época de 1961/63, muy
distinta a la de hoy en día. Estaba ya presente toda la banca nacional pero la
competencia de la local era aún bastante fuerte con los bancos Refaccionario de
Jalisco, Industrial de Jalisco, de Jalisco, Popular y algunas Financieras, instituciones todas por supuesto
desaparecidas al presente vía las fatídicas estatización, reprivatización y
absorción extranjera de la banca mexicana.
El mercado de San Juan de Dios, ahora oficialmente
Libertad, era de puestos semifijos de tablas y láminas de cartón en la calle
Javier Mina que aún no se ampliaba. De mayo a agosto de 61, antes de casarme,
viví por esta calle con una prima hermana un poco antes de la 60 a la altura
donde estaba la penal y en las inmediaciones había lotes baldíos. Luego, ya
casado nuestro primer domicilio fue en Marsella Norte 388 ahora Manuel M.
Diéguez, esquina con Herrera y Cairo. Al poniente después de la cercana Av. de
las Américas había pocas fincas. El señor Murguía hizo una casa prácticamente
en despoblado por la continuación de esta avenida a la altura de lo que ahora
es Plaza Patria, cerca de donde había un lugar de alquiler de caballos. Ni sus
luces entonces de la extensa colonia Providencia y otras del rumbo.
La colonia Independencia también muy grande, donde
nos tocó vivir en Monte Parnaso y en
Chimborazo, estaba en desarrollo y varias colindantes tampoco existían.
Las colonias Moderna, Americana y Ladrón de Guevara y otras en los sectores
Hidalgo y Juárez incluyendo la también extensa Chapalita que abarca parte de
Zapopan eran de las importantes. Zapopan en este rumbo y Tlaquepaque en el
oriente estaban muy separados y bastante lejos Tonalá y Tlajomulco.
El primer cuadro del centro de la ciudad era el
corazón de todas las actividades comerciales con todavía algunas instalaciones
fabriles. Albergaba por la Av. Juárez ya tiempo ampliada y remodelada en
tiempos del gobierno de Jesús González Gallo (1949-1953), los importantes
negocios Las Fábricas de Francia que aún persiste con edificio reformado y en
manos de otros dueños, Almacenes Favier, El Nuevo París, varias joyerías
tradicionales y el edificio de teléfonos cuya hazaña de reacomodo del ingeniero
Matute Remus todavía asombra a propios y extraños.
También estaban Casa Moragrega, los hoteles Génova,
Roma y Del Parque, el cine Variedades, el restaurant bar Don Quijote y desde
luego Banamex. A una cuadra en Corona y Pedro Moreno la original El Nuevo Mundo
que ahora con el agregado de Guadalajara está también en Juárez; a la vuelta en
Maestranza entre Morelos y P. Moreno el hotel Francés; así mismo en Corona con
Madero el histórico hotel Morales y con López Cotilla El Fénix y por ahí la
desaparecida tienda El Nuevo Regal. Por
Prisciliano Sánchez frente a los templos Aranzazú (que debía ser Aránzazu) y
San Francisco, el Bar Imperial y a la vuelta por Colón el Cué y en la esquina
de ésta con Miguel Blanco los restaurantes aún presentes Lido, y La Alemana a
espaldas de los templos citados. De las zapaterías del centro recuerdo la Regis,
Las BBB, Dione, Canadá, El Perico, Lis.
Los cines de entonces, todos desaparecidos, estaban
varios en la Calzada Independencia: el Alameda con Álvaro Obregón (ahora
Cinépolis), Juárez con Gigantes, Avenida entre Gómez Farías y Aldama y
Metropólitan con P. Sánchez. Al oriente por Obregón el propio Obregón y el
Park; en Javier Mina luego se instalaron el Ideal por ahí de Churubusco y L.
Vicario y otro que no recuerdo si
Princesa o Encanto, más al este por rumbos de la citada penal. En el centro el
mencionado Variedades, el Colón y el Roxy; antes habían estado el España creo
que por Angulo y el Jalisco que no ubico. Los señores Ramírez dueños del
imperio Cinépolis mencionado o Multicinemas, lograron después romper la
competencia de los dos circuitos nacionales,
abriendo un multicinema individual en la calle Aldama por ahí de la 16 a la 20
en el sector Reforma, cuyo local mucho tiempo vacía ahora ocupa una
organización religiosa. Los centros o plazas comerciales no habían aflorado,
les tocó sentar precedente al tiempo a Plaza del Sol y Plaza Patria.
La red telefónica que era monopolio del gobierno
(ahora Telmex de Slim) era reducida y conseguir una línea bastante difícil y la
atención de su personal verdaderamente tiránica. El actual Estadio Jalisco
(1960), ampliado en dos ocasiones, tenía como un año de haber sustituido al
tradicional parque Oblatos, también llamado Oro y Martínez Sandoval; la plaza
de toros era El Progreso en el corazón de San Juan de Dios y la Monumental,
llamada luego Nuevo Progreso, aún no le hacía compañía al Jalisco.
Embotelladoras: La Favorita (Coca Cola), de
Occidente (Pepsi), Aga (Sidral y Aguilita). Galleteras: Jalisciense y Guadalajara, y Productos de
Trigo. Aceiteras y harineras: Grasas Vegetales, Aceites, Grasas y Derivados y
Cía. Harinera del Parayas. Chocolateras: Ibarra y Dos Hermanos. Fábricas del
Calzado Canadá que aún estaba por lo que
ahora es la Av. Revolución antes Catalán. Vinilos y Hules (calzaletas).
Tequilas Sauza, Cuervo, Herradura y Orendáin con sus plantas en Tequila, Jal.
La sede de la Cámara de Comercio estaba en Av. Chapultepec entre Morelos e
Hidalgo.
Agencias automotrices: Casa Solana y Automotriz
Occidental (Chevrolet); Plasencia Motors con sucursal en Tepic, Casa Schultz
que luego fue Jiménez Automotriz y Jalisco Motors (Ford); SyC Motors y Camarena
y González Fernández (Dodge); de Volkswagen: Américas del atotonilquense don
Rubén González Orozco, después González Gallo de su sobrino Carlos González
González y Ávila Camacho de otro sobrino, aún no estaba Albarrán. Baruqui
Motors (Datsun-Nissan) tenía poco de haber abierto. Gaseras: Gas Menguc y Gas
Royal que al tiempo se fusionaron persistiendo Menguc para al fin vender a la
actual Zeta Gas.
La calzada Independencia y la Av.16 de Septiembre y
calles adyacentes, entonces mucho más área comercial que ahora, alojaban aparte
de algunos negocios ya citados, otros como varias refaccionarias automotrices y
talleres del ramo, Ferretería Calzada que aún no era cadena, la antigua Central
Camionera, periódico El Occidental, bancos Banamex y Refaccionario e Industrial
de Jalisco, hoteles populares y de paso y algunos de mayor nivel como el Nueva
York, el Colón y el Nueva Galicia de don Benito Fong Gómez; el Hilton
sucesivamente Marriott, Sheraton, Carlton y Misión Carlton, todavía no nacía ni
su gemelo Condominio Guadalajara. También estaban Mayoreo Automotriz y Agrícola
de don Adolfo Orendáin Badillo de donde después se creo la cadena Orma
Autopartes.
Además se alojaba aquí la llamada zona roja, poblada
además de los hoteles de paso, de
negocios de diversión de la farándula como El Zarape, El Nopal, el
Afrocasino, El Zombi y de menor clase el Dandy, La Tarara y otros; cafés,
loncherías, cantinas, licorerías y restaurantes más formales como el Tecali de
la cadena de don Francisco Silva Romero (Lido, Tizoc, Capri), el chino Tai Pai
y el de los Hermanos Reyes en donde en mayor predio después construyeron su
hotel actual. Los restaurantes de moda que recuerdo: La Copa de Leche (desaparecido), Carnes Asadas Tolsá, Cazadores Campestre por la glorieta de la Paz sumamente concurrido por clientes locales y visitantes (desaparecido); los de los hoteles Morales y Fénix. Populares: La Chata en Federación ahora cerrada pero con dos sucursales; La Gorda en Gral. Coronado casi esquina con Juan Álvarez que luego cambió a dicha esquina en construcción propia, con varias sucursales; Lonches Chula Vista y Lonches la Playita; La Fonda de Don Pedro en San Martín por Belisario Domínguez, Ricos Tamales por Garibaldi enfrente del Templo de Jesús, Don Tomasito, Tacos Minerva, Mi Tierra; la cadena citada de don Francisco Silva; El Gallo iniciador de las carnes en su jugo en la banqueta de República y la treinta y dos.
Otros bares o cantinas, el citado Don Quijote, Los Panchos y El Marino casi juntos en Maestranza y Madero el segundo y entre Juárez y Pedro Moreno el tercero; el Imperial y el Cué ya mencionados y cerca de estos el California; por Juárez hacia la calzada el 1,2,3, del Hotel Génova, y a unos pasos el Popular, y el Víctor ya en la citada calzada Independencia y Libertad. La Fuente en Pino Suárez entre Hidalgo e Independencia, Los Equipales en Juan Álvarez y Mariano Bárcena y más antiguos La Sin Rival en calzada Independencia en Analco y La Iberia en Herrera y Cairo en El Retiro. El conjunto El Parián en el centro de Tlaquepaque jalaba parroquianos de Guadalajara.
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