sábado, 7 de marzo de 2015

BANAMEX GUADALAJARA UNO

Llegué a la sucursal Guadalajara el 15 de mayo de 1961, después de esperar el cambio en Atotonilco más de cinco años. En vez de ocupar el puesto de investigador en campo del Departamento de Análisis de Crédito al que iba, por la calificación de mi trabajo en el primer mes haciendo mancuerna con el titular Sr. Juan Ramírez Méndez, el gerente don Amador Murguía Blancarte me nombró en su lugar al salir éste en plan de entrenamiento. Previamente  habían  mediado las recomendaciones del Sr. Rafael Esqueda Garibay gerente de Atotonilco y del Sr. Roberto de la Rosa Nuño, Funcionario de Personal Regional.   
El cambio, detenido por la apatía de varios de mis jefes y del anquilosado sistema de escalafón del banco, me daba la oportunidad de desempeñar un trabajo singular interno en la  gerencia de la sucursal más importante de provincia, que concentraba aún funciones clave de las futuras Gerencias y Direcciones Regionales, así como acceso a las radiografías económicas operativas de empresas y personajes protagonistas de Guadalajara y otras poblaciones. El volumen de asuntos que me derivaba primordialmente don Amador y algunas los subgerentes Joaquín Ruiz Fernández y Alfredo Bué Vázquez y luego Miguel Belmán Torres en sustitución del primero, frecuentemente conllevaban labores adicionales que con  entusiasmo realizaba. De las poblaciones foráneas que manejábamos, que luego fueron sucursales, varias eran corresponsalías que visitábamos regularmente. 
En años inmediatos anteriores se habían abierto las sucursales urbanas Santa Mónica e Independencia y el Sr. Ruiz Fernández ocupó en el ínter la gerencia de la apertura de la Vallarta. Después, de septiembre de 1970 hasta mi renuncia el 30 de abril de 1974 ocupé la gerencia de Independencia, mi tercer destino en la Perla de Occidente y antes, de mayo 1966 a diciembre 1968 una subgerencia en esta misma sucursal Guadalajara.    
Entonces la sucursal se ubicaba provisionalmente en la planta alta de la manzana que abarca de Maestranza a Corona por la Av. Juárez, enfrente de su sede tradicional, cuya construcción colonial se demolió para dar paso al edificio actual que se tuvo que demorar bastante por modificaciones al proyecto del arquitecto Struck constructor oficial de Banamex. Cuando a mediados de 1963 me fui a la contaduría de Tepic, aún no se terminaba. El domicilio temporal era una larga tira acondicionada que causaba varias incomodidades. La gerencia estaba a partir de Maestranza y en un privado al inicio nuestro lugar de trabajo que seguido compartíamos con ésta.     
El querer hacer bien o mejor las cosas me ha ocasionado con frecuencia la oposición de quienes defienden la comodidad de su estatus principalmente al ver amenazadas sus fuerzas de mando. Por otra parte, aunque se dice que nadie es indispensable, sí es necesario en determinadas circunstancias, y aunado a la forma de hacer las cosas en el banco, se frena insanamente el camino de gente meritoria. Aparte del tapón de más de cinco años en la sucursal Atotonilco, en este primer destino y en el segundo de 1966 en Guadalajara así como el de Zamora en que en este año iba a iniciar la sucursal Sahuayo, el nuevo gerente tapatío don Adolfo Sánchez Medal y don Manuel Moreno Guevara, gerente regional, le pidieron a don Claudio Pita Hurtado, paisano y amigo del primero, me ocupara de regreso de una subgerencia que este último me aseguró sería por sólo seis meses y se alargó más de dos años y medio.   
A Guadalajara quería irse medio mundo en el banco. En muchas ocasiones lo lograron personas apadrinadas que no eran la mejor opción. Siempre sostuve que para vivir en nuestra capital dentro del banco, no había que pedirlo ni valerse de las ayudas mencionadas o bien, sentar raíces propias. Conocí en esta trascendente primera estancia  asuntos de crédito y de políticas de gerencia  muy importantes del quehacer bancario. El Sr. Murguía y otros gerentes con quienes tuve la fortuna de trabajar, fueron  personajes  líderes del banco.  
A principios de 1963, con año y medio a cargo del  Departamento de Análisis de Crédito, don Amador me propuso para una subgerencia, pero otra vez la rigidez y necedad del escalafón imponían que debía pasar oficialmente como funcionario de contaduría que no había ejercido en Atotonilco no obstante haber ocupado ahí con todo éxito varias veces la estructura de servicios. Así, pasé de inmediato como tercer sub contador donde sólo estuve dos meses para tomar la contaduría de la sucursal Tepic, con el beneplácito del Sr. Gilberto Sarmiento Maldonado, otro gran gerente y amigo, para diez meses después tomar la subgerencia de Zamora también con el asentimiento de don Claudio Pita Hurtado así mismo gran banquero. En menos de cuatro años del desbloqueo de Atotonilco las cosas iban justas y bien, pero luego tuve que lidiar con similares problemas.  
A los funcionarios del área de contaduría que conmigo íbamos a ser tres sub contadores más el titular, todos con mucho más antigüedad, de entrada reprobaron mi nombramiento por no conocer mi trayectoria, principalmente la Srta. Abigail Martínez que me creía, con expresiones despectivas, verde para el cargo pero que a la vuelta de la esquina cambió de  opinión. Tanto con ella como con el contador Herminio Michel Neaves y el otro sub contador Huber Nava Cabrera hicimos muy buen equipo y relación personal. En el cargo de analizador de crédito afronté al inicio otras experiencias más serias.  
En la mancuerna de trabajo con Juan Ramírez que era bastante reconocido en el puesto, le pedí luego que me dejara elaborar mis propios estudios, que como todos se turnarían a la gerencia para su calificación en donde básicamente lo hacía el Sr. Joaquín Ruiz Fernández, primer subgerente, a quien conocía por lo de la visita al gerente de Atotonilco que describí anteriormente, con sobrada fama de exigente y drástico en extremo.
Me hice cargo del caso del cliente Distribuidora Dyna de Máquinas de Coser de un señor alemán que ahora sólo su recuerdo su nombre de Pedro, que manejaba ventas en abonos a largo plazo a consumidores particulares. Probablemente Juan me lo haya dejado   conociendo que tenía cierto grado de dificultad por el tipo de ventas que por cierto después el banco reclasificó en las líneas de créditos para Adquisición de Bienes de Consumo Duradero (ABCD) y que junto con la de Préstamos Personales había iniciado en la banca mexicana. 
El cliente, razonablemente en mi opinión, consignaba las ventas en el Estado de Perdidas y Ganancias por las sumas recuperadas y no por operaciones nominales como en los formatos se consideraba, puesto que eran transacciones con índices elevados de devolución. Previamente con Juan analicé el asunto coincidiendo en que era correcta la apreciación. Pedí el turno de mi debut con el subgerente perdonavidas porque el estudio tenía ya varios  días esperando.   
Al estarle explicando al Sr. Ruiz la particularidad del estudio se puso como energúmeno y más al decirle que lo podíamos discutir, expresión a la que respondió que quien era yo para discutir con él y que iba a ver para que diablos servía si no para devolverme a mi pueblo, llamando de inmediato a Juan Ramírez quien inexplicablemente se echó para atrás acerca de lo que habíamos acordado. Me mandó a mi escritorio y llamó a don Pedro que se hizo presente en unos cuantos minutos. Estaba casi seguro que el señor accedería a reclasificar  los datos, pero para mi fortuna los confirmó y defendió con firmeza. Mi presunto verdugo sin ningún tipo de disculpa ni mayor explicación me dijo con todo lujo de sequedad: “usted tiene la razón”,  señalando con el índice mi escritorio y … punto. 
Después en un acto de conciencia ya como gerente de la sucursal urbana Vallarta me llamó para felicitarme por mi santo, confundiéndose con otro san Felipe de los del santoral. Después cambió del todo y tuvimos una magnífica relación profesional y personal.   
En el estudio de los créditos, junto con la medición fría y rígida de las partes del balance, debe tomarse en cuenta también la capacidad y habilidad del solicitante y su moralidad, así como la licitud y características estimables para el desarrollo del negocio y otros datos favorables o negativos que aporten para tomar una buena decisión. Estos puntos finos pueden concluir en casos peculiares en el rechazo de un millonario y la aceptación de un candidato sin mucho peculio. Si además siempre mediaran los principios de que el crédito debe ser un apoyo sano para el desarrollo de los negocios, nunca habrían habido IPABS y FOBAPROAS, ni privatizaciones y reprivatizaciones bancarias perversas del gobierno con sus amigos y políticos muchas veces  pseudobanqueros y pseudoempresarios, creándose las súper empresas y monopolios actuales fruto del añejo tráfico de influencias y corrupción en nuestro país. 
Algunas situaciones singulares aludidas antes en el encuadre equitativo de números financieros, serían las empresas gaseras, panificadoras, embotelladoras y otras en que los valores de sus flotillas de reparto en el activo fijo debilitan irrealmente los índices de capital de trabajo y de liquidez; como de efecto negativo la excesiva rotación de personal, sobrantes y obsolescencia de inventarios, entorno desfavorable de los negocios, la falta de pericia y aptitudes de los dirigentes, etc.  
En los dos meses como sub contador, entre otras cosas, establecimos un reporte diario a la gerencia de las operaciones importantes de clientes y terceros, con miras primordialmente a la captación en ésta de nuevos negocios; y en lo referente a personal por su alto número, se hizo una guía sencilla de rutinas de trabajo, y otra, a la que no faltaron funcionarios que la regateaban sin razón, de las diversas prestaciones porque una buena parte las desconocía incluyendo las de la Sociedad Mutualista.  
Guadalajara era en esa época de 1961/63, muy distinta a la de hoy en día. Estaba ya presente toda la banca nacional pero la competencia de la local era aún bastante fuerte con los bancos Refaccionario de Jalisco, Industrial de Jalisco, de Jalisco, Popular y algunas  Financieras, instituciones todas por supuesto desaparecidas al presente vía las fatídicas estatización, reprivatización y absorción extranjera de la banca mexicana.
El mercado de San Juan de Dios, ahora oficialmente Libertad, era de puestos semifijos de tablas y láminas de cartón en la calle Javier Mina que aún no se ampliaba. De mayo a agosto de 61, antes de casarme, viví por esta calle con una prima hermana un poco antes de la 60 a la altura donde estaba la penal y en las inmediaciones había lotes baldíos. Luego, ya casado nuestro primer domicilio fue en Marsella Norte 388 ahora Manuel M. Diéguez, esquina con Herrera y Cairo. Al poniente después de la cercana Av. de las Américas había pocas fincas. El señor Murguía hizo una casa prácticamente en despoblado por la continuación de esta avenida a la altura de lo que ahora es Plaza Patria, cerca de donde había un lugar de alquiler de caballos. Ni sus luces entonces de la extensa colonia Providencia y otras del rumbo. 
La colonia Independencia también muy grande, donde nos tocó vivir en Monte Parnaso y en  Chimborazo, estaba en desarrollo y varias colindantes tampoco existían. Las colonias Moderna, Americana y Ladrón de Guevara y otras en los sectores Hidalgo y Juárez incluyendo la también extensa Chapalita que abarca parte de Zapopan eran de las importantes. Zapopan en este rumbo y Tlaquepaque en el oriente estaban muy separados y bastante lejos Tonalá y Tlajomulco. 
El primer cuadro del centro de la ciudad era el corazón de todas las actividades comerciales con todavía algunas instalaciones fabriles. Albergaba por la Av. Juárez ya tiempo ampliada y remodelada en tiempos del gobierno de Jesús González Gallo (1949-1953), los importantes negocios Las Fábricas de Francia que aún persiste con edificio reformado y en manos de otros dueños, Almacenes Favier, El Nuevo París, varias joyerías tradicionales y el edificio de teléfonos cuya hazaña de reacomodo del ingeniero Matute Remus todavía asombra a propios y extraños.  
También estaban Casa Moragrega, los hoteles Génova, Roma y Del Parque, el cine Variedades, el restaurant bar Don Quijote y desde luego Banamex. A una cuadra en Corona y Pedro Moreno la original El Nuevo Mundo que ahora con el agregado de Guadalajara está también en Juárez; a la vuelta en Maestranza entre Morelos y P. Moreno el hotel Francés; así mismo en Corona con Madero el histórico hotel Morales y con López Cotilla El Fénix y por ahí la desaparecida tienda El Nuevo Regal.  Por Prisciliano Sánchez frente a los templos Aranzazú (que debía ser Aránzazu) y San Francisco, el Bar Imperial y a la vuelta por Colón el Cué y en la esquina de ésta con Miguel Blanco los restaurantes aún presentes Lido, y La Alemana a espaldas de los templos citados. De las zapaterías del centro recuerdo la Regis, Las BBB, Dione, Canadá, El Perico, Lis. 
Los cines de entonces, todos desaparecidos, estaban varios en la Calzada Independencia: el Alameda con Álvaro Obregón (ahora Cinépolis), Juárez con Gigantes, Avenida entre Gómez Farías y Aldama y Metropólitan con P. Sánchez. Al oriente por Obregón el propio Obregón y el Park; en Javier Mina luego se instalaron el Ideal por ahí de Churubusco y L. Vicario  y otro que no recuerdo si Princesa o Encanto, más al este por rumbos de la citada penal. En el centro el mencionado Variedades, el Colón y el Roxy; antes habían estado el España creo que por Angulo y el Jalisco que no ubico. Los señores Ramírez dueños del imperio Cinépolis mencionado o Multicinemas, lograron después romper la competencia  de los dos circuitos nacionales, abriendo un multicinema individual en la calle Aldama por ahí de la 16 a la 20 en el sector Reforma, cuyo local mucho tiempo vacía ahora ocupa una organización religiosa. Los centros o plazas comerciales no habían aflorado, les tocó sentar precedente al tiempo a Plaza del Sol y Plaza Patria. 
La red telefónica que era monopolio del gobierno (ahora Telmex de Slim) era reducida y conseguir una línea bastante difícil y la atención de su personal verdaderamente tiránica. El actual Estadio Jalisco (1960), ampliado en dos ocasiones, tenía como un año de haber sustituido al tradicional parque Oblatos, también llamado Oro y Martínez Sandoval; la plaza de toros era El Progreso en el corazón de San Juan de Dios y la Monumental, llamada luego Nuevo Progreso, aún no le hacía compañía al Jalisco.   
Embotelladoras: La Favorita (Coca Cola), de Occidente (Pepsi), Aga (Sidral y Aguilita). Galleteras:  Jalisciense y Guadalajara, y Productos de Trigo. Aceiteras y harineras: Grasas Vegetales, Aceites, Grasas y Derivados y Cía. Harinera del Parayas. Chocolateras: Ibarra y Dos Hermanos. Fábricas del Calzado Canadá que aún estaba  por lo que ahora es la Av. Revolución antes Catalán. Vinilos y Hules (calzaletas). Tequilas Sauza, Cuervo, Herradura y Orendáin con sus plantas en Tequila, Jal. La sede de la Cámara de Comercio estaba en Av. Chapultepec entre Morelos e Hidalgo. 
Agencias automotrices: Casa Solana y Automotriz Occidental (Chevrolet); Plasencia Motors con sucursal en Tepic, Casa Schultz que luego fue Jiménez Automotriz y Jalisco Motors (Ford); SyC Motors y Camarena y González Fernández (Dodge); de Volkswagen: Américas del atotonilquense don Rubén González Orozco, después González Gallo de su sobrino Carlos González González y Ávila Camacho de otro sobrino, aún no estaba Albarrán. Baruqui Motors (Datsun-Nissan) tenía poco de haber abierto. Gaseras: Gas Menguc y Gas Royal que al tiempo se fusionaron persistiendo Menguc para al fin vender a la actual Zeta Gas.  
La calzada Independencia y la Av.16 de Septiembre y calles adyacentes, entonces mucho más área comercial que ahora, alojaban aparte de algunos negocios ya citados, otros como varias refaccionarias automotrices y talleres del ramo, Ferretería Calzada que aún no era cadena, la antigua Central Camionera, periódico El Occidental, bancos Banamex y Refaccionario e Industrial de Jalisco, hoteles populares y de paso y algunos de mayor nivel como el Nueva York, el Colón y el Nueva Galicia de don Benito Fong Gómez; el Hilton sucesivamente Marriott, Sheraton, Carlton y Misión Carlton, todavía no nacía ni su gemelo Condominio Guadalajara. También estaban Mayoreo Automotriz y Agrícola de don Adolfo Orendáin Badillo de donde después se creo la cadena Orma Autopartes.  
Además se alojaba aquí la llamada zona roja, poblada además de los hoteles de paso, de  negocios de diversión de la farándula como El Zarape, El Nopal, el Afrocasino, El Zombi y de menor clase el Dandy, La Tarara y otros; cafés, loncherías, cantinas, licorerías y restaurantes más formales como el Tecali de la cadena de don Francisco Silva Romero (Lido, Tizoc, Capri), el chino Tai Pai y el de los Hermanos Reyes en donde en mayor predio después construyeron su hotel actual.          
Los restaurantes de moda que recuerdo: La Copa de Leche (desaparecido), Carnes Asadas Tolsá, Cazadores Campestre por la glorieta de la Paz sumamente concurrido por clientes locales y visitantes (desaparecido); los de los hoteles Morales y Fénix. Populares: La Chata en Federación ahora cerrada pero con dos sucursales; La Gorda en Gral. Coronado casi esquina con Juan Álvarez que luego cambió a dicha esquina en construcción propia, con varias sucursales; Lonches Chula Vista y Lonches la Playita; La Fonda de Don Pedro en San Martín por Belisario Domínguez, Ricos Tamales por Garibaldi enfrente del Templo de Jesús, Don Tomasito, Tacos Minerva, Mi Tierra; la cadena citada de don Francisco Silva; El Gallo  iniciador de las carnes en su jugo en la banqueta de República y la treinta y dos.
Otros bares o cantinas, el citado Don Quijote, Los Panchos y El Marino casi juntos en  Maestranza y Madero el segundo y entre Juárez y Pedro Moreno el tercero; el Imperial y el Cué ya mencionados y cerca de estos el California; por Juárez hacia la calzada el 1,2,3, del Hotel Génova, y  a unos pasos el Popular, y el Víctor ya en la citada calzada Independencia y Libertad. La Fuente en Pino Suárez entre Hidalgo e Independencia, Los Equipales en Juan Álvarez y Mariano Bárcena y más antiguos La Sin Rival en calzada Independencia en Analco y La Iberia en Herrera y Cairo en El Retiro. El conjunto El Parián en el centro de Tlaquepaque jalaba parroquianos de Guadalajara.  

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