sábado, 7 de marzo de 2015

PRIMER TRABAJO FORMAL

Terminé la primaria en junio de 1951. Mi escuela, como ya dije en otra ocasión, fue la oficial Benito Juárez que estaba en la calle Madero, de Juárez al Jardín Hidalgo ahora  López Cotilla, inmueble que hoy alberga otro plantel escolar también oficial pero para niñas. Nuestra directora y maestra de sexto año fue la inolvidable Prof. Felícitas Sánchez Ramírez, originaria de San Miguel el Alto, de cuyos méritos indiscutibles Atotonilco apenas se acuerda. 
En la celebración escolar del domingo 21 del citado mes se me acercaron en la fiesta unos religiosos, probablemente legionarios de cristo o jesuitas, que de la manera más sorpresiva me dijeron que iban exprofeso por mi para ingresarme al seminario. La propuesta fue tan inesperada como para ellos el rechazo a la misma. Mis planes eran empezar a trabajar al día siguiente para auxiliar en el gasto de la casa. Me replicaron que era un honor y una consideración única que se me concedía por méritos escolares y personales. Ante su insistencia y su aparente alta investidura y mi notoria novatez igual les dije que no. Nunca supe cómo obtuvieron mis datos.  
Efectivamente ya tenía un trabajo, eventual, para más o menos un mes en la casa Lorenzo V. Valle y Cía. Consistía en seleccionar manualmente por tamaños, del 1 al 5, el pepino criollo que entonces se cultivaba en Atotonilco y se procesaba en salmuera para la firma Clemente Jacques de la ciudad de México, en donde se terminaba su proceso comercial. En esta tarea trabajábamos otras cuatro o cinco personas más a cargo del señor José Núñez Vázquez hermano de doña Esperanza que era la esposa de don Francisco Valle, socio y directivo de la Casa Valle. Don Lorenzo Valle Valle, de donde tomaba nombre la importante negociación atotonilquense, era un rico y muy reconocido  empresario en la producción nacional de naranja y uno de los benefactores del pueblo.  
Al terminar el proceso indicado me ocuparon como dos meses más en labores relacionadas hasta que se terminaron los envíos a México. Mis pantalones de pechera de la mezclilla azul marino dura de aquel tiempo, la que tenía la orilla anaranjada, junto con mi demás ropa se ponían como cuero al abastecer las barricas y el escozor de la sal en la piel me importaba muy poco. El Sr. Núñez y la familia Valle incluyendo a don Lorenzo eran muy buenos personas conmigo, como era fama que lo eran con los demás empleados de los  negocios que se manejaban en la organización, destacando el gran número de huertas de naranjos, a cuya fama atotonilquense de productora de cítricos incluso a nivel internacional contribuía la corporación en gran parte.  
Los pepinillos se preparaban en la finca sede de la Casa Valle que en la actualidad es el Hotel Portal del Vergel propiedad de la Sra. Elba Hernández Gutiérrez en la calle Terán frente al Mercado Hidalgo, conocida entonces como Portal Florencio Luna. Muchas  familias dependían económicamente del trabajo en las huertas. Todos los días después de  su asistencia a misa de cinco de la mañana, los grupos de jornaleros le empezaban a dar literalmente movimiento al pueblo. 
De la Casa Valle, de cuya familia se tratará en otro escrito, me fui luego a la tienda abarrotera "La Colmena", uno de los principales negocios mayoristas del ramo,  que había adquirido el señor Cecilio Hernández Quiroz, originario del rancho Santa Equiteria, al señor Efrén Morales Orozco, quien junto con sus hermanos Alfredo e Ismael eran conocidos hombres de negocios del pueblo que emigraron luego a Guadalajara. Esta familia Morales que llegó en mayor número al justamente llamado El Vergel de Jalisco, procedía del rumbo de Santa María del Valle municipio de Arandas.

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