Al brinco de los viejos, existente desde años
inmemoriales, llegamos a ir con
frecuencia en días festivos en grupos de 6, 8 amigos, repartiéndonos lo que
había que llevar para una comida-día de campo. Es un corte u hondanada angosta
a todo lo alto del cerro que en el fondo tenía un precioso y basto ojo de agua
fresca tirando a fría, lleno todo el año, rodeado de árboles y arbustos. No sé
sí su estado actual sea el mismo, quizá
la situación ecológica lo haya modificado.
A este
paradisiaco lugar se llegaba por una vereda de a pie que arrancaba más o menos
en el cruce del camino, ahora pavimentado, con la carretera-libramiento a Los
Altos, menos de un kilómetro después de pasar por lo que fue Industrias Unidas
de Atotonilco y ahora es la fábrica de muebles tubulares del señor Francisco
Hernández Aceves. A la distancia al lado izquierdo en temporadas muy lluviosas
se veía en la cresta del cerro alteño la espectacular caída de agua llamada
cola de caballo, que creo a la fecha, en igualdad de condiciones fluviales, todavía
debe verse.
En una de estas excursiones en que entre todos los
asistentes nos repartíamos lo que había que llevar para la comida, a Ramón
Arámbula (qepd) que debía llevar la carne para asar, se le el compromiso.
Después de bañarnos, acompañar la plática y chascarrillos con sus respectivas
cervezas y unos tragos, el hambre feroz que traíamos, característica nada ajena
a nuestra juventud, con tortillas, queso, jitomates, cebollitas cambray, limones, sal y chiles serranos, con postre
atotonilquense de cajeta de membrillo y hasta unos chongos zamoranos, comimos
todos a placer.
Respecto a lo ecológico, ha habido consecuencias
graves para Atotonilco. El mayor uso y desechos acuíferos sin ningún control ni
tratamiento por el despegue urbano e industrial en la zona inmediata de Los
Altos, ha semi secado y contaminado altamente el río Los Sabinos y seguramente
mermado la afluencia subterránea de agua para el llamado con razón Vergel de
Jalisco. No sería raro que el manantial de Taretan, abastecedor bastante
sobrado antaño de agua potable y para otros usos, haya reducido su caudal y
pueda estar en riesgo de extinción por
la cantidad de aprovechamientos y perforaciones profundas de los mantos
friáticos que se sigan haciendo en la zona alteña. Ignoro si se hayan tomado ya las medidas para solucionar este grave problema ecológico. Atotonilco merece con sobrados méritos que sus autoridades le regresen esta parte, y muchas otras, de su grandeza.
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