Tendría lugar en
el corral de una de las casas grandes del rancho, a cargo de una pareja de esposos, o lo que fuera, seguramente
comediantes famosos por lo repleto que estaba el corral hasta con gente de
otros ranchos. Tres muñecos representaban a dos hombres y una mujer. El
escenario de cortinillas negras sostenido en un armazón de varillas metálicas,
fue montado sobre dos mesas grandes de la casa, quedando atrás oculto y
encaramado en dos bancos el dueto artístico manipulador de las marionetas.
El tema de la
función, muy lejos de que fuera propio para niños, ahí estaba igual de retirado
para una vigilancia legal al respecto. Cualquier acontecimiento en un lugar
entonces tan aislado, era una fiesta que nadie iba a perderse. Consistía en la
escenificación del tema vernáculo de la canción ranchera mexicana tratado en el
corrido de Felipe Valdez Leal, Por una mujer casada, que en la actualidad aún
se sigue escuchando.
La carencia de
luz eléctrica se sustituía con aparatos de petróleo y unas velas. Alguien
pudiente del lugar prestó un acumulador y una novedosa y potente lámpara Cóleman
con tanquecito de gas integrado. La radio, ya con muchos años en el país, ahí
se desconocía. Era un privilegio
escuchar música en los grandes y gruesos discos de pasta de 78 revoluciones por
minuto que contenían una melodía por lado, en alguna victrola de cuerda RCA
Víctor, y todavía más raro en una de las primitivas consolas cuyo mueble
rectangular con patas ocupaba mucho espacio.
Así pues, para asistir a esa fiesta en la que para sentarse cada quien tenía que llevar su silla y algo más si quería, en el corralón se instalaron la mayor cantidad de los aparatos de alumbrar mencionados, incluyendo cerca del escenario una Cóleman más delante del telón de fondo y atrás de éste, no visible, la victrola en la que se tocó la canción mencionada tema del relato, con pausas manuales para seguirle el hilo a éste, y El Herradero, ambas interpretadas por Lucha Reyes (María de la Luz Flores Aceves), la auténtica reina de la canción ranchera, originaria de Guadalajara (23/5/1906-25/6/1944), de familia de Arandas en donde algunos sostienen que realmente nació.
En dos álbumes L.P. que conozco de Lucha Reyes, no aparece Por una mujer casada; debe haber sido grabada en un disco sencillo no integrado a éstos. También grabó estas melodías Matilde Sánchez “La Torcacita”, otra jalisciense de primera línea (Cocula 13/3/1926-1/11/1988), quien no obstante su corta edad era una fuerte competidora. Lola Beltrán (María Lucila Beltrán Ruiz), Rosario, Sin. 7/3/1932-Distrito Federal 24/3/1996, que en su momento fue apoyada por La Torcacita, no llegó nunca a igualar a Lucha Reyes y en ese tiempo estaba todavía en su tierra.
Para ambientar y aligerar el ambiente a la concurrencia por lo fuerte de la historia, la pareja de cómicos tocó El Herradero al principio y al final de la representación, y la canción tema todo el tiempo a medio volumen. El relato de los titiriteros se extendía mucho en el pleito verbal y de hechos que sostenían los tres personajes, teniendo su clímax con la muerte a cuchilladas de los rivales y el llanto como plañidera de la esposa infiel y mancornadora.
La truculenta historia, como era lógico provocó diversos comentarios entre los asistentes, haciendo el asunto más escabroso e impropio para los menores que asistíamos, sobresaliendo los de las mujeres sobre semejanzas de presentes y ausentes con el tema de la obra. Sus cuchicheos con guiños de ojos incluidos, eran alusivos a personajes a quienes no obstante nuestra corta edad, identificábamos o sospechábamos con claridad.
En el campo, a diferencia de otros ambientes, las cosas se aprenden más temprano. Los actos de las personas, de los animales y de la naturaleza misma, forman parte cotidiana del medio, que a personas de las áreas urbanas, cuando menos en aquellos tiempos, sorprendía y hasta escandalizaba.
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