lunes, 28 de julio de 2014

GUILLERMO TELL, descubrimiento del mundo del libro

Recién llegada mi familia a principios de 1941 al rancho El Salvador, del municipio de Atotonilco, procedente de una estadía de nueve meses en San José de Gracia, del de Tepatitlán, a donde nos habíamos ido de Garabatos, del de Tototlán, pues este último es limítrofe de los tres, mi padre le tomó a su arduo trabajo diario unas horas a la tarde de un domingo, para leernos la historia de Guillermo Tell.
Con mi mamá y cuatro hijos éramos ya seis los miembros de la familia, de menor a mayor, Ramón de año y medio, José Luis casi tres, Ma. Mercedes de cuatro,  y yo un poco menos de seis. Aparte mi mamá ya estaba esperando al quinto, Cipriano.
El libro al que le faltaban las dos o tres primeras hojas, lo había encontrado mi padre entre los escombros dejados por los dueños anteriores de la casa en que vivimos en San José de Gracia. Como había aprendido muy elementalmente a leer y escribir mediante un Silabario y Cartilla de San Miguel cuando de chico cuidaba las chivas de su papá, seguramente duró  un tiempo considerable para dominar el contenido y podérnoslo contar.
Debió tratarse de una edición popular infantil o juvenil, para que la entendiéramos de alguna forma receptores muy ajenos a la lectura incluyendo a mi mamá. La historia me impactó de tal manera que fue el virus para desarrollar en su momento mi devoción extraordinaria a la lectura y sus muchas opciones de conocimiento.
La fortaleza, lealtad, espíritu de libertad y de justicia y demás cualidades asombrosas del protagonista, que identificaba en mi papá, formaron en mi mente el prototipo de hombre a quien emular,  y una enorme pasión por el mundo de las páginas impresas.  
Los datos históricos de Guillermo Tell no han podido ser verificados fehacientemente por los historiadores, con todo y que en Suiza es el héroe por excelencia. Principalmente una obra de Friedrich Schiller (1759-1805) que motivó a otros autores, el personaje fue originario de Altdorf del cantón de Uri, que junto con los de Unterwalden y Schwys, este último derivado en Suiza, formaron en 1315 la Confederación Helvética, después de la rebelión contra el imperio de los Habsburgo de Austria en 1291.
La rebelión fue a causa de las vejaciones impuestas a los pobladores suizos al límite de crueldad, por el  representante del invasor y los incidentes particulares entre Tell y éste, que se menciona como Konrad de Tillendorf, Grisler o Geszler, quien entre otras ocurrencias, dispuso que todos los súbditos debían hacerle una caravana en señal de pleitesía, a su sombrero colocado en un poste a la entrada de Altdorf, donde todos tenían que verlo al llegar o salir del lugar. 
Al negarse a tal desvarío Guillermo Tell, que iba acompañado de su hijo de siete años, el funcionario que conocía sus habilidades extraordinarias como cazador, lo emplazó a acertar con su ballesta a una manzana colocada en la cabeza del niño. Quiso el interpelado negarse buscando una solución honrosa pero no lo logró, procediendo así a realizar felizmente la extraordinaria hazaña que todo el mundo conoce, utilizando una de las dos flechas que traía en su carcaj. Al infante se le había amarrado a un árbol, distante unos 50 metros, 80 pasos dice el historiador mencionado. Al contestar a la autoridad que si no hubiera acertado, la segunda flecha estaría clavada en su corazón, en vez de dejarlo libre como fue su compromiso, lo apresó.              
En el camino al castillo de Küssnacht, donde sería encarcelado, el barco que navegaba por el lago de los Cuatro Cantones, por una tormenta estuvo a punto de naufragar. Tell desatado por sus guardianes salvó su vida y la de los demás ocupantes incluyendo a Geszler. Al desembarcar huyó de la persecución y en las reyertas alojó en el corazón del tirano la segunda flecha, convirtiéndose en un mito fundamental para la independencia de Suiza.
Entre otros, los autores que se han ocupado del tema, se encuentran Gioachino Antonio Rossini, con su ópera homónima de 1829, el drama de Antonio Gil y Zárate y los relatos de  Eugene d’Ors y Max Frisch.    

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